Paper Girls, la obra adolescente de Brian K. Vaughan

Estamos en una era de peter panes. No solo porque se madure más tarde, sino porque culturalmente se ha llegado a un punto en el que se prefiere idealizar nuestras infancias como si estos fuesen alguna clase de refugio impenetrable. Un lugar feliz en el que parece que nada puede asaltarnos.

Cuando se reflexiona, se pasan más de un nombre que pretenden evocar a algunas infancias: Stranger Things, Ready Player One o tantos y tantos refritos de cosas ya conocidas pero contadas con menor habilidad. Obras cuyo mayor (por no decir único) mérito es una suma de referencias para hacer rememorar al espectador/lector una infancia genial que, lo más probable, es que nunca estuviera tan llena de cosas maravillosas.  Es lo que tiene la nostalgia. Distorsiona la realidad.

Y luego aparece una obra como Paper Girls. ¿En qué se diferencia del resto de obras que, a priori, tienen intenciones parejas? Que en lugar de ser ficciones que hablar de otras ficciones, esta es una ficción que la usa para hablar de la vida. No busca una complicidad con el lector a través de señalar aquellos gustos que se tienen en común. Emplea eso como una herramienta siempre con finalidad narrativo y metalingüístico y reflexiva acerca del contexto cultural que, precisamente, ha propiciado la creación de una obra de estas características.

Como hacer portadas impresionantes con poco en dos sencillos contrastes.

Brian K.Vaughan no es un novato. No tiene el ímpetu juvenil, aunque siga haciendo obras que apelen a la psique de nuevas generaciones. Con el tiempo y la madurez ha creado obras que siempre intentan ir más allá de la superficie. Vaughan si algo es conocedor, es de distintos lenguajes visuales y, precisamente, por ese motivo intenta ir más allá que otros creadores de la misma generación.

El escritor ha explicado más de una vez que esta es su obra más personal. Y al leer todas y cada una de esas páginas no es difícil encontrarse mucho de verdad. Y es que esta obra solo puede ser leída como una oda a todas las mujeres que le impresionaron en su adolescencia. Es una obra que, sin pretender ponerse ninguna banderita de nada, logra tener mucha potencia en sus ideas y en su tratamiento realista del elenco protagonista, exclusivamente femenino.  Pero eso no pilla con el pie cambiado al conocedor de la obra de Vaughan, quien ya demostró hacer un tratamiento más sutil e inteligente al universo femenino en obras como Saga o Y, el Último Hombre. Paper Girls sigue expandiendo esos asuntos desde una perspectiva novedosa.

Todo ello deja en el lector una gran sensación de gratitud al ver una obra que intenta proporcionarnos algo más frente a otras a las que estamos acostumbrados. Es una obra que no se queda en una apelación sentimental ni tampoco se siente que sea tratado de forma irrespetuosa. Lanza una mirada a la misma altura y hace que uno se dé cuenta del potencial desaprovechado de tantas historias nacidas del mismo acerbo.

Paper Girls parte de una premisa enrevesada que, sin necesidad de crear un gran misterio que resolver puesto que apuesta todo a la creación de personajes interesantes, se va aclarando. Unas repartidoras de periódicos de 1988 se ven envueltas en una trama compleja de viajes en el tiempo. Y entre peripecia y peripecia descubrirán cosas acerca de su propia identidad que hará que su percepción de ellas mismas y del mundo que las rodea cambie. ¿No es eso la adolescencia en último término?

Aunque Vuaghan logra manejar con una soltura inusitada esta historia de viajes temporales, siempre complicadísimas, no deja de ser una excusa para hablar de los temas que le obsesionan y por manejar a unas adolescentes que son puestas a prueba y que son el verdadero motivo por el que el lector vuelve mes tras mes. En ella lanza perspectivas refrescantes de los choques generacionales, de la rebeldía juvenil, del fatalismo y del determinismo, del contraste que tenemos a medida que maduramos, del despertar sexual y de las insatisfacciones que nos pueden dar nuestras decisiones vitales. Son temas profundos tratados de forma y con una perspectiva innovadora que no te los tira a la cara, si no que no se olvida de entretener en todo momento.

Eso conduce a explicar que es una obra muy bien equilibrada, en el que todos los personajes tienen sus arcos de evolución y en el que ni una sola decisión parece haber sido tomada de forma aleatoria. El ritmo también contribuye a dar esa sensación de agilidad y de la condición efímera del tiempo.

 

¡Dinosaurios del futuro! Esto se vende solo.

El arte de Cliff Chiang es tan soberbio como nos tiene acostumbrados. Tiene unas capacidades narrativas muy notables y es el típico dibujante que logra hacer fácil lo difícil. Hay algunos artistas que cuando se piensa en el clásico dibujo que tiene que haber un cómic, se asemeja a ello y este es uno de ellos. Pero lo hace teniendo un estilo muy contemporáneo y personal.

El color de Matt Wilson es muy vivo y contribuye a darle ese aire juvenil y surrealista que precisa la obra. Esos colores, sin embargo, no anteponen forma a fondo y logran mantener una linealidad difícil de conseguir. Se consigue que esta obra tenga un aspecto no realista a la vez que no logra que sea demasiado abstracto. Le da un aire pop amable que facilita la lectura y que contrasta con la profundidad de algunos de los temas que tratan en esta serie.

También es interesante y muy medido el trabajo de rotulación, realizado por Jared K. Fletcher. Por la temática que plantea, se permiten licencias experimentales respecto al contenido idiomático, empleando distintas tipografías o, incluso, creando una totalmente nueva.

Es una obra en la que participan muchas manos, pero, gracias a la confianza que se tienen, no ha conseguido que uno trate de quedar por encima del otro, si no que todo está coordinado. Tiene un componente visual potente, pero siempre siguiendo directrices narrativas.

La edición en grapa de Planeta sale a un precio económico de 2.95 euros y en cada una de esas grapas trae complementos variados. También dispone en de una edición en tomos 

A pesar de todo, se le pueda achacar el principal problema de este narrador: sus finales anticlimáticos. Aunque, aquí, temáticamente esté bien planteado puede llegar a resultar frustrante. Especialmente si se ha disfrutado el viaje. Queda por esperar el último número que se antoja que dará cierta circularidad al título y elimine el sabor a decepción que deja la conclusión del conflicto principal.

Papel Girls ha servido para recordar que no hay recurso malo. Solo existe modos malos de emplearlos. Y por mucho que abunden eso no quiere decir que no se pueda ir más allá. Una obra que redefine y empuja adelante la tan maltratada nostalgia. Una obra adolescente de madurez a la que muchos les habría gustado poder firmar.

Título: Paper Girls
Guión: Brian K. Vaughan
Dibujo: Cliff Chiang
Color: Matt Wilson
Edición Nacional: Planeta Cómic
Edición original: Image Comics
Formato:   30 grapas de 32 páginas cada una./6 tomos cartoné de 160 páginas cada uno. A color
Precio: 2.95 €