Con motivo de la publicación de Subnormal, su guionista, Fernando Llor nos ha querido conceder algunas palabras acerca de ese trabajo, de la profesión y de la situación del mercado español. Su visión es única puesto que, aparte de tener una dilatada carrera en la que ha tocado todo tipo de editoriales y géneros, también es miembro de la ARGH!, dedicada a luchar por los derechos de los guionistas de cómic y a promover distintos apoyos, desde su fundación.
Subnormal es una la gran apuesta de Panini de cara a la vuelta al cole. ¿Cómo surgió el proyecto?
Fue a través de José Luis Córdoba, el director editorial de Panini, tenía muchas ganas de hacer un cómic sobre acoso escolar y me lo comentó durante el Salón del Cómic de Barcelona de 2019. A partir de ahí le pasé una primera idea que no terminaba de encajar así que me pasó el contacto de Iñaki para tantear si se podía hacer algo contando su vida. El resto se cuenta solo, tras muchas (realmente muchas) llamadas empecé a dar forma a una escaleta en la que ya iba seleccionando qué momentos concretos contar.
En España no hay muchos ejemplos en la cultura popular que pongan el foco en el tema del acoso escolar. ¿Empleaste algún referente que te sirviese de inspiración?
Pues no, ninguno. En realidad siempre trato de evitar referencias directas cuando estoy trabajando en una historia, me da cierto miedo tenerlas muy presentes porque creo que me voy a “contaminar” con alguna idea, algún tema, algún giro, algún personaje o cualquier elemento que me resulte súper interesante y luego tienda consciente o inconscientemente a la copia.
¿Cómo es traducir la realidad a una estructura dramática? ¿Se han tenido que alterar muchas cosas para que funcione?
Pues resultó bastante complicado tratar de dotar de cierta estructura una historia así porque sobre todo supone hacer un ejercicio constante de contención y de criba.
Hay elementos y personajes que tuvieron que quedarse fuera de la historia por cuestiones de espacio físico ya que no podíamos hacer un cómic infinito y otros que, por intentar que todo tuviese cierto equilibrio, también optamos por no contar.
Los guionistas tienen algunas máximas grabadas a fuego como “escribe sobre lo que sabes”. En este caso, ¿Cuánto hay de ti en Subnormal?
La verdad es que estoy muy en contra de “escribe sobre lo que sabes”, me parece mucho más interesante y didáctico hacerlo sobre lo que no se conoce porque supone aprendizaje y experimentación.
Hay bastante de mí en el cómic en la construcción de varios personajes. Casi siempre suelo utilizar referentes de gente que conozco para crearlos y, en este caso concreto, me basé en gente de mi alrededor de la época del instituto para tratar de afilar ciertos diálogos llevándolos a un sarcasmo que pudiese ser hiriente.
La historia narra la historia real de Iñaki Zubizarreta, quien ha supervisado el proyecto. ¿Cómo fue trabajar basándote en una historia real y que el protagonista de este valorase vuestro trabajo?
Fue muy sencillo porque en lo esencial, en lo verdaderamente importante, siempre hemos estado de acuerdo. Además los retoques nunca han ido más allá de cambiar algún pequeño diálogo para reflejar mejor su realidad o ajustar alguna escena.
Iñaki ha estado siempre muy implicado en el desarrollo del cómic y es un tipo transparente y que no se anda con medias tintas, si algo le gusta te lo va a decir y si no le gusta también. Eso, que en un primer momento podría parecer brusco o molesto, para mí es mucho mejor que andarse con rodeos y con historias, creo que por eso nos entendemos tan bien.
Si es un proyecto de encargo, ¿Qué es lo que tiene que tener para que te interese?
Tiene que tener una buena materia prima desde la que construir, ya puede ser un personaje, un acontecimiento histórico o algún tipo de divertimento. Teniendo alguno de esos elementos puedo empezar a darle forma, pero si no encuentro algo de eso, si no tengo un “ancla” dentro del proyecto, puede llegar a ser una tortura y eso es terrible tanto si es un encargo como si no.
Si es un proyecto propio de creación propia, ¿De dónde nace la idea primigenia? Dicho de otro modo, ¿en qué te inspiras?
