Palabra de Editor es la columna de opinión de Pedro F. Medina (@Studio_Kat), Editor Jefe, responsable de licencias y redes sociales de Fandogamia (@Fandogamia) y periodista con una faceta nada oculta de showman en los eventos de cómic y manga.
De tanto en tanto me vienen voces que dicen que existe una guerra entre editores y libreros. Que cada uno acusa al otro de robarle su pedazo del pastel y, con malas artes (Internet o Salón mediante), quitarles lectores de su redil. Pero cada semana las tiendas especializadas están a parir de cómics hasta el punto de que algunas parece que vayan a reventar, los distribuidores no paran de servir mientras los editores publican y publican, y todavía nadie ha demostrado que en el sector del cómic hayamos tocado techo en cuanto a puntos de venta: en mi experiencia personal os diré que cuantos más sitios diferentes tienen tebeos a la venta se venden, por lo general, más tebeos en total. Vamos, que el sistema rueda. A veces al ralentí, a veces hay baches, pero rueda. Entonces, ¿qué pasa?
Expongamos algunas cosas: el avance del Informe Anual del Libro de la Federación de Gremios de Editores adelanta que uno de cada tres libros que se imprimen acaban destruidos y no se venden ni como saldo. Uno podría pensar que vale la pena ajustar mejor las tiradas, pero la gran máquina distribuidora de esta “industria” no tiene miramientos, y si te quedas corto imprimiendo lo que crees que podría ser un best-seller puede que nunca logres colocar la segunda tirada tan bien como se habría vendido si hubieras arriesgado a imprimir más la primera vez. Para que una reimpresión genere interés real la primera tirada ha de ser significativa. Así que muchas políticas editoriales se resumen en IMPRIME MUCHO Y A VER SI SUENA LA FLAUTA CON ALGO. Imprime mucho… y de muchas cosas diferentes. Y eso es justo lo que hacemos. En consecuencia, tenemos una situación envidiable en cuanto a variedad de títulos (dice el Informe Tebeosfera 2019 que tenemos precisamente un 33% más de novedades que hace siete años) pero cada vez vendemos menos de cada título… excepto de esos best-seller que sí funcionan como un tiro, las gallinas de los huevos de oro que buscamos los editores como locos.
Las librerías, que tienen un espacio finito entre sus paredes, van (como es lógico) a por las cosas que se imaginan que más van a vender en primera instancia, y lo que quepa de lo demás. ¿Y cuáles son? Pues lo que los intereses de sus clientes demanden (¿qué series vendí más el mes pasado?), lo que el/la librero intuya por su experiencia y gustos personales (¡esto me gusta!) y la película que se vaya a estrenar esa semana (¿por qué cómic me van a preguntar?)
Editamos mucho.
Y las librerías lo venden.
Hasta aquí más o menos bien, ¿no?
Pero la realidad del sistema es que la mayoría de pequeños y medianos editores no pueden vivir exclusivamente de la venta de la novedad en tienda especializada y la Fnac. Hay un fondo de catálogo enorme, bestial, como nunca antes lo ha habido, que no debería morir cuando pasen cinco semanas desde su lanzamiento. Estas editoriales, que publican menos de 40 títulos al año, dependen también de esos títulos que no son ya estrictamente novedad para seguir funcionando. Pero el 99% de esos cómics no pisarían una Feria del Libro o Salón del Cómic si su editor no los llevara, ni merecerían una mención en redes sociales siete días más tarde de su lanzamiento de no ser porque artistas y editores se esforzaran por recordarlos. ¡No hay nada que reprochar! El mercado va a toda mecha, la novedad es la novedad y fin de la cuestión. Cuando eres una librería y recibes 300 títulos al mes bastante es si logras hablar por encima de algunos lanzamientos en tu Facebook, foto y mención.
Como editores recibimos muchas veces el mensaje de que deberíamos dedicarnos solo a eso, a editar, publicar, llámalo como quieras, pero que son otros los que tienen que regentar la exclusividad de mover el material y convertirlo en dinero. Que los editores tengamos tiendas online y stands en eventos es contraproducente, PERJUDICA a todos, incluso hace que alguna librería eche el cierre porque estamos rompiendo las cadenas de valor del sector. Estamos, por decirlo claro, jodiéndolo todo.
Pero es un debate sin sentido. ¿Por qué un librero iba a querer que desaparecieran los editores que le proporcionan materia prima para vender? En primera instancia, si el editor desaparece también lo hacen sus publicaciones y, por ende, nada llega a las librerías (a menos que se pongan a imprimir). Y nosotros no queremos que desaparezcan las librerías porque nos dan un dinero que nos sería imposible conseguir por nuestra cuenta, porque recordad: cada nuevo punto de venta genera ventas que no ocurrirían de otro modo. ¿Tan imposible es entonces buscar un equilibrio? El auténtico problema de unos y otros es creer que solo se puede ganar un lector/cliente porque se lo has robado a otro, en lugar de creer que cada uno de nosotros puede generar lectores/clientes nuevos.
Y mientras tanto ahí tengo el almacén lleno de cajas repletas de tebeos, y es que alguien (¿el mercado? ¿Los estantes de merchandising? ¿El lobby de los Divulgadores? ¿La Casa del Libro? ¿El resto de editores publicando 4100 libros que apartan al mío?) decide que su tiempo ya ha pasado. ¿Debería mandarlos a destruir ahora mismo porque ya han tenido su oportunidad?
Como editor os digo: comprad donde y cuando os de la gana. Yo no podría vivir de esto solo con la savia de una rama (mis ventas por distribuidor, mis ventas directas en eventos, mis ventas directas online): LAS NECESITO TODAS. Igual que las librerías necesitan tener mucha variedad de cómic… y también sacar los Funko Pop al escaparate, las chapas en el mostrador o el catálogo del Previews.
Necesitamos dejar de buscar enemigos donde no los hay, y empezar a pensar como sector unánime de una maldita vez. Entonces me pensaré dejar de escribir sobre nuestra “industria” entre comillas.