Todo acto tiene consecuencia. Más si es un acto tan dañino como el 11S. Fue una fecha en la que el mundo cambió. Evidentemente, la tragedia dolorosa está ahí, pero trajo una crisis existencial en occidente y en la ficción cuyos efectos tardaron poquísimo en hacerse patentes.
En aquella época Marvel vivió una edad de oro a base de remodelar, actualizar y convertir en atractivos de nuevo estos personajes. Y fue ahí cuando surgió una novela río que logró marcar a más de uno e influir en todo lo que vendría después. Y Civil War estaba en el centro de eso. Es una pieza fundamental para comprender el modo en el que la editorial hablaría a un nuevo público.
Aunque es un cómic con más de diez años de relevancia sigue más que vigente. Y prueba de ello es que Panini Cómics ha optado por editarlo en una linea que supone unas de sus apuestas para este inicio de curso: la linea Marvel Must-Have. En ella buscan recuperar material que ha sido fundamental para la editorial americana en los últimos años. Y lo hacen con unos precios muy ajustados para que acceder a un nuevo público.
A Mark Millar este crossover le sirvió como consolidación definitiva como autor comercial. Y aquí están todas sus virtudes y algunos de sus vicios. Aunque se parte de algunas ideas que ya desarrolló en The Ultimates. Ahí ya estaba George Bush presente haciendo de las suyas y la guerra contra la Yihad de fondo. Y también resulta interesante el contraste entre sus dos visiones del Capitán América. Mientras que en The Ultimates es un lacayo ultra (más cercano a USAgente o a Nuke) del poder, en esta se revela contra él en favor de la libertad. Casi parecen escritos por distintas personas.
Se parte de un concepto muy interesante: a causa de un desastre, los superhéroes deben registrarse para poder seguir actuando. Eso supone supeditarlos a S.H.I.E.L.D. y al gobierno americano, a quienes deben rendir cuentas. Además de revelar sus identidades secretas. Esto debe leerse en el contexto de la Ley Patriótica que propuso la administración Bush. Es una premisa que recupera la mejor tradición de las historias de superhéroes respecto al reflejo de la realidad social del momento.
Más allá de eso y, por desgracia, aunque esa sea la intención, se queda a medio camino en favor de los golpes de efecto y acercamiento a la caracterización, lo cual anula el debate ideológico para convertirlo en algo más emocional. Al final si algo es Civil War, por encima de todo, es el choque definitivo de las rencillas entre Iron Man y el Capitán América.
Una de las mejores decisiones de este crossover es que no hay una respuesta que deba moverse en blancos y negros. La moralidad de ambos se resquebraja en cuanto se antepone un fin a los medios. Rogers acepta una libertad y está dispuesto a destrozar ciudades y causar víctimas por defenderla. Stark por su parte busca imponer la ley por la vía de la represión. Esta ambigüedad encaja perfectamente con el pensamiento dominante del momento. Y es que por aquel entonces no se podía señalar quiénes eran los buenos y malos. Ahora se parece tenerlo perfectamente claro.
Al final ambos personajes representan el eterno conflicto de izquierda y derecha. Libertad contra control estatal. El segundo puede proporcionar la seguridad suficiente, aunque eso pueda anular la posibilidad de ese “dejar hacer”. Desde luego, es un tema complejo y Civil War solo lo plantea. No esperes encontrar respuestas en este cómic porque no las hay. Y mucho menos en un cómic cuyo principal objetivo es entretener dando una historia grandilocuente. Si estás buscando eso, este es el lugar adecuado.
Otro de los aciertos indiscutibles de este cómic es respecto al desarrollo que tiene una narrativa bifurcada e interconectada en la que, al contrario que en otros cruces que han venido después, sí que se transmite esa sensación de relevancia y de reformulación perdurable dentro del Universo Marvel. Aunque haya una trama central, hay consecuencias severas para todos y cada uno de los personajes que intervienen en esta historia y Millar fue capaz de conjugarlo todo en la serie central.
Sin embargo, y ahí viene lo malo, es una serie en la que en no pocas ocasiones se le ven los hilos. ¿Son coherentes algunas de las decisiones de los personajes? ¿El raccord emocional de los personajes tiene sentido? ¿Está bien hilada la sucesión de acontecimientos? Como obra unitaria es muy dependiente de los tie-ins y si se lee únicamente chirrían más cosas de las que debieran. También es muy discutido el cierre, que se puede antojar como demasiado apresurado y tiene un ex machina clarísimo, cosa clásica dentro de este género, por otra parte.
Y esas carencias se pueden ver superadas en la adaptación que tuvo al cine. Los guionistas de la tercera parte del Capitán América entendieron perfectamente cuál es el centro de la obra y supieron trasladarla en el que es el complemento perfecto para estas viñetas.
El trabajo de Steve McNiven es apabullantemente espectacular. Es una versión actualizada de la mejor tradición de la épica de la editorial. No es alguien que buscase hacer algo excesivamente experimental, si no crear páginas que transmitan majestuosidad. A su vez, también dan una sensación de visceralidad necesaria para esta historia. Aunque los héroes sigan luciendo grandilocuentes, McNiven sabe también darle un look un tanto crepuscular.
Para ello contribuye el entintado y los colores de unos soberbios Dexter Vines y de Morry Hollowell. Ellos consiguen hacer unos superhéroes sombríos y con unos tonos más bien apagados, a pesar de seguir siendo icónicos.
Civil War es algo a lo que conviene revisar para entender cómo afectaron las consecuencias del 11S en el medio. Una pieza fundamental dentro de la Marvel que quería adentrarse en el siglo XXI. Un cómic comprometido, muy apegado a la realidad y con un debate moral, social e ideológico complicado. Es una obra totalmente influyente que despertó más de un nuevo modo de amar al género.
Título: Marvel Must-Have: Civil War |
Guión: Mark Millar |
Dibujo: Steve McNiven |
Color: Morry Hollowell |
Edición Nacional: Panini Cómics |
Edición original: Marvel Comics |
Formato: Tomo cartoné de 208 páginas a color |
Precio: 15 € |