Palabra de Editor es la columna de opinión de Pedro F. Medina (@Studio_Kat), Editor Jefe, responsable de licencias y redes sociales de Fandogamia (@Fandogamia) y periodista con una faceta nada oculta de showman en los eventos de cómic y manga.
Llevo semanas queriendo poner sobre papel algunas reflexiones sobre cómo la cuarentena y el panorama sanitario actual con el COVID-19 ha afectado y afectará a las editoriales de cómic en España, pero tanto la cantidad de trabajo como el hecho de que ya no hay nadie que escriba sobre papel me lo han impedido hasta hoy. Heme aquí, mecanografiando en el portátil algunas ideas que, aunque pretendo que tengan algún orden, probablemente sean tan caóticas como las circunstancias que nos envuelven.
Quizá pienses, tras leerme acerca de “la cantidad de trabajo”, que en estos momentos el panorama no pinta tan mal. Que ya has hecho unas cuantas compras desde el fin del confinamiento, has visto las librerías abiertas y navegando por Instagram constatas que se están publicando y anunciando novedades. Pero, como siempre, aquello que observamos suele ser la punta del iceberg.
Que las condiciones editoriales han cambiado para todos es un hecho indiscutible. La ausencia de eventos durante la temporada fuerte del sector desde marzo hasta la fecha y el parón en la distribución en las ocho semanas de cuarentena nos han golpeado duro. Mi cara fue un poema al ver las devoluciones de librerías durante marzo y abril. Las tiendas iban en busca de liquidez para afrontar el peregrinaje por el desierto, y los editores recibimos de vuelta unos cuantos libros (unos cuantos cientos y miles) y un mazazo en las cuentas, porque nosotros no tenemos a quien devolverle nada. Los lanzamientos de marzo se quedaron en el limbo, listos para el envío en imprenta o almacenados en la distribuidora. Vamos, un desastre, una catástrofe en esta “industria” en la que se depende del lanzamiento continuo para que la rueda siga girando. Porque el editor que no haya publicado nada durante estos seis meses y acuda ahora a un hipotético evento verá que el lector, por mucho que nos pese, busca mayoritariamente la maldita novedad. Que el sistema está mal da pie a otro debate, pero ahora hablemos de la crisis que nos toca. Cada cosa a su tiempo.
Aunque ha habido tímidos acercamientos entre todos los actores del sector (librerías, editoriales, distribuidores, los grandes olvidados autores y autoras, y la omnipresente Administración) al final cada uno ha barrido para su casa ante el Mad Max que se nos echaba encima. Muchas distribuidoras congelaron pagos, mientras los agentes de derechos internacionales escribían diciendo que entendían que todas las negociaciones se iban a demorar porque en sus países respectivos también comenzaban a comerse la mierda. Hay quienes vendieron online durante este tiempo y otros que no, pero la delgada línea entre frenar la cadena de contagio y poder dar de comer a tu familia, mientras afrontas los alquileres y costes fijos de mantenerte ya no en pie sino agazapado y esperando a que pase la tormenta, no debería ser juzgada por nadie. Pero, de nuevo, otro debate a plantear cuando nos veamos las caras será el compromiso ético y profesional de todos los eslabones de esta cadena y el respeto mutuo. También te digo, entre tú y yo, que como nos encierren otra vez le van a dar por culo a todo y vamos a intentar vender online como cosacos, desde el primero hasta el último. El que esté preparado, claro.
Ya no vale lo de que Amazon lidera las ventas y no tiene competencia digital. Han pasado seis meses desde que nos enclaustramos a golpe de estado de alarma por primera vez, y el que no se ha adaptado a la Nueva Normalidad es porque no ha podido o porque no ha querido. En el primer caso, mis más sinceras condolencias. Ha costado arañar cada maldito euro y se ha ido en lo esencial, bastante hemos aguantado. Y en el segundo caso, pues esto es lo que hay. Corre a abrirte una tienda virtual. Corre a pedirle el correo electrónico a tu clientela. Corre a apuntar tu librería a TODOSTUSLIBROS, por decirte algo. Corre a abrir otro crowdfunding más. Porque las reglas del juego han cambiado, pero hace ya 200 días. El sector es ahora semipresencial. Los eventos que abran sus puertas van a ser semipresenciales (los stands pasarán a ser búnkers y los libros irán retractilados en kevlar).
La Nueva Normalidad es, en realidad, la Nueva Semipresencialidad. El teletrabajo no se entiende sin telecompra. Doy gracias por los eventos que van a tratar de abrir sus puertas de aquí a fin de año, Manga Barcelona, Salón del Cómic de Castellón, Zaragoza, cualquiera, porque nos van a dar en mayor o menor medida un respiro económico en forma de billetes contantes y sonantes, pero se han convertido en el Plan C de cualquier proyecto que pretenda sobrevivir más allá de seis meses. La clave más que nunca es la fidelización del lector y esa identidad semipresencial que es nuestro perfil en Internet y lo cretinos que somos al responder a una crítica negativa en Twitter.
Cuando pase la campaña de Navidad ya veremos qué tal. Si el auge de las ventas virtuales ha sido solo un rebrote o ha venido para quedarse. Si con esas cifras se pueden afrontar los impagos desde el coronavirus o seguimos viendo a editores y libreros echar el cierre (de forma semipresencial). Otro día también hablamos de los cómics digitales, venga… otro día que tenga ganas de haceros reír fuerte.