“Hola a todos. Aquí Art Thibert, un veterano con treinta y cinco años en la industria del cómic a sus espaldas trabajando para Marvel, DC y aquellos años gloriosos en Image Comics en los años noventa”. Así comenzaba un video de dos horas y cincuenta minutos publicado por el entintador Art Thibert en su propio canal de YouTube el pasado mes de diciembre. En esas casi tres horas, Thibert iba a desahogarse y quejarse sobre el trato recibido por Marvel Comics durante su carrera profesional. Art Thibert es un colaborador del #Comicsgate y uno de sus últimos actos fue ayer mismo, participando junto a Ethan Van Sciver en una teleconferencia que es mejor ni describir. Aunque había varios indicios de sus opiniones (solo hay que ver la transcripción que os traemos a continuación), su participación ha pillado por sorpresa incluso a antiguos colaboradores suyos como Fabian Nicieza o autores como Jerry Ordway, Dan Panosian o Pete Woods. Este último ha dicho que “me imagino que así es como ha sido siempre”.
En aquel video en su canal de Youtube, Thibert realizaba un testimonio de su salida de Marvel Comics acusando directamente a varios de sus editores (C.B. Cebulski, David Bogart…). El video no recibió respuesta por parte de los acusados de forma pública y quedó a juicio del lector la decisión de si es el relato de Thibert 100% verídico o si lo es la versión opuesta, quedando por supuesto abierta la posibilidad a un compromiso intermedio, ya que el propio Thibert comenta algunos detalles y fechas que no son del todo posibles de encajar en su relato de los sucesos. Opiniones habrá para todos los gustos, aunque cualquiera que lea todo el relato observará con cierta sorpresa cuando su “speech” pasa de ser sobre cómics a ser sobre política.
Antes de entrar en la transcripción de lo narrado por Thibert, quizá conviene recordar brevemente el currículum del dibujante y entintador protagonista, presente en algunos de los momentos claves de la industria a lo largo de muchos años. ¿Recordáis cuando Jim Lee se fue a Image Comics y su último número en dibujar fue el #11 de X-Men? El dibujante al que acudió Marvel para sustituirle fue el propio Thibert, que dibujó los dos siguientes salvando a la Casa de las Ideas de uno de los mayores momentos de crisis de la historia. De hecho, Thibert había entintado al propio Lee en los números anteriores (o Proyecto Exterminio), tras el arco inicial de Scott Williams, y hacía lo propio con Whilce Portaccio en el relanzamiento de Uncanny X-Men tras la salida de Claremont, más algún número de los Nuevos Mutantes de Liefeld. ¿Recordáis cuando DC Comics decidió reescribir por completo el final de Armageddon 2001 porque se había filtrado su final? Pues, dadas las prisas, al entintador que llamaron para ayudar a acabar el número fue al propio Art Thibert. ¿Recordáis, cuando se repetía la historia en DC quince años después, cuando Dan Didio decidió reescribir a última hora el final de Crisis Infinita para que muriese Superboy en lugar de Nightwing? Pues al entintador al que llamaron para echar una mano y sacar eso a tiempo fue Art Thibert, así como los primeros números de 52. ¿Recordáis el mayor éxito de la Marvel de Bill Jemas en forma de línea Ultimate? Pues al entintador que eligieron para hacer las series de Spiderman y X-Men fue el mismísimo Art Thibert. Todo ello más, por supuesto, su etapa Image Comics haciendo trabajos en Spawn, Supreme, Youngblood o Brigade. Eso y mucho más, como sus tintas a Dan Jurgens en el Superman post-Byrne, Larroca en 4F o a Pacheco en X-Men…
Bien. Una vez refrescada la memoria, contextualizado su bibliografía y recordado cómo ha sido un entintador en algunos de los momentos clave de la industria en los 90 y 2000, os dejamos con la transcripción íntegra del streaming de Art Thibert y su denuncia, acompañando por algunas notas del autor para contextualizar ciertos detalles. Tras la transcripción y tras la opinión propia que podáis haceros cada uno de los lectores del texto, incluiremos alguna información extra que quizá ayude a cambiar la opinión o no.
