Cómics… ¡Y a bailar!

El noveno arte es un medio que permite acercarse a otras artes de una forma muy propia. Los cómics tienen una forma de plasmar otras artes muy concreta, y aunque pueda carecer, por ejemplo, de sonido (aunque incluso éste está sujeto a representaciones gráficas) existen muchas versiones cinematográficas que han sido adaptadas a cómic. Y a la inversa. Retroalimentándose de una forma maravillosa. Lo mismo ocurre con la literatura, un arte del que los autores de cómics no dejan de crear versiones, o ser influenciados por ellos, como ya os contamos en el artículo del día internacional del libro.

Y lo mismo ocurre con el baile y su representación en cómics y novelas gráficas. Normalmente escribimos este tipo de artículos en relación con fechas marcadas como días internacionales de. Sin embargo, todavía queda mucho para el día internacional de la danza (29 de abril) y queríamos compartir con vosotros una serie de cómics e historias que creemos son muy interesantes y pueden haceros pasar un buen rato, aprender y despertar en vosotros un aprecio por un nuevo arte al que, quizás hasta el momento, no le hayáis prestado mucha atención.

Como ya comentamos en la reseña del manga Welcome to the Ballroom, obra que entraría en este artículo pero que no comentaremos aquí por tener su propia reseña, debido al tipo de competiciones, la variedad de bailes y la suntuosidad de los trajes y vestidos que se utilizan en ellos, mucha gente no concibe el baile como un deporte. Sin embargo, los atletas que se dedican a ello de forma profesional entrenan tanto como cualquier otro deportista de élite. De ahí que el baile sea considerado deporte, y también un arte por su relación con la música. Y es que el baile de competición tiene todo un entramado de reglas, estilos, y normas muy marcados. Y que, en algunas obras, crean el marco perfecto para conocer a los personajes principales. Pero además de los bailes de competición, en este artículo encontraréis también obras acerca de bailes alejados de la competición. O, mejor dicho, bailes que tienen una representación en competiciones internacionales, cuya representación se centra en su versión más íntima.

Porque, si hay algo que une a todos los cómics que vamos a recomendaros en este artículo, es el movimiento de las figuras y la importancia de los personajes. Sin ellos no hay movimiento, y sin su historia no se entienden sus bailes. Salvo en algún caso muy concreto, el tipo de baile se verá reflejado en la vida de quien lo baila. Y a la inversa, los protagonistas elegirán un tipo de baile y música en concreto porque es lo que les permitirá expresarse.

Si hablamos de expresión corporal, y empezamos lógicamente por lo que es más cercano a nosotros, debemos hablar del flamenco. Un arte antiguo y poco representado para nuestro gusto. De entre esas pocas publicaciones encontramos la obra de Zentner y Santos de Veracruz, Flamenco (2002, Astiberri) una obra que se centra en la vida de Paco, un cantaor cuya búsqueda de la perfección del flamenco más puro, el cante cabal, le hará debatirse entre estar con el amor de su vida, o perseguir esa pureza casi imposible. Este cómic está, por desgracia, descatalogado y es bastante complicado de conseguir. Algo que llama mucho la atención de esta obra es la figura del cantaor, y cómo se hace indispensable para el resto de personajes, así como su pasión infinita por un arte complicadísimo. La intensidad de los colores en este cómic acompaña en todo momento ese sentimiento de pasión intensa del protagonista. Además de representar la energía de las bailaoras que aparecen en él. Una obra de ficción muy interesante para adentrarse en el mundo del flamenco.

«El periplo americano de Carmen Amaya» de Cristina Vela, dentro de la obra grupal «Flamenco y Cómic»

Siguiendo en esta línea, encontramos la obra Flamenco y Cómic (2013, Rc Viñetas) donde cada capítulo es una obra autoconclusiva, firmada por un autor diferente y centrada en una figura importante del arte jondo. En ella encontramos la visión personal de veinte autores como Carlos Pacheco, impulsor de la obra, Cristina Vela, Kenny Ruiz, Belén Ortega, Daniel Diosdado o Xian Nu Studio, entre otros artistas. Como se ha comentado, cada episodio se centra en un artista en concreto, y en un momento marcado de su carrera. Así, encontramos historias sobre Camarón, la Paquera de Jeréz, Enrique Morente, Carmen Amaya, Manuel Torre, Moraíto o la grandiosa Lola Flores. Además de alguna historia cuyo protagonista es un lugar, como el barrio del Sacromonte, o el propio origen del flamenco. Todo ello con la variedad de estilos que aportan los veinte autores de cómic. Algunas historias son en blanco y negro, otras a todo color y cada una tiene su propia narrativa. Este volumen es curioso no sólo por su relación con el baile, y el cante, sino también por su aproximación a otras artes como el cine. Y cómo unos quedan embebidos de otros hasta culminar en un cómic. Mostrando lo que comentábamos al principio de este artículo, cómo las páginas de un cómic pueden representar los movimientos del baile, y los sonidos de la música, sin problema alguno.

