La Visión, Ultron, la boda de Chaqueta Amarilla y La Avispa, El Caballero Negro, El Gran Maestro, Hiperión y el Escuadrón Siniestro, Guardián Rojo, La Valquiria, Capitán Mar-Vell, John Buscema, Arkón y Polemachus, Hércules, Lobo Rojo, el primer crossover Marvel: Vengadores vs. Patrulla X, Ojo de Halcón como Goliat, los nuevos Amos del Mal, los Invasores, El Zodíaco, El Segador, La Legión Letal, Los Hijos de la Serpiente, Magneto, el romance Bruja Escarlata/Visión, Neal Adams, el origen de Pantera Negra, la Guerra Kree-Skrull…
Esto es solo un aperitivo del legado que dejó Roy Thomas a Los Vengadores. La sobrecarga de trabajo de Stan Lee, el acartonamiento progresivo de Don Heck, la falta de los pesos pesados del grupo y la ausencia de la fuerza creativa de Jack Kirby habían llevado a la deriva la colección, que daba claros síntomas de necesitar un revulsivo. Entró en escena Roy Thomas, primero discípulo y luego sustituto de Stan Lee al frente de la colección. En AV 35 (XII 66) ambos guionistas compartieron créditos para que, un número más tarde, el salvador de la colección cogiera sus riendas en solitario definitivamente, en un movimiento que a la postre se comprobó como necesario. Con este cambio, sumado a la inminente incorporación de John Buscema, la colección iba a vivir una segunda juventud en forma de una de las mejores etapas de la serie de los Héroes Más Poderosos de la Tierra. Daba por tanto comienzo en 1966 una etapa de seis sólidos años primando la continuidad, dando rienda suelta a la imaginación, tridimensionalizando a los personajes y elevando las apuestas de lo doméstico a lo cósmico, con su eclosión en la ya tan legendaria como canónica Guerra Kree-Skrull. En definitiva, la consolidación y consagración de Los Vengadores. Su edad de oro.
Un Inmortal entre nosotros
La transición desde la etapa de Stan Lee fue un paso orgánico, gracias a los esfuerzos del jovencísimo Roy Thomas por mimetizar el estilo de Lee: misma estructura argumental, continuas disputas entre compañeros, villanos recurrentes que comienzan venciendo y los cursis y exagerados diálogos marca de la casa. La fórmula se repite y los Vengadores viajan a algún lugar en el extranjero (Costa Verde, Oriente Próximo, Transia…) a luchar contra enemigos no precisamente muy carismáticos: Láser Viviente (AV 35, XII 66), Ixar, El Planeta Viviente y sus androides (AV 36-37, I-II 67) o El Pensador Loco (AV 39, IV 67), en una repetición constante de patrones. El primer acierto de estos números es la inclusión de Hércules como Vengador, tras el ya clásico malentendido inicial, al haber sido manipulado por La Encantadora (AV 38, III 67). Ante la ausencia de Thor e Iron Man por mandato editorial, con el propósito de no confundir a los lectores que no pudieran encajar las dos series en que aparecían (¿qué pensarían esos lectores hoy en día, cuando tantos personajes aparecen en infinidad de series mes a mes?), el nivel de poder de las amenazas había disminuido para adaptarse a las posibilidades del grupo.
La entrada de Hércules, un pseudo-Thor más jovial, permitiría a Los Vengadores enfrentarse a objetivos más poderosos y espectaculares, haciendo honor a su título: Namor (AV 40, IV 67) o Diablo y Dragon Man (AV 41-42, VI-VII 67), en la primera saga dibujada por el gran John Buscema. Este último, digno sucesor de Jack Kirby como Roy Thomas lo era de Stan Lee, se convirtió en un acompañante de lujo de Thomas los siguientes años. Ambos formaron un tándem que puede ser considerado como uno de los mejores equipos creativos de la historia de la editorial, a la altura de los de Lee/Kirby, Claremont/Byrne o Millar/Hitch, y cuyo legado, no solo en esta colección sino en el resto de su producción a finales de la década de los sesenta y durante los setenta, no tiene nada que envidiar al de los mencionados dúos creativos. La llegada de Buscema supone el detonante decisivo del ritmo y calidad exponenciales que iba a experimentar la serie, tanto desde el punto de vista de la creación de nuevos personajes como de la innovación de los enfoques en la forma de narrar: sagas más largas, subtramas entre números, menos monólogo interior, splash-pages interiores…).
