El Pacto del Letargo, Norma Editorial trae la nueva y ecológica obra de Miguelanxo Prado

La relación entre la humanidad y el ambiente siempre ha sido problemática. Pero ahora parece que se ha rebosado el punto de no retorno. El planeta agoniza en favor de la ambición desmedida de algunos. Se lleva recibiendo avisos durante décadas y se opta una y otra vez por ignorarlos. ¿Hay alguna posibilidad de redención para los habitantes de este planeta? ¿Habrá la capacidad de salvar la naturaleza para salvar a todos? O, lo que es peor, ¿Se tiene el más mínimo interés si ello significa perder dinero y estatus?

El artista, a estas alturas veterano, Miguelanxo Prado vuelve para deleitar con una lectura crítica con la codicia humana pero que sabe anteponer forma a los temas. Si algo se encuentra uno cuando lee El Pacto del Letargo es una obra muy accesible y ligera. El cómic en sus poco más de 100 páginas  nos despliega una mitología muy particular que recuerda a los mitos provenientes de Galicia, tierra del autor.

Se parte de una premisa que promete entretenimiento. Unas criaturas mitológicas despiertan. Un joven becario universitario decide investigar las esotéricas investigaciones de un profesor jubilado. Y un siniestro jefe de estudios tiene sus propios planes, que entorpecen la investigación del protagonista.

Se trata de un concepto que, aunque sea gordo, se trata con inteligencia y se mantiene de forma constante un acercamiento realista. Se acerca más a un realismo mágico con espíritu aventurero que a la fantasía pura.

La trama es sencilla y directa. No guarda mucho giro insospechado, pero prefiere contarla con inteligencia y ritmo. Sabe dosificar la información para que el interés se mantenga uniformemente y consigue saber cuándo ser explícito y cuando no.

Aunque haya un protagonismo evidente, el autor sabe manejar perfectamente los puntos de vista. Ello le sirve para que sea una pieza en la que se puedan llegar a entender todos los puntos de vista, a pesar de que algunos sean más antipáticos y despreciables que otros. Pero, sobre todo, es un modo de traducir en acciones la relación entre hombre y naturaleza.

En el momento en el que se personifica un abstracto, se puede llegar a dramatizar una idea. En este caso, resulta de sumo interés como un demonio toma forma humana y se infiltra entre los hombres. Es el antagonista más interesante en cuanto a que es un concepto que toma forma y toma parte directa de la acción principal. A su vez, aunque sea un personaje muy extremo, es aquel con el que es difícil no empatizar. Aunque sea un villano, Prado alcanza el objetivo de que el lector se encariñe con este personaje con una facilidad pasmosa.

La narrativa no es demasiado exigente, con lo que puede ser una atrayente puerta de entrada para los desconocedores de la obra. Y para los que sí que lo son, se encontrarán con una obra que sintetiza en pocas páginas todo aquello que han convertido a este autor en una de las voces más potentes del país.

La cuestión de la que parte es si es posible encontrar algún motivo por el que debamos ser salvados. Hay mucho en juego, pero el autor logra contarlo a pequeña escala de una forma verdaderamente satisfactoria y, por momentos, con ese aire poético al que está acostumbrado a exponer con facilidad.

Una de las bucólicas ilustraciones de Prado.

El arte de Miguelanxo Prado sigue siendo igual de apabullante. Se aprecia que es un autor que ha ido evolucionando en su arte y aquí nos trae una línea más clara y refinada que en trabajos anteriores. Y aun así sigue siendo perfectamente reconocible en todas y cada una de sus viñetas. Sus páginas contienen una belleza que salta a la vista. Se aprecia claramente el minucioso cuidado con el que ha sido tratada la obra.

Tiene una gran habilidad a la hora de que sus personajes transmitan mucha verdad. Se mueve entre lo caricaturesco y lo realista, y de este modo, obtiene un lirismo con el que sus páginas ganan enteros. Ese aspecto también reside en unas composiciones que, aun con sus ligeras variaciones, siguen un mismo patrón. Por otra parte, es un autor que con poco logra transportar al lector a unos ambientes y atmósferas muy específicas.

Para ello se complementa con una paleta de colores muy llamativa y definida. No usa colores particularmente llamativos, pero sí que son muy vivos y están perfectamente seleccionados. Amarillos, verdes, azules, marrones y violetas. Cada uno representa simbólicamente algo distinto, pero tienen una importancia fundamental. Además, por el modo en el que se han tratado, le dan al cómic una fluidez muy interesante.

La edición de Norma Editorial no incluye extras, pero viene un tomo majestuoso, de grandes proporciones. Por ese motivo, se permite disfrutar del arte en todo su esplendor.  

El Pacto del Letargo es tan relevante como la mejor de las ficciones. Un cómic que emplea las máscaras de la ficción para hablar de cosas difíciles. Una nueva muestra del inagotable talento de Migelanxo Prado. Y van unas cuantas.

Título: El Pacto del Letargo
Guion, dibujo y color: Miguelanxo Prado
Edición Nacional: Norma Editorial
Edición Original: Casterman
Formato: Cartoné, 104 páginas
Precio: 23,00€