Cerrar historias de una forma satisfactoria para todo el mundo es tremendamente complicado. Todo lo es, pero cuando se ha hecho un recorrido potente, terminar una narrativa estando a la altura siempre es un plus de presión. De hecho, es más fácil dar con un concepto atrayente que el saber llevarlo a buen puerto.
Geoff Johns es el gran clasicista de la DC contemporánea. A lo largo de su carrera, el autor se ha especializado en revitalizar personajes del pasado y en dar una vuelta de tuerca a algunos conceptos para que conecten con su público. Desde este punto de vista, no es de extrañar que sea un escritor que no haya tardado en convertirse en alguien de poder dentro de la editorial. Y en uno de los más queridos del público.
Y ese estatus, muy ganado, hace que cualquier trabajo suyo se espere que sea un bombazo. Y él mismo se encarga de alimentar eso, escogiendo aquellos proyectos que le ayuden a engrandecer su sombra.
El final de Three Jokers ha llegado proponiendo un número que, a buen seguro, será divisivo y va a dar de qué hablar. No por ser algo arriesgado y rompedor, si no por lo contrario. Y eso pone en duda la trascendencia que podría haber tenido esta historia, si hubiera sido más continuista con los aciertos de los números anteriores.
De algún modo, sucede algo parecido con El Reloj del Juicio Final. Esta obra, por sorprendente que haya sido, siempre ha estado bordando la línea de ser un fanfic de La Broma Asesina. Y teniendo Three Jokers cerrada, deja un poso sumamente agridulce.
El clímax es muy frenético. Si uno se esperaba acción y peripecia, se lo encontrará de sobras. Johns sabe a lo que juega y satisface en lo más básico. Pero el problema viene cuando el lector intenta ir más allá y se cuestiona algunos aspectos argumentales.
Hay unos cuantos giros efectistas que no terminan de estar bien sembrados. Por no hablar de algunos errores en el raccord emocional de los personajes que funcionan a conveniencia del guion. Pero, tal vez, lo más grave que se puede encontrar en estas páginas es la traición a aquello con lo que se vendió este cómic. Eso supone que no se ha avanzado en absoluto en el eterno bucle entre Batman y Joker y que se retira exactamente en el mismo punto de inicio. Y si así es, ¿Qué sentido ha tenido todo el viaje? Nadie ha aprendido nada ni se ha producido ningún cambio en el estatus quo.
Con todo, no se puede decir que sea un mal cómic. Pero cabe señalar que los temas centrales de esta historia (muy relacionados con la superación de traumas) quedan diluidos y se da paso al avance narrativo. La caracterización de personajes tan presentes en los números anteriores pasan a un segundo plano en favor de hacer que el ritmo sea más ágil. Y es algo que se echa de menos, puesto que se deja una sensación de que ahí había más potencial. Y que se ha desaprovechado a cambio de un espectacular final.
Curiosamente, tenemos una situación prácticamente idéntica respecto a lo visto en Joker War, y eso puede jugar en detrimento de esta obra. Puesto que la pieza escrita por James Tynion IV se trata de una saga dentro de la continuidad. Las pretensiones de Three Jokers eran mucho más ambiciosas: se iba a remover los cimientos de la batfamilia. Y que se salde de esta manera, se antoja como algo demasiado conservador respecto a la promesa inicial.
¿Este final, en último término, empaña toda la obra? Es injusto valorar toda una obra por un final. Sea mejor o peor, en el conjunto es donde se tiene que poner la lupa. Y este es majestuoso. Este es un cómic que tiene muchos méritos tanto formales como narrativos. Pero que ha intentado conquistar un pico muy alto (desvelar la verdadera identidad del Joker) y eso no le ha favorecido en absoluto.
El dibujo de Jason Fabok se muestra sumamente virtuoso y muy conciso respecto a lo que se pretende contar en esta historia. Se opta, de nuevo, por un estilo muy clásico y con un uso reiterado de las composiciones 3×3. No se encuentra nada que no estuviera en los anteriores números, pero es un trabajo muy efectivo.
Lo mismo se puede decir de la labor del colorista Brad Anderson. El lector a estas alturas ya ha entendido cuales son los matices que se han buscado aportar con la selección cromática tan oscura. Siendo el Joker el monstruo y antagonista principal, es aquel que rompe con el naturalismo y la sobriedad del todo. Un tratamiento impecable, a pesar de su convencionalismo.
Three Jokers culmina su historia tomando decisiones que pueden dejar frío a más de un lector. Se aprecian sus hilos más que nunca y presenta un clímax que da una de cal y una de arena. Pero que, en cualquier caso, ha sido un notable intento con mucho tino. Y eso es para celebrarlo con una risa tan explosiva como incómoda.