Muestra de ello es la siguiente saga (AV 43-44, VIII-IX 67) en la que los Vengadores acuden a China a rescatar a la Viuda Negra de las manos de una alianza ruso-china. Allí se enfrentan al Guardián Rojo, versión soviética del Capitán América que se revela en su último momento como el antiguo marido de la Viuda Negra. Aunque inicialmente Natasha decide abandonar su identidad superheroica (y Clint le pide matrimonio, subtrama que queda misteriosamente abandonada en posteriores números), pronto Roy Thomas, en un giro clave para entender el futuro y evolución del personaje, integra a la Viuda Negra en S.H.I.E.L.D., organización y entorno de espionaje a los que quedaría en adelante asociada. En la siguiente aventura (AV 45, X 67) se enfrentan al Superadaptoide actuando, por fin, todos los miembros del grupo en conjunción como un verdadero equipo (algo no tan usual por entonces, cuando los protagonistas vencedores se alternaban en cada aventura). De vuelta a la Mansión (AV 46, XI 67), podemos disfrutar de uno de los clásicos números de relax, en el que los personajes se humanizan más allá de sus maniqueas personalidades y manidos clichés: el Capitán América lee libros de Tolkien, Hércules se afeita la barba, Janet Van Dyne comienza a gastar su recientemente recibida multimillonaria herencia y Mercurio se presenta cada vez más irracional en los aspectos humano/mutantes como signo de lo que está por venir. La disputa en este caso con el Torbellino es puramente anecdótica y más bien de lucimiento personal para Hank Pym, quien consigue compaginar los poderes de Hombre Gigante y Hombre Hormiga.
El Caballero Negro cabalga de nuevo
Con el paso de los números, Thomas va distanciándose sin complejos de su maestro Lee y encontrando su propio estilo. Sin olvidar, eso sí, la premisa básica de la colección: el cambio constante de alineación. En su particular Desunidos, Thomas da una vuelta a la composición del grupo. Tras la salida del Capitán América (AV 47, XII 67), en uno de sus primeros intentos de conciliar su faceta aventurera y la vida privada con la recién conocida Agente 13, las próximas aventuras acabaron con Hércules dejando el grupo, tras reconciliarse con su padre, Zeus, al salvar al Olimpo de la amenaza de Tifón (AV 50, III 68) y el secuestro-reclutamiento de Mercurio y la Bruja Escarlata a manos de Magneto (muchos años antes de que, en uno de los más vergonzosos pero efectivos casos de retro-continuidad, se revelase que él era su padre). Efectivamente, por primera vez en su historia se enfrentaban al Señor del Magnetismo. Exiliado por El Extraño (X-Men Vol. 1 18, III 66), es devuelto a la Tierra por obra y (des)gracia de Dane Whitman, el sobrino del Caballero Negro original (fallecido en Tales of Suspense Vol. 1 73, I 66). Dane, para resarcirse de su error, toma el legado y el nombre de su tío (AV 48, I 68), siempre con buenas intenciones, y avisa a los Vengadores. Poco podrán hacer los héroes en esta ocasión ya que las maquinaciones del manipulador mutante dan su fruto y Wanda y Pietro deciden abandonar el grupo. La alineación de los Vengadores quedó reducida a tan solo tres miembros (Ojo de Halcón, Goliat y La Avispa), en una de las horas más bajas de su historia.
Unidos en combate
Para sobrellevar este cambio, Iron Man y Thor se pasarían por la serie a tiempo de enfrentarse a El Coleccionista (AV 51, IV 68). De importancia capital es el siguiente número, La muerte llama a los héroes (Death Calls for the Arch-Heroes!, AV 52, V 68), por dos razones de gran valor histórico para la mitología del grupo. Se trata de la primera aparición de El Segador y la incorporación de Pantera Negra al grupo, enviado por el Capitán América como su sustituto justo a tiempo para salvar el día de las manos (o mano y guadaña, según se mire) de El Segador. Este nuevo villano se descubre como el hermano de Simon Williams, Wonder Man, y busca venganza contra los Vengadores al considerarles los responsables de su muerte. Es el turno ahora para el primer crossover de la historia de Marvel, con la colección de La Patrulla X (Uncanny X-Men Vol. 1 45, VI 68; AV 53, VI 68), donde el team-up de ambos grupos consigue vencer a Magneto.