Transcripción:
Mi historia Marvel, contada en detalles. He sobrevivido para poder contar esta historia y aquí voy, aunque aviso que no es una historia alegre, pero sí que es una historia de triunfo y de superación. Y una historia de vencer a una gran corporación como Marvel Comics. Esta historia sucedió a comienzo de los 2000, pero para poder narrar de forma correcta se debería contar desde sus principios. He querido contar esta historia desde 2002, el último año que trabajé para Marvel Comics, así que, por favor, os pido difusión.
Estamos en 2002 y estoy trabajando en la línea Ultimate. En los Ultimate X-Men con David Finch y en Ultimate Spiderman con Mark Bagley. El guión de la primera era de Mark… ¿cómo era su apellido?… Millar, creo. Y el de la segunda era de Brian Michael Bendis. Podría pensarse que la vida no podría irme mejor. Y era cierto. No podía irme mejor. Fueron unos años que se parecían mucho a mi etapa en Image Comics. Las ventas eran muy buenas. El sueldo era muy bueno. No hacía nada más que esas dos series, aunque sí que recuerdo alguna cosa de Marvel Team-Up o similar, con equipos rotatorios.
[Nota del editor: es, cuanto menos, curioso cómo duda a la hora de recordar el apellido de Mark Millar, casi como si quisiera hacerle de menos o como si quisiera burlase brevemente de él. O quizá, tan solo quizá, sea un lapsus de memoria temporal]
En su día había trabajado en Marvel con Jim Lee y Whilce Portaccio en los X-Men. Y luego incluso dibujé algunos números de X-Men cuando Jim Lee dejó la editorial. Y seguí entintándolos. También dibujé y entinté la serie regular de Cable con Fabian Nicieza. En aquel momento dejé Marvel y fui a Image Comics, que era la editorial joven y de moda a mediados de los años noventa. A Marvel aquello no le gustó nada. Cuando Image empezó a bajar en ventas y todos aquellos inversores que tenían dejaron de poner dinero, las cosas ya no iban tan bien como al principio. Las ventas eran la mitad del año anterior. Y seguían bajando.
Tuve que volver a Marvel después de Image, sobre todo con mi hija recién nacida. Tenía que conseguir esa estabilidad económica para mi familia. No me quedó otra opción. Y me hicieron trabajar en todas las peores series que tenían por allí al menos durante un año. Pero lo peor es que justo en ese momento también Marvel estaba entrando en quiebra y tuve que firmar un contrato que ponía que si Marvel elegía no pagarme, no tendría por qué hacerlo. Durante un año entero tuve que estar así, por lo que podéis imaginaos las circunstancias. Todo acabó cuando Andy Kubert me pidió para que trabajara con él entintándole, en los X-Men. Así que gracias a ello pues conseguí hacer las paces con la editorial y con Bob Harras, que era a quien había dejado en su día para irme a Image. El trabajo era mejor… pero seguía tenía el miedo a que no me pagaran. Porque en Marvel no tienen “royalities”, sino que tienen “incentives”, por lo que les libraba de pagarme si querían. Son chicos listos en Marvel. Y me acabaron haciendo mucho daño. También trabajé con Carlos Pacheco en los X-Men.
Bob Harras, antes de salir de Marvel, estaba poniendo en marcha aquella línea Ultimate. Iban a contratar a guionistas del mercado indy, como Millar y Bendis, que todavía no se habían fogueado en el mercado mainstream. El equipo elegido para Ultimate X-Men fuimos Kubert y yo y para Ultimate Spiderman fuimos Mark Bagley y yo. Lo primero que me pidió Harras fue que me encargase de enterrar a Mark Bagley. “No quiero ver a Bagley en los lápices. Quiero verte a ti“, me dijo. Yo estaba muy nervioso, y eso que no era la primera vez que alguien me pedía algo similar. No es que Mark Balgey sea un mal dibujante, porque no lo es. Pero sus figuras son muy estáticas y muy flojas. Así que eso es lo que hice, y le hice parecer más molón. Pero ni él ni yo pensábamos que la serie fuera a durar más de seis números, porque John Byrne acababa de hacer un experimento muy parecido por aquel entonces: Spiderman: Year One. Y fue un fracaso. Había pasado muy poco tiempo entre ambos proyectos y no pensábamos que fuera a ir bien… pero fue un exitazo. Un auténtico exitazo. Ahora sí, voy a dar un salto a 2002.
