Todos los días parecen iguales hasta que dejan de serlo. Un buen día te despiertas y una persona querida que ha sido parte de quien eres, ya no está. De la noche a la mañana. Y solo queda la tristeza por lo que ya no va a ser y los remordimientos por lo que pudo ser y no fue. Sea como fuera, esa persona ya no está. Y no va a volver. Es una certeza que está ahí pero que decidimos ignorarla hasta que nos pasa por al lado.
La Casa es una novela gráfica que habla de eso, del no se sabe lo que se tiene hasta que se pierde. Un llamamiento a que en la vida debemos prestar atención a los pequeños detalles porque nunca se sabe cuándo llegará el momento en el que no podremos hacerlo. Y lo único que quedará es echarlo de menos.
El autor Paco Roca vuelve a dar al lector un duro golpe emocional. Y una lección de humanidad y de empatía. Y lo hace con una sencillez y una humildad totalmente inaudita. Esta es una historia que no sigue el camino marcado por una trama clásica y que busca lo extraordinario en los momentos más íntimos. A tal nivel que parece un voyeur de la vida de sus lectores. O nosotros de la suya. Lo que está fuera de toda duda es que es uno que sabría contar lo que tiene que contar mejor que nadie.
Pero, como sucede con el resto de sus trabajos, a pesar de que habla de una historia muy suya y muy local, La Casa tiene un valor universal indiscutible. Logra que la ficcionada desaparición de su padre nos afecte como si fuera el de cualquier lector. Porque, en mayor o menor medida, todos hemos vivido situaciones similares a la presentada en ese libro: la muerte de alguien cercano como catalizador de una breve comunión familiar, las disputas o, mejor dicho, diferencias fraternales (que, en el mejor de los casos, que es el que se retrata en esta novela gráfica, es más una forma de lidiar con un dolor y una impotencia inconmensurables que a hostilidades), las decisiones difíciles en las que ninguna opción es buena pero que tienen que ser tomadas…
Si algo es La Casa es una gran metáfora del inexorable parte del tiempo destructor. La vivienda diseñada por Paco Roca es una herramienta que simboliza la mayor ilusión y la construcción de un proyecto de vida del padre de los protagonistas. Es el pasado para los protagonistas, pero era el futuro para su padre. Se reúnen para rendir un homenaje que llega tarde y que parece lanzar la pregunta sutil de: ¿Por qué esto tiene que llegar a producirse un evento como una muerte para poder mostrar aprecio por el ausente?
Los objetos de esta casa no son objetos. Son recuerdos de los que vienen a deshacerse de todo aquello que queda de su padre y, por tanto, de lo que una vez fueron. Los personajes comentan constantemente que es como si todavía viesen a su padre. Rememoran los buenos momentos, aunque en aquel momento fuera entendido como algo malo.
Muy inteligente es su uso de transiciones en favor de contar esa historia no lineal. Es un modo de hacer sencillo, orgánico y concreto un tema tan abstracto y complejo. Y es algo que está muy bien medido, ya que en empleado en exceso puede cargar. Pero tiene el ritmo, la disposición y la obra tiene la duración adecuada como para que no se lleguen a ver los hilos.
Paco Roca logra transmitir a la perfección esa sensación de confusión y desasosiego. De no saber cómo se debe proceder en esas circunstancias. Es una ambigüedad constante la que se vive en esas circunstancias. Y una incertidumbre de cómo será la vida a partir de ese momento. Esa sensación tan terrorífica es plasmada sin ningún artificio, edulcoración o morbosidad vacua.
El dibujo de Paco Roca es muy reconocible y, a estas alturas, es un virtuoso. Sabe contar grandes historias con una naturalidad pasmosa. Parece una máquina constante de emplear recursos visuales y de condensar información con pocos elementos y de forma orgánica, sin parar en ningún momento la narración para meterse en terrenos farragosos. Además, es un maestro del menos es más y consigue impactarte a un nivel emocional a través de las formas visuales. Sencillamente, es alguien que sabe perfectamente lo que hace, hacia dónde se quiere dirigir y se está labrando una carrera en constante evolución coherente. La Casa es uno de sus puntos álgidos. Y se nota en un cuidadísimo, completísimo y mimadísimo apartado gráfico. Logra mucho más que otros autores sin necesidad de llamar constantemente la atención acerca de lo buenos que son. Ojalá más de uno tomara nota.
Esta obra ha sido nominada al Eisner en la categoría de mejor edición norteamericana de material internacional, a cargo de Phantagraphics. Es para estar de enhorabuena para el autor y para Astiberri, pero también para la “industria” española. Y es que supone una prueba más del estado de efervescencia creativa en la que está sometida. Ojalá estos constantes reconocimientos internacionales al trabajo español supongan, que, en algún punto del futuro, se pueda escribir industria sin entrecomillar.
Lo que aquí ha alcanzado Paco Roca es contar su personalísima visión de uno de los grandes motivos literarios: la muerte de un padre. Y lo hace siendo tan literario como siendo muy inteligente en el empleo de los recursos visuales y con un tiempo muy propio del cómic.
Título: La Casa |
Guion: Paco Roca |
Dibujo y color: Paco Roca |
Edición Nacional: Astiebrri |
Edición Original: Phantagraphics |
Formato: Cartoné en apaisado, 136 páginas a color |
Precio: 16€ en formato físico. 5€ en formato digital. |