Un enfrentamiento con la segunda formación de Los Amos del Mal que comienza como una batalla más, acaba convirtiéndose en una de las historias más importantes de la serie (AV 54-55, VII-VIII 68). En él se produce el debut de Capucha Carmesí, misterioso líder del grupo formado además por Klaw, El Fundidor, Torbellino, El Hombre Radiactivo y un infiltrado Caballero Negro. Tras una engañosa revelación (en un primer momento tras la máscara se encontraba un mentalmente controlado Jarvis), el ocupante de la capucha se descubre como Ultrón-5, en su primera aparición Marvel: un todopoderoso androide destinado a convertirse en la mayor némesis del grupo. Tras un autoconclusivo episodio (AV 56, IX 68) en el que los Vengadores acompañan al Capitán América en un viaje por el tiempo al momento de la muerte de su compañero Bucky, había llegado la hora de dar la bienvenida a un nuevo miembro del grupo.
Incluso un androide puede llorar
En He aquí La Visión (Behold… The Vision!, AV 57, X 68) un nuevo personaje se unía al grupo, pero este era distinto a todos los demás. “Siempre le insistía a Stan Lee en que quería traer de vuelta al Capitán América, Thor e Iron Man, pero Stan no me dejaba. Finalmente, decidió que necesitábamos un nuevo Vengador, y por razones que todavía sigo sin entender, decretó que debía ser un androide” (Alter Ego, 2005: 18). La, una vez más, eficaz visión comercial de Stan Lee se unió al amor confeso de Roy Thomas por la Edad de Oro del cómic. El guionista llevaba tiempo queriendo usar un personaje creado por Joe Simon y Jack Kirby a comienzos de los años cuarenta durante su estancia en Timely Comics llamado, precisamente, Visión. Con un cambio de color facial a rojo (Marvel ya tenía sus propias pieles verdes y azules) y con el toque final de John Buscema (la joya solar de la frente) debutaba La Visión. Enigmático a la vez que hierático, y desalmado a la vez que melancólico, racional e impulsado únicamente por la lógica, impasible y apartado, la creación de Ultron se rebela contra este para unirse a las fuerzas del bien. Su cuerpo sintético esconde las pautas cerebrales tomadas, en una vuelta de tuerca maestra de Roy Thomas, del entonces difunto Wonder Man (algo que con el paso de los años acabó dando mucho juego). En esta misma saga descubrimos que Hank Pym (a quien, analizando los números previos, ya le habíamos visto interesado en otros androides como Dragon Man o el Superadaptoide) había sido el creador del malvado Ultrón, en una encubierta analogía religiosa (lo suficientemente sutil para pasar la censura del omnipresente Comics Code) en la que Pym jugaba a ser Dios y crear vida. Un experimento fallido, al estilo del clásico Frankenstein, en el que el hijo toma vida y se rebela contra su creador. Irónicamente, el hijo de Ultrón (y por ende, nieto de Hank Pym) acabó convirtiéndose en uno de los pilares de la institución a la que debía erradicar.