[Nota del editor: efectivamente, cuando se refiere a Spiderman: Year One se refiere, en realidad, a Spiderman: Chapter One, el experimento de un año de John Byrne, ya muy en horas bajas, donde recontaba el origen de Spiderman actualizado a los nuevos tiempos… Un ejemplo más de todo lo que estaba mal en la Marvel de los últimos años de Harras]
En 2002 todo parecía que iba estupendamente. Incluso cuando Kubert dejó Ultimate X-Men, siguieron apostando por mí para entintar a David Finch. No fallé en ninguna fecha de entrega de Ultimate Spiderman, y eso que perdí a mis dos padres durante aquellos años. Ni una sola fecha de entrega fallada. Era un empleado perfecto. Incluso cuando pasaron de doce números al año a dieciséis. Es decir, es como si hiciera dos series y media al mes.
[Nota del editor: aunque da la sensación de que Thibert entintó todos los números de Ultimate X-Men, tampoco es del todo cierto. Empezó entintando la serie, si, pero desde el número #11 hasta el número #27, el primero de David Finch, no entintó ninguno y el habitual era Dani Miki]
Y creo sinceramente que el resultado era estupendo. Y no lo decía solo yo, sino que lo decía todo el mundo. Gané muchos premios en aquellos años. En este momento de la historia aparece David Bogart. Aprendeos el nombre porque va a ser muy importante en esta historia. Se empeñó en decir que yo estaba empezando a llegar tarde a mis entregas y no era así. Había veces que Mark Bagley me mandaba diez páginas de golpe, en lugar de en dosis menores para que pudiera adelantar trabajo. Pero no era culpa mía. Así que David Bogart le decía a mi editor, Ralph Macchio, que tenía que asignar esas páginas a otra persona que lo hiciera más rápido que yo. Y eso que teníamos más de tres números dibujados y entintados con antelación por si pasaba algo. Y, mientras, en la serie de X-Men todo iba sin ningún retraso. Y todo ello mientras seguía bajo el mismo contrato que firmé años antes. En cualquier momento podían parar de pagarme y no habría podido decir nada.
[Nota del editor: para evitar posibles malentendidos, los premios a los que se refiere Thibert son premios que otorgaba la revista Wizard, y que enseña en algún momento u otro del video orgulloso. No estamos hablando de premios Eisner o Harvey…]
Y llegó el día. Llegó el día en el que Ralph Macchio me dijo que iban a asignar mis páginas a otra persona. Brian Michael Bendis, Mark Bagley y yo teníamos un pacto por el cual íbamos a superar en número a la etapa de Stan Lee y Jack Kirby en los Cuatro Fantásticos. Era nuestra promesa. Ellos nunca fallaron. Y yo tampoco quería fallar. Asi que le pregunté a Ralph por qué me hacía eso, y le expliqué que no era verdad. La noticia llegó a oídos de Brian Michael Bendis, que les pidió que por favor solucionasen el problema porque no quería que yo dejara de entintar la serie. Y, hay que admitir, que le hicieron caso… pero David Bogart no se quedó contento. Macchio me hacía llegar que Bogart me tenía enfilado, entre ceja y ceja. Así que para intentar mejorar la relación le hice llegar varias páginas de originales de Ultimate Spiderman que nunca me agradeció. Ni siquiera me llamó. Y hoy en día esas páginas valen una pasta.
Eso sí, me escribió poco después para usarme de conejillo de indias para un experimento que tenía. Quería que los entintadores empezáramos a entintar sobre reproducciones de las páginas de los artistas, no sobre los originales. Por aquel entonces, Marvel se gastaba mucho, mucho dinero en FedEx para llevar las páginas desde la casa de un dibujante a la de un entintador y luego del entintador de vuelta a Marvel. Su idea era que los dibujantes pudieran escanear su trabajo, enviárselo por email al entintador, quien lo imprimiría en su casa y entintaría, posteriormente escaneándolo y mandándolo por email a Marvel. Para mí aquello no me parecía buena idea, porque además cambiaría el mercado de venta de originales. Nuestro trabajo ya no podríamos venderlo y ahí perderíamos mucho dinero. Me dijo que eso ya lo solucionaríamos en caso de que esta iniciativa funcionara, de la cual no estaba del todo seguro.