Pues aunque haya varios compañeros y compañeras que lo desaconsejan, a mí me gusta empezar por el tema, por saber de qué quiero hablar. Eso no quita que muchas veces me “tropiezo” con historias o con personajes y parto desde ahí, pero lo más habitual siempre ha sido construir a partir de una emoción sobre la que quiero explorar.
¿Te acercas a todos los proyectos empleando el mismo proceso?
Hasta hace un par de años sí, pero en los últimos tiempos he modificado varios aspectos de mi proceso en algunos proyectos.
Antes seguía un esquema de trabajo mucho más planificado con escaletas kilométricas que revisaba una y otra vez. Lo sigo haciendo para gran parte de historias, pero ahora lo compagino con otras en las que me dejo llevar y voy escribiendo sin más guía que una pequeña sinopsis.
¿Eres un estructuralista que necesita tener todo claro antes de empezar a dialogar o, por el contrario, te dejas llevar?
Ahora mismo diría que un poco de cada. Cuando parto de una escaleta muy cerrada lo que más me divierte es escribir escenas tratando de transmitir lo que pone en la escaleta, pero sin resultar demasiado obvio.
Cuando voy un poco más a lo loco y me dejo llevar intento construir escenas que me gusten independientemente de si guardan una coherencia total con el resto de la historia o no y luego ya veré si las mantengo o las quito.
En cualquier caso nunca hago un paso intermedio entre la escaleta y la escena dialogada, no soy capaz (al menos de momento) de escribir un tratamiento sin diálogos porque los entiendo como una parte fundamental de la forma de ser de cada personaje. Moverlos por una escena como peones me aparta un poco del proceso porque me resulta artificial.
Puede parecer una idiotez, pero en mi forma de escribir hay una distinción entre la escritura preparatoria (loglines, sinopsis, argumentos, escaletas…) y una escritura más emocional que empieza en el momento en que pones el encabezado de una escena. En la primera trato de allanar el camino para contar, en la segunda el chip es el de transmitir.
Hablemos respecto al tema, al corazón de la historia. ¿En qué momento te das cuenta de él? ¿Partes de una “estrella fugaz” que te guía por todo el proceso o es algo que se va aclarando a medida que desarrollas todo?
Como comentaba más arriba, por raro que suene me gusta partir de un tema y luego, al menos en la mayor parte de lo que escribo, trato de colocar una duda. Por mucho que yo tenga mi opinión sobre unas cosas u otras, intento no pontificar sobre nada porque siempre me ha parecido que es mucho más interesante intentar hacer pensar que vender panfletos.
¿Cómo se lidia con la frustración de saber que siempre se puede mejorar cualquier historia, con esa idea de que llega algún punto en el que tienes que cerrar el guion?
No lidiando con ella, hace tiempo que dejé de romperme la cabeza buscando historias perfectas porque no existen. Creo que la clave está en buscar un equilibrio entre el éxtasis inicial y la autocrítica.
¿Qué es lo más complicado de esta profesión? ¿Y lo que más te llena?
Para mí lo más complicado es todo lo que rodea el mundo de la escritura pero no consiste en escribir. Estamos en un momento en el que guionistas y escritores tenemos que desempeñar un montón de funciones más allá de nuestro trabajo y que además nadie nos va a pagar.
Somos comerciales de nosotros mismos, somos intermediarios y actuamos como una especie de community managers para tratar de crear una marca personal y al final, por mucho que haya cientos de “expertos” diciéndonos lo contrario y vendiéndonos fórmulas mágicas para alcanzar el éxito, toda esa exposición continua no juega un papel tan determinante.
Me llenan fundamentalmente dos cosas: la primera es poder seguir creando con libertad. Tengo una suerte inmensa porque en todo lo que he hecho hasta el momento siempre he podido llegar a un punto de entendimiento con los demás y las modificaciones que se hayan tenido que hacer en las historias siempre han sido consensuadas salvo pequeños casos muy anecdóticos.
La segunda es que además de escribir puedo enseñar y eso me llena mucho porque siempre he tenido vocación docente.
Respecto a la relación con el/la dibujante. ¿Cuál dirías que es el entendimiento óptimo?
Creo que el mayor entendimiento llega cuando ninguno de los dos busca imponer su criterio al otro. Se puede hablar de todo y es muy necesario hacerlo, pero cuando se llega a un callejón sin salida lo mejor es confiar y pensar que si alguien está convencido al cien por cien de algo es porque tiene razones reales.