Mi nombre es… Chaqueta Amarilla
En la memoria traicionera de muchos aficionados está la imagen de unos Vengadores en la que la presencia de El Capitán América, Iron Man y Thor todo lo llena. Es cierto que los tres pesos pesados Marvel, revitalizados hoy más que nunca con su presencia en la gran pantalla hollywoodiense, han estado presentes a lo largo de la historia del grupo (en muchas ocasiones incluso a la vez, aunque no tantas como se puede pensar en un principio). Realmente, de los Vengadores fundacionales, el más importante para el grupo siempre ha sido Hank Pym. Junto con Ojo de Halcón, Pym es el pilar absoluto de los setenta números de Roy Thomas. Líder espiritual y táctico del grupo, con carisma y siempre dispuesto a repartir unas buenas tundas al malo de turno, ya fuera bajo la identidad de Goliat, El Hombre Hormiga o, desde esta saga, Chaqueta Amarilla. Alejado de la épica que pueda esperarse de una colección bautizada con el subtítulo de “Los Héroes Más Poderosos de la Tierra”, Hank Pym encarna como nadie el exponente que marca la línea del drama y dramatismo propio de Marvel, costumbrista y deconstructivista y de finales llenos de personajes que nunca ganan realmente. En este caso (AV 59, XII 68), debido a un fallido experimento químico, y bajo una personalidad desinhibida, atrevida y picaresca de sí mismo, Pym adopta poderes y traje nuevo con el nombre de Chaqueta Amarilla, identidad que llevó de forma continuada durante los siguientes 15 años y pieza clave para entender al personaje, lejos de la visión de Doctor Who moderno y macroinventor en busca de la redención eterna que intentan vendernos actualmente. “Goliat no quiere casarse con Janet Van Dyne, ¿eh? ¡Pues Goliat dejará de existir! Solo existirá el llamado… ¡Chaqueta Amarilla!”. Dicho y hecho: llega la hora de celebrar la segunda boda de la Era Marvel (la primera, sobra mencionarlo, fue el enlace entre Reed Richards y Sue Storm) entre Hank y Janet. Continuando con la tradición de enlaces accidentados, los “desafortunados invitados” en este caso fueron los componentes de El Circo del Crimen del Jefe de Pista.
Ojo de Halcón es Goliat
La inercia de la colección y el alto nivel de los guiones hacen indetectable la marcha de John Buscema de la serie, que aún firmó dos números más. En el primero contaba el regreso del Caballero Negro (AV 61, II 69) en un épico enfrentamiento con los gigantes de fuego y hielo, Surtur e Ymir, con ayuda del Doctor Extraño. A continuación (AV 62, III 69), turno para unos días de relax en Wakanda que acaban siendo de lo más problemáticos por la codicia de M’Baku, sustituto de T´Challa, quien bajo la identidad de El Hombre Mono intenta acabar con los Vengadores con poco acierto. Roy Thomas inició un ciclo de sagas de tres números, mucho más cómodo en este formato, en el que podía potenciar aún más las características de sus nuevos dibujantes (Gene Colan, Barry Windsor-Smith y Sal Buscema), permitiéndoles el empleo de splash pages en mitad del cómic, algo impensable por aquel entonces (e inevitable hoy en día). La nueva duración de las sagas (primeros pasos del decompressive storytelling, una técnica que muchos atribuyen a Chris Claremont) ahorraba al lector la habitual sensación de un cierre brusco de cada número, donde la trama siempre se resolvía un tanto forzada de un número a otro. Thomas demostró que no solo iba a cambiar la historia del grupo, sino que iba a realizar su propia revitalización del medio, necesitado de nuevos cambios diez años después de la creación del Universo Marvel.
La primera de estas sagas iba a redefinir a Ojo de Halcón de pies a cabeza. Y menudos pies, porque aprovechando la renuncia de Hank Pym a su identidad y poderes de Goliat, envuelto por las dudas sobre la utilidad de su arco y ante la urgencia de rescatar a la Viuda Negra de las manos de la alianza de Cabeza de Huevo, el Amo de las Marionetas y El Pensador, Clint Barton toma el suero con partículas Pym y se convierte, por todo lo alto, en el nuevo Goliat (AV 63, IV 69). Sin tiempo para descansar, en un episodio lleno de tensión y drama (AV 64, V 69), se presenta Barney Barton, jefe de la mafia que se subleva contra Cabeza de Huevo para acabar muriendo ante los ojos de Clint en el momento en el que el lector descubre que… ¡es su hermano! Impactante revelación sobre el pasado de Clint, y tragedia de la que tiene la oportunidad de resarcirse en el siguiente episodio (AV 65, VI 69), en el que además le espera la reconciliación con su maestro y tutor durante su etapa circense: El Espadachín. Nuevos poderes, un hermano redimido y muerto en sus brazos, un nuevo enemigo personal y la reconciliación con su antiguo maestro. Clint Barton sale muy reforzado de esta saga, y quedan ya lejos sus clásicos e incontrolables arrebatos de mal humor.
