Es muy difícil escuchar las noticias acontecidas durante los últimos años en el territorio español y no querer lanzar la televisión/el móvil/la radio por la ventana. Este país está en manos de una élite cuyos tentáculos se prolongan a todas partes. La contaminación producida por ladrones y psicópatas de guante blanco ha sido el centro de todos los ciudadanos durante los últimos diez años. Lo justo es devolverles el favor.
¿Y qué mejor manera que a través de la ficción combativa? Primavera para Madrid es una obra de contenido político, aunque eso no quiere decir que esté ideologizada. Va más allá de lo panfletario: es un retrato de un sistema totalmente podrido y enquistado. Una forma de entender la vida de unos pocos, a costa del resto (entiéndase como una población que apenas aparece páginas), en un círculo cerrado al que solo se puede acceder a través del oportunismo. Y este cómic es un producto de las tendencias de los gobernantes. Que los protagonistas sean trasuntos del pequeño Nicolás y con cierto yernísimo es significativo. Sirven como hilo narrativo que enlaza todo, pero el punto de vista es el de un narrador omnisciente que reflexiona acerca del devenir y se aproxima a la psicología de los personajes.
Magius, el autor de esta ácida propuesta, ha tenido una trayectoria de fanzines, pero dio el salto a la novela gráfica gracias a El Método Gemini. En ella ya ahondaba en el mundo criminal, pero desde una perspectiva genérica y tonal absolutamente distinta. Autsaider Cómics vuelve apostar por el artista murciano en la que es su novela gráfica más ambiciosa hasta la fecha. Y ha sido todo un acierto, puesto que es una de las sorpresas que ha aguardado en este enigmático año.
En España hay una fuerte tradición de sátira política que va desde Quevedo llegando hasta las revistas como El Jueves o Mongolia, pasando por los trabajos firmado por el maestro Berlanga. Y este tipo de obras han servido para entender y analizar de una forma más precisa la política y la sociedad del momento que el periodismo. Sin embargo, aquellas que verdaderamente se han ganado la trascendencia son aquellas que han sabido huir de los chistes facilones y de los chascarrillos más habituales. Y Primavera para Madrid es un ejemplo heredero de todo ello.
En cierto modo, recupera muchos de los aciertos de la película El Reino, pero donde el filme no se atrevió a señalar directamente, el autor no tiene problemas en hacerlo. O, al menos, a unos alter egos que son claramente evocadores de personajes del día a día. De hecho, a la hora de reflejarlo es bastante fiel con el rancio español: son personajes despreciables pero que se disfrazan como personas más pendencieras que malvadas. Como si casi diese la impresión de que son seres puramente hedonistas que tampoco saben muy bien lo que hacen y a los que parece que sus cargos les vienen más grandes.
En su reflejo de la clase política, Magius no deja prisioneros. Pero lo hace de un modo totalmente sutil. Parece que, al inmiscuirnos en sus frívolos conflictos, se puede llegar a empatizar con estos personajes. Aparte de denunciar a los seres más despreciables a los que España ha tenido en frente, parece que también tiene interés en conocerlos mejor, en entender sus motivaciones. El humor siempre está por debajo, mostrándolo de forma sutil, y nunca entorpeciendo la ¿humanización? de estas pueriles personas con trajes y vestidos más caros que un año de sueldo medio.
Por tanto, no tiene una narrativa convencional. No hay tres actos y nadie tiene un arco de evolución. Pero eso no significa que todo aquello que cuenta no tenga un pulso envidiable. La lectura tiene un ritmo bastante ágil y siempre consigue mantener el interés. Es un ascenso y caía, pero, pagan el pato individuos concretos. Y es que así se ha desarrollado la realidad: todo acaba más o menos como empieza. Se mueven fichas, pero siempre en favor de unos mecanismos de poder inamovibles. Y es muy desconsolador.
La primavera a la que hace referencia al título tiene que ver más con la idea de cambio, de pase previo a mejores tiempos. Pero sabe perfectamente que no termina de ser así. Las conclusiones a las que llega, dejan un poso agridulce. Como si después de todo este pernicioso freakshow, el país no hubiese aprendido nada.
Esta obra no es cómoda. Ni para los que se han representado aquí, ni para las víctimas de estas. Pero es una pieza que logra entender perfectamente el funcionamiento de una democracia tan irresponsable como la española.
El arte de Magius logra el moverse con mucha facilidad entre la caricatura y cierto realismo. Sus personajes son muy expresivos y establece un cómplice juego metatextual con el lector a la hora de identificar algunas de los más memorables momentos y escenas que todos los habitantes de la península han visto. A su vez, es alguien que sabe dotar a este cómic de cierto lirismo visual y sorprender siempre con unas composiciones impresionantes y detallistas. Es un artista que sabe manejar todo tipo de escenas y que tiene una voz muy particular.
Otra decisión muy inteligente es la de mantener todas las páginas doradas. A pesar de que exige cierta adaptación por el lector (acertadísima, puesto que también sería necesaria si uno se adentra a un estrato social al que no pertenece), sirve para representar la ostentación superficial en la que los personajes se mueven. Que esa sea lo único de color, es bastante elocuente.
El tomo de Autsaider Cómics se presenta en un chillón tomo dorado, pero no incluye ningún extra más allá de unas ilustraciones en la primera y última página.
Los corruptos, aunque haya escándalos en bocas de todos, siempre se van a salvar. El imperio nunca desapareció. La corrupción toma muchas caras. Pero siempre nos quedará la sátira para recordar a los gerifaltes y su fauna que el pueblo no tiene un pelo de tonto.