El terror es una experiencia delicada. Dramáticamente es muy potente si se maneja bien. Y de los géneros mas exigentes . Es muy fácil caer en el ridículo si es demasiado excesivo. No en vano, es hermano de la comedia. Pero cuando funciona, permite ahondar en aspectos que de otro modo no se podría. Porque se tendría demasiado miedo de hacerlo.
Satanela es un cómic de terror en primer lugar. Y responde a todos los cánones y elementos necesarios para ser uno de los buenos. Su premisa es la siguiente: 1929. Diego es un trompetista bala perdida y mujeriego que accede a Madrid en busca de fortuna. Comienza a tocar en un local de jazz y cae prendido de una de sus compañeras: la exótica Satanela. Y ella le conduce a su perdición. De este punto de partida se puede intuir perfectamente lo que contendrá la historia. Lo cual no quiere decir que guarde sorpresas y que intente pasar por un filtro personal al género. De hecho, todo ello es un diferencial que hace atractiva esta propuesta.
Pero de lo que de verdad se está hablando es de que, aunque no tengas conciencia al respecto, el mal reside más cerca de lo que crees. Porque lo habitual es creer que todo va bien. O, mejor dicho, vender esa imagen. Lo que le sucede al protagonista, en buena medida, le puede pasar a cualquiera que tenga interés por ir hacia donde, supuestamente, no debe.
De un modo similar al que hizo Neil Gaiman, David Lynch o Edgar Neville, se da un paseo por aquello que está debajo de las urbes y que se prefiere ignorar. El guion, por tanto, se atreve a lanzar una mirada poco habitual en partes de la sociedad que todavía lo son menos. Y ahí reside su principal baza.
El guionista madrileño Alfonso Bueno destila una pasión por el conocimiento de la ciudad en la que reside. No se trata de hacer la clásica “carta de amor a la ciudad” si no de desvelar aquello que está oculto tras las luces. Y su manera de entender el terror: aun teniendo una base sobrenatural, siempre se puede traducir en aspectos más mundanos.
Lo cierto es que aunque sea un cómic con una construcción dramática potente y fácil de seguir, puede antojarse como algo apresurado. Tiene un ritmo ágil que no decae ni un instante. Eso es algo positivo a la hora de plantearse la lectura. También se logra con ello, transmitir esa sensación de urgencia tan presente en buena parte de la narrativa. Pero, sin embargo, se sacrifica las posibilidades de ahondar aún más en el mundo y sus personajes. Si se hubiese pausado el ritmo y hubiera habido espacio para conocer mejor a Diego y las reglas del juego, la obra podría haber producido un mayor impacto emocional en el lector.
Eso no quiere decir que el cómic no tenga una construcción narrativa acertada. De hecho, todas las piezas funcionan y están bien engrasadas. Y, dadas las circunstancias y complejidades de las intenciones de este cómic, lo más probable es que no hubiera sido tan efectivo. Es un guion solidísimo que emplea recursos arriesgados con éxito.
El trabajo del dibujante Diego Simone debe de haber sido arduo. No es fácil captar la esencia de una población al otro punto del mundo. Y menos aún hacerlo en una ambientación histórica. Ante ello, el ilustrador opta por mostrar un Madrid poco habitual: el más alejado de las postales y de los brillos del centro. Se hace un recorrido por las zonas más turbias de la ciudad y logra construir una identidad visual propia. Pero aun así consigue dotar a esta ciudad de características reconocibles. Además, se lanza a la construcción de un mundo propio para esta novela gráfica que contrasta mucho con el mundo terrenal. A su vez, demuestra talento a la hora de diseñar monstruos.
Su estilo caricaturesco es efectivo en el momento en el que se produce un choque con todo lo truculento que se narra y, en parte, le quita hierro sin cambiar el tono en ningún momento. De hecho, es el único elemento gráfico que no es una profundización en la oscuridad.
Los referentes gráficos son perfectamente identificables. Se puede ver un manejo simbólico con esa iluminación tan contrastada, produciendo unas sombras que siempre tienen un significado simbólico. Pero también se puede apreciar muchos elementos de fotógrafos de la época y de ilustradores como Lautrec o del movimiento del tenebrismo. Los recursos visuales no tienen por qué seguir una linea naturalista, a pesar de que tampoco se vuelven demasiado abstractos. Y narrativamente este artista no es particularmente experimental puesto que calibra con precisión aquello que necesita cada escena.
El tomo de Grafito Editorial tiene un formato rústica con solapas. Además, incluye un suculento epílogo del guionista en el que expone de dónde nace la historia. Con su reserva se adjunta una lámina.
Satanela es un cómic muy accesible para un público que no tiene por qué ser seguidor del género. Pero también tiene mucho jugo para quien sí lo es. Se trata de publicación muy fresca en la que se ha empleado una dedicación más que evidente. Como buena pieza de terror, es una prevención: hay que tener cuidado con dejarse llevar a los submundos. Porque ahí habitan los monstruos. Idóneo para la mejor fecha del año: Halloween.
Título: Satanela |
Guion: Alfonso Bueno |
Dibujo y color: Diego Simone |
Edición Original: Grafito Editorial |
Formato: Rústica, 104 páginas a color |
Precio: 16,00€ |