El actor escocés Sean Connery ha fallecido este 31 de octubre de 2020 con 90 años. Las causas de la muerte son desconocidas. Pero lo que sí que es conocido por todo el mundo es su talento indiscutible. Y es que lo mínimo que se destacar es que ha sido uno de los intérpretes más relevantes de la segunda mitad del siglo XX. Y es imposible entender este arte sin repasar por sus películas. Ha tenido la fortuna de poder interpretar una multitud de obras maestras siguen a día de hoy siendo analizadas.
Los orígenes del actor no parecían indicar hacia donde ha terminado dirigiéndose su vida. Nació el 25 de agosto de 1930 en Fountainbridge (Edimburgo) en el seno de una familia humilde. A la edad de 16 años ya comenzó a trabajar en distintas profesiones que iban de lechero a conductor de furgonetas. Poco después de alistó en el ejército y comenzó a ejercitar su cuerpo, llegando a presentarse en 1950 en el certamen de Mister Universo.
Su incursión en el mundo de la interpretación, se produjo de manera paulatina. Con 20 años, tuvo su primera toma de contacto con el mundo del espectáculo trabajando como operario de un teatro. En ese ambiente, coincidió con Michael Caine, con quien guardaría una amistad que perduró toda su vida. Poco a poco, comenzó a sentir interés por actuar y se formó en los teatros londinenses hasta que cogió tablas.
Y a partir de ahí, su meteórica carrera no dejó de ascender. Empezó teniendo pequeños papeles secundarios en la televisión británica. Su debut frente a la pantalla fue en 1954 y en 1959 llegó a participar en un episodio de Disneylandia. El mágico mundo de color.
Sin embargo, no fue hasta 1962 cuando la gente no se quedó con su nombre. Y es que fue ese año cuando se estrenó su primer gran papel protagonista. Dio vida a James Bond en James Bond contra el Doctor No. La creación de Ian Fleming comenzaría a ser legendaria gracias a la participación de Sean Connery. No lo tuvo fácil porque para el autor no era el indicado por su procedencia humilde y escocesa, alejada del refinamiento británico que se le supone al personaje. Pero, finalmente, logró el papel y demostró no solo ser el adecuado, si no que nadie más podría haberlo hecho como lo hizo él. Supuso que el actor se convirtiese en una estrella internacional y el personaje en un icono. Fue un actor y un papel que siempre quedarían íntimamente unidos. A continuación, su portentosa presentación:
Permanecería interpretando al espía hasta 1973 (aunque verdaderamente fue hasta 1983 con la apócrifa Nunca Digas Nunca Jamás), , tiempo en el que lo compaginaría con obras maestras del calibre de Marnie, La Ladrona, La Mujer de Paja, Un Monde Nouveau, Supergolpe en Manhattan, Zardoz, La Ofensa, Asesinato en el Orient Express, Cuba, El Primer Gran Asalto al Tren, Cinco Días, Un Verano, Los Héroes del Tiempo o la legendaria El Hombre que Pudo Reinar (junto con su viejo amigo Michael Caine). En este par de décadas pudo trabajar en algunas de las mejores películas de directores tales como Vittorio de Sica, John Boorman, Richard Lester, John Huston, Sidney Lumet, Terry Gilliam o Michael Crichton.
Cuando estrenó Nunca Digas Nunca Jamás Sean Connery tenía 53 años. Y fue en esa madurez cuando comenzó a recibir reconocimientos. Siguió trabajando a un ritmo de una o dos películas al año y fue ahí cuando consiguió papeles tan memorables como los que exhibió en Los Inmortales y en El Nombre de la Rosa. Todo ello culminaría cuando recibió el preciado Oscar en 1988 por su interpretación en Los Intocables de Eliot Ness.
Lejos de acomodarse, fue consistente escogiendo papeles de envergadura como el del padre de Indiana Jones en Indiana Jones y la Última Cruzada o su Marko Ramius en La Caza del Octubre Rojo. Por no hablar de sus aportaciones en el Robin Hood interpretado por Kevin Costner, en Negocios de Familia (donde volvió a colaborar con Lumet) o en Los Últimos Días del Edén.
En la segunda mitad de los noventa, puso su foco en el cine de acción más comercial. De esa etapa sobresale por motivos evidentes su participación en La Roca, de un primerizo Michael Bay. También tuvo la oportunidad de tratar de resucitar la mítica serie británica Los Vengadores en un fallido producto.
La llegada al siglo XXI comenzó con buen pie con el nombramiento de caballero británico por la reina y por Descubriendo a Forrester, cuya interpretación le volvió a poner en el foco. Tardaría poco en torcerse. Tras rechazar interpretar a Gandalf en El Señor de los Anillos, accedió a dar vida a Allan Quatermain en la lamentable adaptación La Liga de los Hombres Extraordinarios de Alan Moore. Esa mala experiencia provocó su sorprendente jubilación de la interpretación en 2007. Desde entonces solo ha prestado su voz para muy contados documentales y también formó parte de la adaptación al videojuego de 007 Desde Rusia con Amor. Su último papel fue en una pequeña película de animación de 2012 en la que también intervino como productor ejecutivo.
En sus últimos años ha sido puesto en entredicho por problemas de evasión fiscal o por sus opiniones políticas. También por críticas de entrevistas del pasado en las que realizó declaraciones inapropiadas. En cualquier caso, es alguien que ha preferido mantenerse al margen de todas estas polémicas.
Sean Connery deja tras de sí un legado dilatado, intenso y extenso. Es una figura que ha dejado su huella imborrable en la memoria de todos los amantes del cine. Un explorador de personajes y de géneros como pocos ha habido. Un actor de un carisma al inalcanzable.
Descanse en paz, caballero escocés. Se lo ha ganado. Será recordado.