Tantas posibilidades ofrecen los cómics para representar bailes que, en ocasiones, ni siquiera es necesaria la palabra escrita. Esto ocurre en la novela gráfica Salón Destino de Carlos Vélez (2013, Conaculta) una obra silenciosa, en blanco y negro, donde el protagonista vaga por la ciudad de México atormentado y deprimido. Hasta que se cruza en el camino de una mujer pelirroja, que está bailando tanto en un local acristalado. Tras verla, y decidirse a entrar en el local, el protagonista encontrará en el baile una nueva forma de expresarse y conocerse a sí mismo. El cabello pelirrojo de la mujer es la única nota de color en toda la obra, y hace que sus movimientos sean mucho más llamativos de cara al lector. Al no existir textos, toda la expresividad de los personajes se crea a través de sus cuerpos, y cómo estos se mueven por las páginas respecto al otro.

Página interior de «Salón Destino» de Carlos Vélez

Volviendo a obras nacionales, y casi silenciosas, encontramos El ruido secreto (2017, Spiderland/Sanke) de Roberto Massó. Alejado de las obras anteriores por tratarse de un tipo de cómic mucho más onírico, pero centrado por completo en la representación de una danza (o antidanza) de la bailarina y coreógrafa Loïe Fuller, quien a principios del siglo XX revolucionó no sólo el mundo del baile, sino también del cine, con sus representaciones. Convirtiéndose primero en un icono, y después en leyenda. Una de sus obras más famosas fue La danza de la serpiente, que Massó homenajea en esta obra. El lector asiste a una representación por parte de una bailarina enmascarada, quien no necesita música para bailar. Tal y como Fuller declaraba, la música no otorgaba total libertad a la bailarina, por lo que era innecesaria. Massó hace que su enmascarada siga las enseñanzas de Fuller y en un momento dado el baile se convierta en algo más, como por arte de magia. Esta obra bitono se centra en los movimientos del cuerpo a través del tejido que lo cubre, hasta tal punto que la bailarina llega a desaparecer. De forma hipnótica recrea los movimientos de Fuller y los convierte en verdadera magia. Una forma muy llamativa de reivindicar a la coreógrafa, introduciéndola a un tipo de público distinto.

Página interior de «El ruido secreto» de Roberto Massó

Más o menos al mismo tiempo que Fuller triunfaba en Estados Unidos, en Inglaterra aparecía la figura de Isadora Duncan. Ambas llegaron a conocerse en 1900, e incluso Fuller apoyó, influenció e impulsó la carrera de Duncan, quien terminaría siendo conocida como la madre de la danza moderna. Obviamente, existen obras centradas en la vida de esta artista. Entre ellas queremos destacar dos, Isadora de Julie Birmant y Clément Oubrerie (2017, Dargaud) y Isadora Duncan: Una biografía gráfica de Sabrina Jones (2013, 001 Ediciones). Ambas biografías son muy interesantes, la primera por su forma de representar los bailes de Duncan y la segunda por mostrar además la influencia de la bailarina y coreógrafa en las siguientes generaciones. Ya que, en algunos momentos, pasa de ser una biografía a una autobiografía. Además de mostrar la fuerte posición política de Duncan, algo que influyó en su carrera y obra. Los apartados gráficos no tienen nada que ver el uno con el otro. Mientras el de Jones es más cercano al cartoon y en blanco y negro. Oubrerie utiliza un estilo mucho más detallado, y a color. Un color y trazo que evolucionan al mismo tiempo que lo hace la protagonista. En ambos casos queda patente la gran importancia que tuvo el baile en la vida pública y privada de Isadora Duncan. Mencionar también que éstas no son las únicas obras centradas en la vida de la coreógrafa, pero sí las más accesibles e interesantes.

Siguiendo en la línea del cómic franco-belga, encontramos el caso de Bastien Vivès y su Polina (2011, Diábolo Ediciones) donde se nos muestra el aprendizaje de una bailarina de ballet clásico. Esos ballets rusos perfectos, de los que se sabe que detrás hay horas y horas de entrenamiento, ensayo y dolor, pero del que los espectadores sólo perciben en la función: gracilidad, perfección y facilidad. Porque eso es lo que el maestro de Polina le dice una y otra vez. Debe parecer que es sencillo. La obra sigue la formación de la bailarina, y el dibujo de Vivès está marcado por la sencillez y gracilidad que se le exige a la protagonista. Como si en cualquier momento el dibujo, o ella, se fueran a romper. En ocasiones tanto diálogos como expresiones faciales desaparecen, por lo que el movimiento corporal y el sentimiento que despierte en el espectador (o, en este caso, lector) será lo único que importe. Este cómic muestra la dureza del ballet clásico, porque algo visualmente bello no tiene por qué ser sencillo. Por mucho que el maestro de Polina nos lo quiera hacer creer.

