Capturar las sensaciones de una partida con amigos es algo a lo que muchos subproductos han aspirado. Algunos tienen esa vocación de manera central y otros como elemento secundario. Y aunque pueden haberse acercado con mayor o menor tino, ninguno lo hace de una forma tan creativa como lo ha conseguido Die.
Kieron Gillen es el heredero natural de la tradición de la invasión británica y se nota en un acercamiento con ciertos aires cínicos y ácidos a todo lo que se toca. Aunque, a diferencia de la gran mayoría de estos, se nota un verdadero aprecio por la cultura popular en todas sus extensiones y formas. Es un autor que toque lo que toque, siempre logrará sacar petróleo o dignificarlo. Además, se nota un claro aprecio de intentar acercar a un nuevo público todas las franquicias. Da igual que los personajes tengan décadas de vida que, si las toca este británico, todo sabrá a nuevo.
Esta cualidad (que ha hecho que sea querido por Marvel como pocos autores del nuevo siglo) está presente en Die. Pero, atendiendo a sus otros grandes trabajos para Image, no debería sorprender a nadie. En Phonogram trajo una revisión nada halagüeña del britpop que, a su vez, sirvió de ensayo para su obra magna: The Wicked and the Divine, que no deja de ser una actualización de algunos conceptos de The Sandman filtrados por la cultura de masas y del estrellato.
En Die se ha buscado hacer exactamente lo mismo con el mundo rolero. Aunque la imagen clásica que se tiene de opciones de ocio como Dragones y Mazmorras es de una panda de inadaptados con sobrepeso y víctimas de acoso escolar que se reúnen fantaseando cosas que jamás podrían aspirar a ser. Mientras que en la vida real son unos completos inadaptados y los últimos monos, en este mundo virtual previo a los videojuegos, está la capacidad de ser dioses y vivir aventuras totalmente espectaculares gracias a esa fuente de energía ilimitada que es la imaginación.
Sí, es una visión prejuiciosa y un tópico (que, por mucho que escueza, siempre se cimientan sobre algo de verdad), algo sesgado. Y es cierto que en la realidad se ha abierto a un público amplísimo y que es algo inclusivo de la que todos los que tienen una sensibilidad hacia la cultura alternativa, ha tenido que jugar a alguna en algún momento de su vida. Por fuerza. Además, este tipo de juegos ha recibido mucha legitimación en el momento en que muchos grandes nombres han afirmado jugar y reconocen haber obtenido muchas herramientas para contar historias de este tipo de contenido.
En cualquier caso, el target de Die es de los que están más claramente delimitados en el mercado americano: es para todos aquellos que disfrutan de los juegos de rol, para los que se han criado. Este es un homenaje a un modo muy específico de entender la diversión. Una representación de lo importante que pueden tener estos juegos y tienen en la vida de muchos. Algunos de ellos, son gente a la que todo el mundo admira. Pero el guionista lo hace de un modo sumamente inteligente a la hora de transmitir esa pasión de una forma accesible y nada idealizadora. Por ese motivo, aunque nunca se haya jugado a algún juego con dados, es difícil que no despierte el interés de cualquiera que se acerque a esta serie. Ha hecho más por las empresas dedicadas a esto que muchas adaptaciones directas de estas franquicias.
Die parte de una premisa que recuerda inevitablemente a Jumanji mezclado con It, aunque no tarda en tener su identidad propia. Un grupo de dispares amigos celebran el decimosexto cumpleaños de un miembro, el protagonista de la historia. Este trae a su hermana pequeña a jugar. Para hacerlo, uno de ellos convoca una partida de un juego que se ha inventado y que promete que no les dejará indiferente. La partida arranca y todos y cada uno de ellos se ven transportado a la propia partida encarnando a sus avatares. Y aparecen en nuestra realidad dos años después, visiblemente afectados por el juego. Consiguen rehacer su vida y después de dos décadas, deberán volver a reunirse para jugar.
Es una premisa perfectamente sencilla de digerir y atractiva para todo tipo de lector. Además, este autor exhibe su talento como narrador haciendo que la lectura en primer lugar sea fácil y directa. Se explican las reglas de juego con una economía de recursos pavorosa y se mete de lleno en los elementos más fantasiosos y propios de este tipo de juegos con un tratamiento con una naturalidad que es amable.
Por otro lado, un fuerte de la serie son unos personajes con los que se consigue que se empatice con el lector desde el principio. Todos tienen sus conflictos expuestos de forma clara muy al principio y mostrando un carisma que recuerda a cualquier pandilla de juegos de la que cualquiera podría haber formado parte. Los personajes son muy humanos y las situaciones en las que se meten, por muy excesivas que sean, siempre tienen corazón.
Por lo demás, es una historia que no te deja respiro en la que tiene una estructura similar a que podría tener la mejor de las partidas y que no deja de suceder situaciones muy distintas entre sí, pero muy efectivas a la hora de mantener la atención. Gillen es un narrador de primer orden y, por si quedaba algún escéptico, aquí lo vuelve a demostrar.
La tarea encomendada a Stephanie Hans no era en absoluto sencilla. El traducir en imágenes todo aquello que se imaginaban los jugadores en su momento para que no se vean traicionados. Para ello podría haber emulado la estética de los propios juegos. Por el contrario, la experimentada artista decide la arriesgada y a la vez obvia opción de hacerlo con su propio estilo. Y funciona. Es un cómic en el que si consigue que las cosas transcurran como deben transcurrir es gracias a ella. Es un portento de composiciones interesantes, diseños impactantes, etc. A pesar de que su trabajo no es del gusto de todos, ya que puede resultar muy estridente y artificial, sí que se esmera en poner contenido visual que sea evocador y que sea veraz.
Die es la ejemplificación de cómo una lectura dirigida para un público nicho puede funcionar para un público mayor. Una lectura fresca que llega este verano romper prejuicios.
Hora de tirar vuestros dados. Creo que os toca.
Título: Die |
Guión: Kieron Gillen |
Dibujo: Stephanie Hans |
Color: Stephanie Hans |
Edición Nacional: Panini Cómics |
Edición original: Image Comics |
Formato: Tomo cartoné de 176 páginas a color |
Precio: 19.95 € |