Él y ellos eran hombres de negocio y se iban a ahorrar un montón de dinero en transporte. Millones. Y si yo iba a tener que tener mejores ordenadores e impresoras de tamaño de una página de original, iban a tener que compensármelo de alguna manera. Ellos iban a ahorrar mucho, pero yo y los entintadores no íbamos a beneficiarnos en nada. Tendrían que pagarnos más, aunque solo sea por el tiempo extra y la parte administrativa de esta parte. Se ofreció a pagarme el escáner y la impresora, que no son precisamente baratos si los quieres del tamaño de originales. O las licencias de Photoshop. O la propia línea de Internet de alta velocidad, que en 2002 no era precisamente barata. Yo le veía desventajas a todo. Y encima yo tenía mucha presión, porque el resultado de mi experimento iba a afectar a todos los entintadores de la industria. Es lógico que le pidiera que me dejara hablarlo con otros colegas de profesión, al menos. Y me dijo: “¿Por qué necesitan saberlo?”. Eso es lo que dice alguien que es no es buena persona, que es un criminal, que es un gilipollas. No me había agradecido los originales que le mandé, pero me pidió que no le contara esto a nadie. Aquí me di cuenta de que no tenía ningún tipo de integridad.
Llamé a Scott Hanna. Llamé a Danny Miki. A Dan Panosian. Y a un par de entintadores más, que ahora no recuerdo. Scott Hanna me dijo que es que donde él vivía ni siquiera había posibilidad de poner Internet de alta velocidad. ¿Cómo iba a poder hacer todo lo que tendría que hacer? ¿Cómo iba a cambiar el negocio de la venta de originales? Y no nos iban a pagar nada más. Así que llamé a David Bogart para agradecerle la oportunidad de querer hacer este experimento conmigo… pero para decirle que no quería ser responsable del efecto mariposa que iba a cambiar la industria. Así que se enfadó y me colgó el teléfono. Una calma tensa siguió a aquellas semanas.
Ahora damos un salto a la New York Comic Con de ese año. Allí hay muy buen rollo entre todo el mundo. El Artist Alley es una gozada y allí nos juntamos todos. De hecho, en el Artist Alley estábamos los cuatro sentados juntos: Bendis, Finch, Bagley y yo. Y aquí pasó una cosa que iba a cambiar la historia. El haberle dicho poco antes a una persona de Marvel que no quería hacer lo que me pedía fue el primer paso, pero aquí vendría lo peor. Porque por aquel entonces estaba haciendo también trabajo para DC. La gente de mi estudio estaba haciendo como tres o cuatro títulos. La editora de DC Joan Hilty me invitó a comer en plena convención. Y según estábamos yendo hacia allí, nos cruzamos con Bagley y ella también le invitó a él. Es decir, lo normal en este tipo de convenciones. Pasa siempre. Es lo habitual. No pasa nada por ello. Y de camino también invitó a Dan Didio, que había empezado poco antes a trabajar para DC. Y, en la comida, lanzaron la pregunta. Tenían que hacerlo. “Mark, ¿Quieres hacer un proyecto de DC para nosotros?”. Es normal que Dan Didio le preguntase eso. Mark le dijo que estaba muy contento en Marvel en ese momento y que no quería cambiar. De hecho, mismamente, a David Finch y a mí nos ofrecieron hacer Batman para suceder la etapa de Jim Lee y Jeph Loeb poco antes de la convención. David me preguntó a ver qué pensaba y yo, y le dije que ya había sucedido a Jim Lee una vez, en las series de los X-Men, y aquello fue muy duro. Y la serie de Ultimate X-Men estaba siempre en el top5 de ventas. Mes tras mes. Si hacíamos Batman, sería una locura y bajaría mes tras mes. David, que era un gran fan de Batman, me hizo caso y les dijo que no. Así que acabó aquella comida y Bagley y yo volvimos al Artist Alley.