Página interior de «Isadora» de Julie Birmant y Clément Oubrerie, edición inglesa de la editorial SelfMadeHero

Y si hablamos de ballet, no podemos dejar de recomendar Piruetas (2019, La Cúpula) de Tillie Walden. Que realmente no trata esta disciplina, sino la del patinaje artístico, pero ambas comparten cierta formación y estilo, además de ser un estilo de baile deportivo que entra perfectamente en la lista de obras que estamos aquí recomendando. Si bien es cierto que esta obra no se centra exclusivamente en el patinaje, ya que se trata de una autobiografía, sí que abarca la representación de los diez años que la autora dedicó a ese deporte artístico. Y cómo éste formaba parte de su identidad. Piruetas se centra en la llegada a la mayoría de edad de Walden, y trata temas como la identidad (¿quién es ella si deja el patinaje, al que tanto tiempo le ha dedicado?), la identidad sexual y su salida del armario, la familia, el bullying, el amor, la amistad… una obra que introduce el baile en la vida de su protagonista, siendo una parte fundamental de ella, pero sin consumirla.

Volviendo un poco al inicio del artículo, y a la mencionada obra Welcome to the Ballroom de Tomo Takeuchi (2017, Milky Way), existen infinidad de mangas centrados en el mundo del baile. Específicamente, en cuanto a baile de competición, hay una lista interminable de la que nos gustaría destacar 10 Dance de Inoue Satoh (2011, Kodansha) un boys love donde los protagonistas son el campeón de bailes latinos y el campeón de bailes standard. Obviamente rivales y reyes en la pista, y las competiciones, pasan a convertirse en algo más. Y aunque el eje central es la relación entre ellos, nada en la historia tendría sentido sin el baile y las competiciones que aparecen. Especialmente, porque el nombre del manga, 10 Dance es la competición que ambos quieren ganar. Esta obra está disponible en inglés gracias a Penguin Random House. Dentro del género yaoi el baile aparece en muchas obras. Por otro lado, el ballet es otra de las disciplinas que se repite en muchos mangas, y normalmente suele tener una vertiente bastante romántica, y en algunos casos dramática. Algunos ejemplos son: Dance! Subaru, La Magnifique Grande Scène o Swan, todos ellos disponibles en inglés.

Pero el baile no se queda ahí, incluso los cómics de súper héroes se han visto invadidos por él en infinidad de ocasiones. Aunque obviamente no es el eje central de ninguna historia de súper héroes, hay algunos personajes de Marvel y DC que han estado ligados al mundo del baile en momentos puntuales. Empecemos por ejemplo con Dazzler, una mutante que actualmente podemos encontrar en A-Force de G. Willow Wilson y Marguerite Bennett. Cuando hizo su debut en 1980 apareció como una patinadora, reina de la pista y la música disco, que era capaz de convertir el sonido en haces de luz y energía. Con batallas de baile incluidas. Tuvo una serie propia de cómics, y ha aparecido infinidad de veces en los X-Men, y otras series de Marvel. Además de Dazzler, otros personajes más conocidos como la Viuda Negra han tenido en algún momento su vida ligada al baile. En este caso en concreto, al estricto ballet ruso. Kitty Pride también llegó a estudiar esta disciplina. Mary Jane Watson y Elektra, también tuvieron sus tramas relacionadas con el baile. Aunque a la que más partido le sacó Marvel, volviendo a los mutantes, fue a Emma Frost. Quien durante un tiempo trabajó como pole dancer. Esto ocurre menos en los cómics de DC, en ningún momento el baile aparece como ocupación actual de los super héroes, pero sí que hay algunos que han bailado profesionalmente. Entre ellos se encuentran Dick Grayson/Nightwing, que teniendo en cuenta que originalmente trabajaba en un circo tampoco debería ser una gran sorpresa. Mientras que Voodoo/ Priscilla Kitaen y Liana Kerzner, tienen trabajos de baile algo más… exóticos.

Dazzler Thor y su estilo Punk-Rock

Este artículo pretendía únicamente recomendar algunos cómics relacionados con el baile, y mostrar cómo es posible que distintos tipos de artes se intercalen de una forma tan fantástica como ésta. Desde Sala de Peligro esperamos que os haya despertado la curiosidad un poco respecto a este tema. Y, si conocéis alguno más que seguro nos hemos dejado en el camino, hacédnoslo saber en redes. Pero tened en cuenta que hemos dejado fuera de este artículo las obras centradas en música… porque eso da para un par de artículos más. Ahora a leer cómics… ¡y a bailar!