Adamiantum, Escuadrones y Zodiacos
Ultrón regresa (AV 66-68, VII-IX 69) a tiempo para robar una nueva creación y pilar básico de la mitología Marvel: el adamiantum. Aleación imposible de destruir y que años más tarde quedaría asociada para siempre con el mutante canadiense Lobezno, en esta saga sirve para dar cuerpo a la siguiente iteración de Ultrón: Ultrón-6. Para dejar clara la dimensión épica del enemigo, Thomas consigue (¡por fin!) traer de vuelta al grupo a Thor e Iron Man, muchos números después (sí que habían participado en los dos anuales de la serie). Tan solo un engaño de última hora consigue salvar el día con la destrucción de Ultrón-6, a quien no volveríamos a ver hasta sesenta números después.
De una historia de épica robótica, pasamos sin respiro a una partida de ajedrez de magnitudes cósmicas entre Kang El Conquistador y el Gran Maestro, quien hace su primera aparición en Que empiece el juego (Let The Game Begin, AV 69, X 69), con el destino de la Tierra en juego. El Gran Maestro es un Primigenio del universo, todopoderoso y aficionado a este tipo de juegos. Los Vengadores, peones de Kang, deben enfrentarse a un equipo creado por el Gran Maestro para la ocasión: El Escuadrón Siniestro, formado por Hiperión, Halcón Nocturno, el Dr. Espectro y el Zumbador, en un claro homenaje al principal grupo de la Distinguida Competencia, algo solo entendible teniendo en cuenta la excelente relación que por aquel entonces mantenían los trabajadores de ambos sellos.[1] Tras una primera partida en tablas, en el segundo asalto los villanos elegidos para el combate son Los Invasores de la Segunda Guerra Mundial (Capitán América, Namor, Antorcha Humana), y tiene lugar el primer encuentro entre La Visión y Jim Hammond, mucho antes de que se supiera que el cuerpo en el que Ultrón basó el diseño de La Visión era el de La Antorcha Humana original. El Caballero Negro arregla el día e ingresa en los Vengadores. Se trata del segundo Vengador creado en la colección, una característica menos habitual de lo que cabría pensarse y que, hasta los oscuramente prolíficos años noventa, solo tenían el honor de compartir el fugaz Espadachín, Mantis, Wonder Man y la propia Visión.
Durante los siguientes números iba a quedar patente por qué podía empezar a considerarse Los Vengadores como la piedra angular de Marvel, capaz de alimentarse del resto de colecciones a la vez que de expandir el universo. En un solo número (AV 72, I 70), teníamos de protagonistas al Capitán Marvel (misteriosamente no designado vengador entonces, algo que se corrigió años más tarde aunque ya de forma póstuma) y Rick Jones, además de uno de los enemigos de Nick Furia: Escorpio. Personaje creado por el gran Jim Steranko en Nick Furia: Agente de S.H.I.E.L.D., pero que, dada la naturaleza críptica del autor, dejó la serie sin desvelar su identidad, cabo suelto que traía de cabeza a los aficionados. Thomas usó al personaje integrándolo como un componente más de una organización criminal de carácter internacional conocida como Zodiaco, cuyos miembros poseen los poderes de los signos astrológicos. No solo eso: en un juego de espías dobles, infiltraciones y falsas muertes, reveló que Escorpio era en realidad Nick Furia.
La progresiva madurez de la colección quedó patente en la siguiente saga (AV 73-74, II-III 70), adquiriendo tintes políticos con el regreso de Los Hijos de la Serpiente, el grupo de xenófobos disfrazados con ansias de poder y similitudes con el Ku Klux Klan. En un intento de fomentar la discordia social a través de la televisión, suplantan la identidad de La Pantera Negra (que, no olvidemos, fue el primer superhéroe negro de la historia de Marvel). Al final se desvela que el líder del grupo es en realidad una pareja de estrellas televisivas, uno negro y uno blanco, para evitar posicionarse a favor de un sector étnico.