[Nota del editor: en aquella New York Comic Con de 2002 quedaban exactamente trece meses para que se publicase el primer número post-Batman: Silencio. Finalmente, al tándem Loeb/Lee le sucedieron Brian “no me gusta escribir historias de superhéroes” Azzarello y Lee Bermejo]
Al salir, allí estaba C.B. Cebulski. Justo en la puerta, como si estuviera esperándonos. Por aquel entonces era un asistente de editor, no era muy conocido en la época. Uno más de Marvel. Ni me caía bien, ni me caía mal. Pero ahora, en cambio, si os puedo decir que, por favor, nunca os fieis de Cebulski. Es el mal encarnado. Le encanta apuñalar por la espalda. Nunca os fieis de él. En aquel momento me dijo que quería escribir cómics y que le gustaría escribir la serie de Batman. E inmediatamente me preguntó a ver con quién tendría que hablar para escribir la serie de Batman y que había oído rumores de que me habían ofrecido hacer la serie de Batman con David Finch. Quería confirmarlo por mi parte. Yo le dije que sí, pero que lo habíamos rechazado y que le había recomendado a David Finch seguir en Marvel.
[Nota del editor: el contexto en el que se narra esta historia, finales del 2002/comienzos del 2003, coincide en el tiempo con el momento que en el que C.B. Cebulski, actual Editor en Jefe de Marvel Comics, efectivamente empezó a escribir cómics. Alguna cosa de Conan para Dark Horse, algunas miniseries en Marvel como Elektra: The Hand, X-Men: Age of Apocalypse o X-Men/Fantastic Four. La “curiosidad” de todo esto es que lo hizo todo ello bajo un seudónimo: Akira Yoshida. Es decir, un hombre japonés. La normativa interna de la Marvel de Joe Quesada de prohibir a los editores escribir series, como sucedía demasiado habitualmente en la Marvel de cambio de siglo, le llevó a Cebulski a elegir este seudónimo, inventarse un pasado como lector de manga fascinado por los comics americanos y negar siempre su doble identidad. Sin embargo, no era ningún desconocido de la editorial y era habitual ver como en los cómics aparecían varios personajes con el apellido Cebulski, como guiño a un editor que despertaba simpatías entre los trabajadores]
La semana siguiente a volver de New York, Cebulski me llamó por teléfono y pasó el teléfono a David Bogart, que me dijo que me iban a tener que despedirme. Y aunque los autores seamos mercenarios que vamos de un lado a otro, en aquel momento justo yo tenía mucha lealtad a Marvel. Y me querían despedir. Así que, por supuesto, les pregunté por sus razones. La respuesta que me dieron es que yo estaba tratando de robar talentos de Marvel y llevarlos a DC. No podían decirme quién les había dado esa información porque no querían romper la confianza de sus fuentes. Me estaban diciendo eso a mí, que era responsable de algunas de las mejores series que habían publicado y que había estado allí por veinte años. Y allí mismo Cebulski que negó que él les hubiera contado a Marvel lo de mi no-proyecto en DC, que ya lo sabían de antes y que yo era un mentiroso. Les expliqué que estas comidas en las convenciones eran lo habitual, que ellos mismos lo hacían y que estaban siendo muy hipócritas al culparme de ello. Así que, en ese momento, David Bogart me dijo “No vas a volver a trabajar en Marvel nunca más”. Fue una locura. Me lo decía él, que llevaba en Marvel mucho menos que yo. Asegurando que estaba intentando robar talento. Y que no podía hacer nada para cambiarlo. Les mandé a tomar por culo y colgué el teléfono. Tuve que ir a casa y decirle a mi mujer que me habían despedido y que no sabía qué íbamos a hacer a partir de ese momento.
Me echaron en el mejor momento de mi carrera.
[Nota del editor: el último número de Ultimate Spiderman entintado por Art Thibert fue el número 56, publicado en Junio de 2004, mientras que el último número de Ultimate X-Men fue el número 43 en Mayo de ese año].