¿Hasta qué punto el dibujo influye en el guion y el guion en el dibujo?
Pues no sé si soy capaz de responder de una manera sencilla, creo que depende mucho de cada autor, de lo marcado que esté su estilo escribiendo o dibujando y de cómo fluya la relación a la hora de trabajar en equipo. Cada proyecto y cada equipo (por mucho que suene a tópico) es totalmente diferente y hay veces en las que te pueden influir hasta dejarte prácticamente marcado y otras en las que no se llega a ese nivel.
¿Cuál ha sido el momento en el que el dibujo te ha sorprendido enormemente con alguna aportación que haya hecho sobre un guion tuyo?
Es algo que me ocurre constantemente y no querría entrar en casos concretos porque seguro que me dejaría a alguien fuera, pero vaya que es algo muy habitual y que creo que además compartimos casi todos los guionistas. Para mí sigue siendo mágico ese momento en el que recibo unas tintas o una página coloreada y no puedo más que quedarme maravillado.
Hay otra máxima respecto al guionista del cómic que es el que son dibujantes frustrados. ¿Estás de acuerdo con esa afirmación?
Eso es una tontería enorme y pretende con una sola afirmación cargarse la posibilidad de que alguien quiera escribir cómics tan solo por que le gusta escribir cómics.
¿Crees que el guionista necesita tener nociones de dibujante para un entendimiento mejor del trabajo de tu compañero?
Lo creo, es muy importante tener ciertas nociones para saber cuándo es una barbaridad lo que estás pidiendo o cuando directamente no se puede hacer. También considero que los dibujantes deberían tener nociones de escritura exactamente por lo mismo.
El editor también está ahí y es el gran tapado a la hora de llevarse los méritos creativos. ¿Cómo valoras el peso que tiene en el desarrollo de un cómic?
El editor tiene un peso fundamental, desde el momento en que cree y apuesta por un proyecto es porque sabe que tiene potencial y siempre va a intentar ofrecer el mejor producto posible. Además, con los años, va conociendo y aprendiendo cada vez más sobre sus posibles lectores y eso le permite afinar mejor.
¿Cuál ha sido la experiencia más surrealista que has vivido relacionada con esta profesión?
Pues me ha tocado vivir unas cuantas, pero sin duda la más esperpéntica fue cuando un editor francés nos pedía a mi compañero Alex Muñoz y a mí que la protagonista de nuestro tebeo fuese mucho más sexy. Tras pedirle (siempre mediante traductor automático) que nos explicase qué era exactamente lo que estaba buscando con ello, acabó diciendo algo así como: esto es un cómic para adolescentes y quiero que los chicos se enganchen porque les excita. Nos alejamos discretamente y ya no volvimos a querer saber nada.
¿Cómo valoras la situación del guionista de cómic actualmente en España?
Compleja y muy diferente en función de a quién le preguntes. No conozco a ninguno que viva única y exclusivamente de escribir cómics y eso ya dice bastante de la profesión. Estamos en un momento en el que si se quiere vivir de escribir hay que diversificar entre diferentes medios y formatos. Eso si se quiere pensar solo en el mercado español, siempre sigue existiendo la posibilidad de intentar en otros mercados, aunque cada vez está más complicado.
El mercado francobelga hace ya unos años que se ha dado cuenta de la enorme burbuja que tenían de sobreproducción y han empezado a pincharla un poco. Y en el mercado estadounidense siguen teniendo enormes reticencias hacia los guionistas foráneos.
¿Qué tendría que mejorar en España para que un guionista profesional de cómic pueda dedicarse exclusivamente a ello?
La situación debería mejorar para los guionistas de cómic, pero también para todo el sector en general. Hay mucha precariedad entre los autores, pero también la hay en librerías en las que solo hay una persona al cargo o en editoriales que necesitan compaginar la edición con otras profesiones. Todo el entramado del cómic debería cambiar mucho para ir saliendo de esta situación.
Para ello hay que reclamar visibilidad, planes de lectura, programas de becas, de ayudas y de residencias y también acuerdos con las diferentes consejerías de educación para que se vaya introduciendo cada vez más el cómic en las aulas.
Pero creo que es fundamental no solo caer en la exigencia sino que hay que hablar más de las enormes posibilidades que tiene el cómic como medio y lo poderoso que es como herramienta para hablar de cualquier tema y en cualquier campo.