El regreso de la Bruja Escarlata y Mercurio
Sin dejar respirar al grupo, tocaba recuperar a los desaparecidos Bruja Escarlata y Mercurio (con nuevo traje, sustituyendo el verde por el azul). Los hermanos mutantes y El Sapo (quien misteriosamente desaparece sin ninguna explicación en esta aventura), en su intento de restablecer los poderes de Wanda, son secuestrados por un nuevo villano creado para la ocasión: Arkon el Magnífico (AV 75, IV 70). Emperador de Polemachus y tratado muchas veces como anti-héroe, este carismático líder conanesco (para delicia de John Buscema en su vuelta a la serie) hará lo que sea necesario con tal de conseguir la energía que hace falta para la supervivencia de su mundo, en una clara metáfora de la crisis del petróleo de los años setenta. Afortunadamente, Mjolnir y Thor están cerca para echar una mano y salvar dos mundos a la vez.
La siguiente aventura (AV 77, VI 70) presenta a Cornelius Van Lunt, una especie de Lex Luthor para el grupo que acabó teniendo más importancia de la que se intuía en un principio. Empresario corporativo millonario y manipulador, años más tarde se desveló como uno de los miembros de El Zodiaco: Tauro (AV 120, II 74). En esta intrascendente aventura, los Vengadores aceptan un trabajo de demolición con el objeto de pagar la pensión en la mansión Stark, en una de las primeras y ya tradicionales crisis económicas de Tony Stark.
El regreso del Hombre Mono (AV 78, VII 70) fue la avanzadilla de un nuevo grupo de supervillanos con el presuntuoso nombre de Legión Letal, una reconversión del concepto de los Amos del Mal. Láser Viviente, Klaw, El Espadachín y el Hombre Poder (días antes de perder su nombre a favor de Luke Cage) son liderados por El Segador en su interminable cruzada personal contra los Vengadores. En ¡La llegada de Lobo Rojo! (The Coming of Red Wolf!, AV 80, IX 70), Roy Thomas y John Buscema mezclan cuentos de tradiciones tribales del salvaje oeste y amenazas del capitalismo en el mundo rural. William Talltrees es un nativo americano al que su espíritu lobo, Owayodata, le da fuerza y sentidos sobrehumanos. Acompañado de su mascota Lobo (en castellano en el original), se convierte en Lobo Rojo con el objetivo de vengarse de Cornelius Van Lunt. El regreso del Zodiaco (AV 81, X 70) y su amenaza de acabar con Manhattan sirve en bandeja la ocasión perfecta para el lucimiento de Pantera Negra y del invitado estrella Daredevil. Es el turno ahora para la retorno de La Encantadora, por partida doble. Disfrazada bajo la identidad de La Valquiria (primera aparición no oficial de este nuevo personaje, cuya identidad se revelaría más tarde como la asgardiana Brunnhilde) reúne un grupo de superchicas: Avispa, Bruja Escarlata, Medusa y Viuda Negra (con su nuevo traje adoptado en Amazing Spiderman Vol. 1 86, VII 70). Todo un hito en pleno movimiento de liberación de las mujeres, que llegó a acaparar portadas en la prensa. Ante un nuevo fracaso, La Encantadora engaña a Arkon para que se enfrente a los Vengadores con nefastos resultados (AV 84, I 71).
En la siguiente saga (AV 85-86, II-III 71), con tintes de futuro apocalíptico, Los Vengadores viajan a una dimensión en la que se encuentran con el Escuadrón Supremo, una versión distinta del Escuadrón Siniestro ya conocida (con la confusión que ello conlleva) compuesta por nuevos miembros: Lady Alondra, Águila Americana, Pulgarcito y otro Ojo de Halcón. Tras la pelea de rigor, ambos grupos hacen equipo para vencer a Niño Cerebro. A continuación (AV 87, IV 71), Roy Thomas cuenta el postergado origen de Pantera Negra y por último, en el episodio previo a la Guerra Kree-Skrull, tenemos un nuevo e intrascendente crossover con The Incredible Hulk 140 (VI 71), guionizado al completo por Harlan Ellison, cuya única aportación es la primera aparición de Jarella (un personaje muy importante para el futuro del Coloso Esmeralda y la despedida de Pantera Negra del grupo.