Todavía, a día de hoy, no entiendo cómo esto pudo pasar. En aquel momento tuve que llamarles a Mark Bagley y a David Finch. No éramos solo colaboradores. Éramos amigos. Y me daban muchos consejos buenos de dibujo cada vez que se los pedía. Y eran súper estrellas. Llamé a Mark y me dijo que David Bogart le había llamado para decirme que me iba a despedir. Me dijo que no quería que pasara y así se lo transmitió, pero que entendía que no podía hacer nada. Se lavó las manos hasta cierto punto. Pero David Finch directamente me dijo que no le había comentado nada a Bogart. Le dijo que “ok”. Así que a día de hoy todavía le guardo cierto rencor a David Finch. Porque es irónico, pero la razón por la cual Bogart les llamó a ambos dos era porque quería asegurarse de que ninguno de los dos se hubiera ido a DC… pero también para transmitirles el mensaje de que no era aceptable hablar con DC, porque les ocurriría lo mismo que a mí. No quería perderles a ellos. Yo no importaba nada. Pero ellos sí. Pusieron a Scott Hanna a entintar a Mark Bagley, lo cual creo que no da tan buen resultado. Y pusieron a Dani Miki a entintar a David Finch, que tampoco creo que de un resultado tan bueno. Así que… ¡que le den a Art Thibert! Dos años después, ambos fueron a trabajar en DC. Así que en el fondo no consiguió nada.
Destruiste mi vida, David Bogart. Que te jodan. [En este momento Art Thibert hace una peineta a cámara]. Y que te den a ti también, C.B. Cebulski. Sois seres humanos despreciables. Me destruisteis sin razón. Solo para demostrar que teníais poder y porque no aceptasteis que os dijera que no una vez. Que, por cierto, años después trabajé con DC con el mismo método que quería implantar David Bogart y en DC aumentaron mi tarifa por página y me compraron el escáner y la impresora sin ningún problema, hablando como personas normales y justas. Y lo que pienso yo de Bogart también lo piensan muchos compañeros míos y freelance.
[Fin de la transcripción. A partir de ahora solo citas]
Reflexiones finales
Tras estas declaraciones y en el momento más caliente de la transmisión, con el chat de aficionados y seguidores de Thibert echando humo, el autor aprovecha para promocionar el crowfunding de su nuevo cómic: Chrono Mechanic. Portadas alternativas, material original, el germen de la idea… Thibert se explaya en detalles aprovechando la inercia de los seguidores. Y es que, a falta de días para el cierre del crowfuning, este proyecto solo había recaudado 14,000 dólares de los 25,000 esperados. Durante la emisión del video, la recaudación subió 2,000 dólares y, días después, cerró por encima de los 26,000. Podría decirse, sin duda, que el furor levantado en torno a la polémica sirvió a Thibert para cumplir su objetivo: recaudar dinero.
Durante toda esta promoción, Thibert de vez en cuanto recupera el tema de la polémica y añade declaraciones aquí y allí, como “Marvel ha destruido su legado” o “Ahora solo contratan gente indy de Tumblr que no sabe ni sostener un lápiz” o “Marvel está llena de SJW” o “las grandes corporaciones solo quieren destruir a los seres humanos” o mensajes similares, bastante habituales entre los miembros del Comicsgate. “Nunca he tenido un problema con Joe Quesada pero no me fiaría nunca de él” es otra de las apreciaciones que hace y llega a comentar cómo finalmente le surgió la oportunidad de trabajar de nuevo en Marvel por petición de Chris Bachalo y cómo el propio Quesada le dijo que para poder hacerlo tenía que disculparse ante Bogart.
Curiosamente, llega un momento del video en el que el tema de discusión deja de ser en torno a Marvel Comics o a la promoción de su crowfunding y gira hacia la política. Algo completamente lícito, por supuesto, ya que es su canal y lo gestiona como quiere. A raíz de la experiencia que comentaba anteriormente y como ciertas mentiras o rumores no contrastados pueden arruinar la vida a alguien. Thibert insiste en ese argumento, en cómo no hay que ayudar a la propagación ni a la difusión de mentiras o “narrativas falsas” o “cómo la mentira puede llevar a un hombre a suicidarse”. Cómo hay que contrastar siempre las fuentes y la información que te llega y cómo es importante en todos los niveles de la vida. A continuación, afirma que “Me da igual si eres de derechas o de izquierdas. No me importa si eres votante de Donald Trump o de Obama. Lo que importa es la verdad, no las narrativas falsas. Si crees que algo es cierto, demuéstralo”. Y justo en ese momento, cuando incide sobre los valores de la verdad y su odio hacia la mentira, se produce un momento realmente irónico y/o cómico que dice muy poco de Art Thibert pero también dice mucho del Comicsgate
Thibert, para ejemplificar esto de “como una mentira puede destruir vidas” decide recurrir a un ejemplo político que fue un escándalo que salpicó los telediarios norteamericanos en 2018. Unos tuits publicados por Jon Favreau denunciaban la precaria situación de unos niños inmigrantes en territorio USA, en plena campaña de Donald Trump en contra de la inmigración y su ya famoso muro. Sin embargo, se demostró poco después que aquellas fotos habían sido tomadas en realidad en 2014, durante los años de la administración Obama. En este punto Thibert se crece y critica enormemente a Jon Favreau, afirmando que el haber disfrutado viendo Iron Man o El Mandaloriano no evita que opine que le parece una persona despreciable por mentir en torno a Trump. Dejando de lado que pueda interpretarse que está comparando la situación de su despido de Marvel con unos niños inmigrantes separados de sus padres en la frontera de territorio USA, lo “delirante” viene en el momento en el que algunos seguidores suyos en el chat le comentan que ese Jon Favreau del que está hablando no es el director y escritor de Hollywood, sino otro Jon Favreau distinto, antiguo guionista de los discursos de Obama.
