(Reseña sin spoilers)
Cuando Geoff Johns lanzó un bombazo como que Batman no solo averiguase la verdadera identidad de su némesis, si no que había tres Jokers actuando a lo largo de la Historia del personaje, no era algo que fuera a irse a ninguna parte. Aunque fuera tratado como una subtrama anecdótica en el contexto grandilocuente de la Darkseid War (durante su etapa en La Liga de la Justicia), es algo que los fans del personaje no iban a olvidar. No se puede lanzar eso y dejarlo estar. Y pasaban los años y no se volvió a tratar el tema. Hasta que, por fin, cuatro años después de aquel cliffhanger legendario, este Agosto se ha publicada tan esperada historia que daría respuestas a esas incógnitas.
Three Jokers es una historia, por tanto, en la que la presión y las expectativas eran grandes. El hecho de que Geoff sea uno de los escritores con mayor conocimiento de DC y que mejor sabe conectar con los intereses de los fans, es buen indicador de lo que se podía esperar de esta historia. Para bien o para mal. Y esta es su gran traca final.
El mayor pero que se le puede poner a la historia es que le habría sentado bien algo más de innovación formal. Si es una historia que pretende remover los cimientos, debería funcionar en sus propios términos. Es demasiado deudora (de La Broma Asesina y de Una Muerte en la Familia, particularmente. También son dos historias en las que el Joker hace daño de verdad al Caballero Oscuro) de trabajos precedentes para poder entenderla y es muy efectiva a la hora de hacer una relectura de los grandes acontecimientos de las disputas entre la batfamilia y el príncipe payaso del crimen. Sin embargo, más allá de eso, no he encontrado que quiera hablar de algún tema en especial, con lo que es un cómic que solo puede llegar a gustar al lector experto, pero no va a encandilar a nadie que busque algo más que eso.
Si se obvia ese aspecto, uno se encuentra con una pieza que, como en la mejor tradición de las historias de superhéroes, se atreve a llevar más allá del límite a sus personajes. Parte de un objetivo claro: dar cierre y resolución a algunas de las tramas míticas de la historia del murciélago, a la vez que tiene una aproximación revisionista.

La historia, al contrario de lo que cabría esperar, no parte de las intenciones de Batman intentando ahondar en la identidad del Joker, si no que el detonante parte del propio payaso. Hay crímenes en tres puntos distintos de la ciudad que han sucedido al a vez. No es posible que haya sido acto de una sola persona (aunque también cabría preguntarse que, si el Joker siempre han sido tres, ¿Por qué no ha pasado algo similar antes?). Y ahí es cuando entra Batman que debe no solo descubrir cómo ha sido posible, si no detener los pies a la triple amenaza antes de que ocurra algo parecido otra vez. Aunque argumentalmente esa premisa tenga el aspecto de la clásica historia de Batman contra Joker, formalmente recuerda muchísimo a La Broma Asesina de Alan Moore y de Brian Bolland.
El tono con el que Johns salpica esta historia, tal y como demostró en sus notables arcos argumentales de Tierra Uno, lo tiene más que cogido. Está presente la atmósfera densa y asfixiante que se debe respirar en Gotham, está el desafío intelectual para Batman, está la sensación de peligro constante, está el aire malsano que dota todo… Pero, al contrario, que, en casos anteriores, Batman cuenta con dos de sus colaboradores más afectados por el Joker: Batgirl y Capucha Roja. Esa selección de personajes no es azarosa y el conflicto emocional, en estos casos, hace que haya mucho en juego.
Además, Johns demuestra que ya es un veterano en el sentido de que sabes que, con sus más y sus menos, te va a llevar por territorios muy satisfactorios. Es un proyecto de una gran ambición lo que se propone en estas páginas, pero sabes que no te va a decepcionar. Y como prueba de ello está el potentísimo climax de este primer arco. Pero antes de ello, se ha escrito una sucesión de acontecimientos con un ritmo muy medido en el que no dejan de pasar cosas. Al final, te queda la sensación de que esta no va a ser una noche normal ni para Batman ni para nadie de su entorno.

El arte de Jason Fabok brilla con luz propia, firmando el mejor trabajo en su carrera: desde las escenas más pausadas (si es que las hay) hasta las coreografías, Fabok está brillante. El artista ha sabido dotar a las páginas ese aire de crudeza y de visceralidad. Además, sus Jokers consiguen ser lo suficientemente perturbadores e identificables, además de lograr tener sus diferencias sutiles. Es un trabajo muy clásico, pero que encaja perfectamente en el tono de la historia. Lo mismo se puede decir del color de Brad Anderson. Como es lógico, los tonos son oscuros y los colores son apagados (salvo para determinadas escenas del Joker). No hay grandes estridencias y tiene todo lo que se puede esperar de una historia de estas características, dejando, aun así, una sensación de peso y de profesionalidad muy patente.
Three Jokers tiene un arranque potente. Todo sabe a clásico, pero el misterio tiene el suficientemente interés como para que tenga enganchado al lector durante todas las páginas. Una lectura que recuerda a las mejores de Batman, pero que busca superarlas con una voz propia.