¿Recordáis cuánto tiempo ha pasado desde que leísteis un cómic verdaderamente hiriente y ácido? Ha habido ejemplos de gran impacto emocional, de sátiras inteligentes, de mucha carga política y de abstracciones que cuestionan incoherencias de la realidad. Eso pasa incluso en el mainstream… Pero aquí se habla de obras que dejan esa sensación de cuando se te “congela el cerebro”. El equivalente en novela gráfica de entrar en un pogo y que tu cráneo colisione con la guitarra eléctrica de la banda.
Seguramente ya hay que hacer un ejercicio de memoria mayor. Y es que ese espíritu punk más macarra y desinhibido ha quedado diluido (como tantos otros movimientos contraculturales). Pero eso no quiere decir que no se sigan produciendo avistamientos que reivindican todo aquello. Y Tierra Muerta es un ejemplo de la mejor clase.
Cuando uno se aproxima a Tierra Muerta, lo primero que siente es un desbordamiento eléctrico de creatividad y energía. Es una pieza absolutamente arrolladora. Se trata de un cómic cuya lectura es ligera pero el tiempo que permanece contigo, es más prolongado. En su aparente sencillez, reside cierto simbolismo sobre el que vale la pena reflexionar.
La premisa no podría ser más directa: va a producirse la última (y más grande) gira de una banda totalmente femenina que decide reunirse de nuevo. Una de las participantes ha sacado un nuevo álbum y quiere presentarlo por todo lo alto. Y para ello cuenta con todas sus excompañeras. Aunque estas no todas están satisfechas con la idea. Todo ello en un mundo postapocalíptico sumamente ingenioso, a pesar de referenciar la actualidad más directa.
El autor valenciano Don Rogelio J., es alguien que se ha basado en sus propias experiencias. Aparte de creador de cómics y fanzines, realiza proyectos musicales igual de interesantes. Sea como fuere, es alguien que sabe cómo es la vida en una banda de estas características. Y eso se impregna en este trabajo, que respira mucha naturalidad en sus conflictos. Si se le quita todas las capas de ciencia ficción a este cómic, al final se queda un estudio de las conductas humanas en este tipo de contextos. Y eso significa que se está ante una historia relativamente naturalista y cercana en un género que no suele estar acostumbrado a ellas. O, al menos, no de este tipo. Aquí se llega a la filosofía a través de la observación, no de la especulación.
Por tanto, los conflictos son internos y la narrativa se aleja del clasicismo. Es fácil de seguir y el ritmo se te pega en la piel, como si del mayor trayazo que habéis escuchado se tratase. Tiene una estructura circular que aporta esa idea de estar encerrado en un bucle del que es imposible salir. Sin embargo, no parece haberse escrito buscando tener un guion perfecto. En parte, es disperso que, incluso, por momentos parece improvisado. Esta técnica que, en muchas ocasiones, supondría que el lector se sintiese defraudado, aquí juega a favor. Cabe recordar que muchos músicos punk ni sabían tocar ni eran virtuosos. Pero han hecho mejor música que otros que aquellos que son demasiado respetuosos hacia lo académico. Esta novela gráfica es imperfecta. Y en esa imperfección se encuentra todo aquello por lo que se aboga en Tierra Muerta.
Por tanto, el tono es oscuro y efusivo. Poco amable para el lector que busque lo mismo de siempre. Y muy estimulante para aquellos que quieran una pieza que les pete la cabeza. Un viaje tan metafórico como literal (y es que tiene mucho de road movie) a ninguna parte. Un incondicional y seductor posicionamiento directo por lo sensorial.
Tierra Muerta es un soplo de aire fresco. Uno capaz de revitalizar el amor por este medio. Y es que cuando parece que todos los recursos están quemados, se cruza por el camino un cómic que recuerda que las posibilidades son tan infinitas como lo es la imaginación.
Aunque no sea precisamente un novato, Don Rogelio J. no es alguien que goce de gran popularidad, precisamente. Pero eso no quiere decir que no haya que prestar atención a su obra. En esta propuesta, sus ilustraciones son brillantes. Recuerda ligeramente a artistas como Paul Pope o David Rubín (pero las influencias que menciona él mismo van de Francis Bacon a Goya pasando por Jack Kirby), aunque apreciándose un estilo más plástico. Sus trazos son sumamente experimentales y en cada una de las páginas se nota el oficio de este artista. Es alguien que apuesta por una suciedad que encaja en lo desgarbado de la obra. Pero eso no quiere decir que se hayan descuidado los detalles de las viñetas.
Tiene uno uso inteligente de las composiciones y un gran manejo del ritmo. El dibujante busca sorprender en cada página, pero sin traicionar nunca al fondo, a lo que se quiere contar. El lector queda epatado, pero nunca saturado. Y es que Don Rogelio J. no se acomoda en ninguna viñeta. Y también se debe halagar el sabio uso del color. No se guía por lo que responde a una representación realista, sino que tiene que ver con darle un mood emocional.Se guía por lo que los personajes sienten y siempre está acierto con una paleta agresiva.
Este hallazgo que está dando de qué hablar, viene de la mano de esa editorial tan inconformista que es Autsaider Cómics. Esta propuesta está recogida en un tomo rustica sin ningún extra. Ni falta que le hace… Todo ello a un precio accesible.
Tierra Muerta viene a recordar que la lucha sigue. Por mucho que pueda parecer que no. Y que mientras el mundo siga siendo podrido y corrupto, estará el punk para decir que le “·$% a la autoridad. Especialmente cuando impone lo que se puede hacer o no. Porque nunca se ha necesitado el permiso de nadie para hacer las cosas. Ni mucho menos de los primeros que se saltan las injustas normas que, casualmente, son los que las establecen.
Título: Tierra Muerta |
Guion, dibujo y color: Don Rogelio J. |
Edición Nacional y Original: Autsaider Cómics |
Formato: Rústica con plata refulgente, 160 páginas a color rabioso |
Precio: 17,00€ |