Es decir, para demostrar su teoría de lo mal que está mentir y propagar narrativas falsas no contrastadas, Thibert estaba haciendo precisamente eso, culpando a una persona distinta de la que debería haberlo hecho. Sencillamente alucinante, aún más teniendo en cuenta que no acaba de creerse del todo lo que su ya varios seguidores le comentan, ya que se piensa que es una broma y que “bueno, ya lo comprobaré luego”.
El intento de expresar una opinión política cercana a las prácticas migratorias de la derecha de Donald Trump le sale verdaderamente por la culata y ayuda mucho a contextualizar su figura. Y esto no acaba ahí, porque si la rumorología ya le situaba como una persona muy cercana al Comicsgate, nuevas declaraciones no parecen sino afirmar sus preferencias personales en la política y en sintonía con las ideas del Comicsgate, una campaña en contra de la “diversidad forzada y el progresismo” que está llenando el cómic de superhéroes últimamente, parte del movimiento alt-right en los USA que no ha dudado en hacer campaña y humillar en público y privado a autoras mujeres, de color y del colectivo LGTB durante los últimos meses, cobrándose varias víctimas como Chelsea “Ask me about my feminist agenda” Cain, Aubrey Sitterson o Chuck Wending, sin olvidar la campaña en contra de la viuda de Darwyn Cooke.
Y es que cuando un seguidor le pregunta su opinión sobre Mark Waid, antiguo editor suyo en los años de Superman (en el cambio de los 80 a los 90) afirma que “nunca he tenido ningún problema con él… PERO lo que hizo el año pasado con Zack no me pareció nada bien”. Explicar esto último de forma breve es difícil, pero básicamente sería recordar como en 2018 Mark Waid movió sus contactos para hablar con el dueño de la editorial Antartic Press y evitar que publicaran un cómic (Jawbreakers: Lost Souls) con claro contenido ofensivo para los colectivos minoritarios, con varias denuncias judiciales entre todos los involucrados posteriormente acusándose mutuamente de amenazas y difamación. Un caso que causó mucha polémica en su momento en la industria del cómic USA y en el que, aquí y ahora, Thibert se posiciona en favor del Comicsgate, en el calor de un streaming en el que él mismo, poco antes, admitía que “estoy tan emocionado y enfadado que voy a decir algunas cosas que nunca he dicho y nunca volveré a decir”.
En definitiva, cómics y política mezclados en un discurso al servicio de un crowfunding propio donde no se sabe en ningún momento donde está la verdad, la mentira y, como él dice, las “narrativas falsas”. Lo cierto es que la propia Marvel, Cebulski o Bogart no han querido comentar nada en los días posteriores por lo cual la única versión de aquellos días hasta el momento es solo este video. ¿Es cierto todo lo que ha contado previamente de sus años en Marvel? ¿Su negativa a adoptar la iniciativa que le pidió su jefe es motivo de despido? Son muchas preguntas que tendrán distinto calado en cada lector. Por ello y quien quiera formarse una opinión propia completa, y dado que el inglés de Art Thibert es muy entendible y está bien vocalizado, podría ser interesante que quien esté interesado eche un vistazo a su canal de YouTube.