Arthur Edward Waite, uno de los maestros tarotistas del siglo XIX, escribió que la carta del diez de espadas revela el dolor de quien consulta el oráculo. La ilustración tradicional, que muestra a un hombre con diez aceros clavados en su espalda, puede alertar sobre una traición. Vuelta del revés, anuncia un éxito transitorio, poder y autoridad. Adicionalmente, algunos manuales de interpretación del tarot de Marsella indican también que el naipe sugiere nociones como “recuperación” o “evolución”. Todos estos elementos son los que se dibujan en el horizonte de La Patrulla X según la tirada de cartas que Jonathan Hickman y Tini Howard han hecho a los mutantes. Dolor y recuperación, poder y traición, surgimiento y caída en desgracia prometen ser algunos de los ingredientes de X of Swords (que debe leerse Diez de espadas), el crossover cuyo primer número ha llegado hoy a las librerías de Estados Unidos y a la tienda digital de Marvel.
Esta alusión a uno de los arcanos menores no es la primera referencia al tarot que leemos en la etapa de Hickman al frente de La Patrulla X. En Potencias de X ya jugó con los arquetipos de El Mago, El Diablo y La Torre. Ésta última se evoca de nuevo en La Patrulla X #7 (USA), en cuyas viñetas descubrimos que en el centro de Krakoa ha aparecido una torre, aparentemente destinada a Rondador Nocturno, que se encuentra filosofando a propósito de una nueva religión para mutantes. Conociendo la capacidad del autor de Carolina del Sur para urdir planes a largo plazo y encriptar mensajes en su obra, los lectores mutantes harían bien en apuntarse a un curso de interpretación de los arcanos mayores y menores si no desean que se les pase por alto ningún detalle.
De hecho, la primera de las veintidós entregas que compondrán X of Swords comienza con el asalto a la majestuosa torre de Del Di’lorr, el bastión del reino de Dryador, en Otromundo. Se avecina un apocalipsis, anuncia uno de los invasores, avatar de Anubis, mientras sostiene una guadaña en su mano izquierda y contempla el terrible incendio que devora la fortaleza. Como los invasores revelan, se trata sólo de una etapa necesaria en su camino hacia Krakoa.
En la Ciudadela Starlight (que los fans de Excalibur o Capitán Britania recordarán como hogar de Roma y base de operaciones de los Capitán Britania Corps), Ópalo Luna Saturnina, majestad omniversal, gobernadora de Otromundo, la luz blanca de ambos reinos, escudriña en los arcanos de una baraja de tarot en la que los arquetipos están representados por personajes de La Patrulla X (no me hacen cartas para verlo venir: 2021, Marvel lanza al mercado una baraja del tarot de los X-Men: Shut up and take my money!) para averiguar qué traerán los malos presagios que llegan desde Del Di’lorr.
Esos negros augurios tampoco tardan en llegar a Krakoa, por voz del nieto de Apocalipsis, que es emboscada en Otromundo cuando se encontraba de misión junto a Unus y Banshee. Unus fue capturado y Banshee herido (…) el mensaje que traigo es el del inevitable fin de este mundo. La amenaza procede del pasado del propio En Sabah Nur (principal protagonista de la grapa), y en el amanecer de la nación mutante vuelve para retarlo.
Bajo el envoltorio de fantasía épica que parece salido de la sastrería de Howard, que ha sabido combinar notablemente el tono de ciencia ficción de los mutantes con lo tolkieniano en su Excalibur, el vínculo entre los villanos y Apocalipsis es el cuerpo de tensión ideológica y emocional que hallamos en cualquier tebeo de Hickman. Crujen los cimientos de la sala en la que se reúne el gobierno de Krakoa en el momento en el que un terrible enemigo amenaza con invadirlos desde Otromundo y, por impensable que parezca, se resquebraja el corazón y el ánimo de En Sabah Nur cuando descubre el rostro de quienes los asedian.
Con este planteamiento, X of Swords se anuncia como un evento de gran alcance, no sólo por la evocación de la épica tan bien evocada por Larraz a lo largo de todo el tebeo, sino también porque a lo largo de sus páginas se deja sentir una tensión que está a punto de desatarse en el seno de la nación mutante. El conflicto se inicia como bélico y en el número #1 ya asistimos a diversas escaramuzas, pero se anuncia también como político y personal en escenas como el breve careo entre Magneto y Apocalipsis que escriben Hickman y Howard hacia la mitad del número.
Pese a que no resulta del todo imprescindible haber leído las entregas anteriores para comprender la guerra que acaba de desatarse, un lector que aterrice en el evento sin haber asistido al nacimiento de Krakoa como nación mutante en Potencias de X y Dinastía de X se sentirá desconcertado; más aún porque la tierra viva que acoge a los mutantes decide tomar parte activa en las decisiones del gobierno. Por otra parte, otro hipotético lector que haya comenzado a leer las venturas y desventuras de los pupilos del Profesor X con Jonathan Hickman, torcerá la boca y pasará rápido alguna página, como esa en la que Apocalipsis se encuentra con Arcángel y exhibe una sonrisa sibilina al verlo en esta forma y no en la otra (…) en lo que yo te convertí, Ángel de la Muerte. Y es que aunque se aprecia cierta voluntad narrativa de que X of Swords pueda leerse de forma autónoma, el papel fundamental que parece que van a jugar las relaciones entre personajes y las referencias a relatos mutantes de las décadas pasadas que deslizan los autores hacen que la experiencia de lectura quede levemente incompleta sin ese bagaje previo.
Sin que pueda ser un evento tan ambicioso y crucial como las dos miniseries con las que Hickman abrió la nueva etapa de los mutantes de Marvel, por lo que nos ha dejado leer en su primera entrega, X of Swords promete ser un evento con altas dosis de épica y de tensión, que someterá a estrés a sus protagonistas… pero que todavía no podemos saber hacia dónde nos conducirá. Habrá que esperar a completar las veintidós entregas para descubrir qué quieren contarnos Hickman y Howard (o gastarse veinte euros en consultar a la tarotista que esté esta madrugada en Telecinco).