Una odisea espacial
Todo el mundo estaba ya listo para pasar a la eternidad. La serie del Capitán Marvel había sido cancelada recientemente. Años antes Thomas había tomado el mando de la colección realizando cambios significativos (nuevo traje, nuevos poderes y su conexión con Rick Jones a través de las Nega-bandas) para relanzar la serie sin mucho éxito. Pero el guionista se resistía a la idea de dejar en el olvido al personaje que portaba el nombre de la editorial, por lo que planteó esta nueva saga, en la que además iba a dar respuesta a una de las preguntas que Stan Lee había dejado sin contestar, algo que la vocación docente y el espíritu de aficionado de Thomas no estaban dispuestos a pasar por alto. Las dos razas alienígenas de la mitología de la editorial, Los Kree y Los Skrull, ¿eran aliados o enemigos? Esta última opción era mucho más jugosa y la premisa del final de la guerra fría entre las razas verdes y azules Marvel tenía mucho más potencial, como quedó demostrado. En la antesala de la Guerra Kree-Skrull (AV 89-91, VI-VII 71), Roy Thomas, con dibujos de Sal Buscema, situó todas las fichas de ajedrez en el tablero cósmico: Rick Jones y el Capitán Marvel consiguen separar la unión que les mantenía juntos, el kree Ronan El Acusador experimenta en el Circulo Ártico su plan para desevolucionar a toda la humanidad y los Skrull declaran, en el otro extremo de la galaxia, la guerra definitiva a los Kree. No tarda en hacerse pública la existencia de razas alienígenas en la Tierra con el objetivo de la conquista o destrucción de nuestro planeta, y el senador H. Warren Craddock,[2] al frente de la Comisión para las Actividades Alienígenas, promete desenmascarar a todos los espías extraterrestres, empezando por el Capitán Marvel. Para defender a su amigo, los Vengadores deben acudir a un juicio, ganándose la enemistad de los ciudadanos. Cuando todo parece que no puede ir peor, el Capitán América, Thor e Iron Man se presentan ante el grupo, avergonzados por el deshonor al nombre de los Vengadores, y apelando a sus estatutos, disuelven el grupo en una legendaria última página. Pero que no cunda el pánico, aquellos no eran los verdaderos Vengadores y más tarde se descubren como skrulls impostores. En cualquier caso, esta trilogía había adquirido unas dimensiones inusitadas y las apuestas eran muy elevadas. Daba por tanto comienzo a la Guerra Kree-Skrull, con un invitado de excepción: Neal Adams.
Todo tiene un final (All Things Must End!). Así rezaba el título que abría el primer capítulo de la posteriormente bautizada Guerra Kree-Skrull (AV 92-97, IX 71-III 72), el canto del cisne de Roy Thomas al frente de Los Vengadores. Un pletórico Neal Adams se convirtió en el dibujante de la serie (junto al magnífico entintador Tom Palmer), y trajo consigo un torrente de energía y excelentes nuevas ideas. Buena muestra de ello es su primer número (AV 93, XI 71), en el que la llegada a la mansión de una dañada Visión, ante la atónita mirada del Capitán América, Thor e Iron Man, es el detonante de una de las secuencias de ciencia ficción más recordadas de la historia del cómic. El Hombre Hormiga (acompañado de sus tres hormigas, bautizadas con nombre de un grupo musical de la época: Crosby, Stills y Nash), es el encargado de salvar a La Visión, internándose en un fascinante viaje al centro del androide. Estas excepcionales escenas han sido homenajeadas desde entonces en multitud de ocasiones: La Visión cambiando papeles y entrando en el cuerpo de Hank Pym o Scott Lang internándose en La Antorcha Humana original. Tras recuperarse, La Visión recuerda su enfrentamiento con los traicioneros skrulls al visitar al refugiado Capitán Marvel, combate del que la Bruja Escarlata y Mercurio resultan prisioneros y llevados a los confines de la Galaxia Skrull, ante la presencia del Emperador Dorrek y su hija Annelle (enamorada en secreto de Mar-Vell, no en vano Hulkling, el joven vengador, es hijo de ambos). Además, en un guiño a la historia de la casa, los tres falsos skrulls a los que se enfrentan los Vengadores son tres de los cuatro skrulls que originalmente suplantaron a Los Cuatro Fantásticos y luego fueron transformados en vacas (Fantastic Four 2, I 62).
Los Kree y los Skrull no iban a ser los únicos invitados a esta gran aventura. Por estas páginas también desfilan Los Inhumanos (a tiempo de su liberación en manos de Rayo Negro), Nick Furia, S.H.I.E.L.D. y sus Mandroides o el mismísimo Annihilus, logrando como nunca un sentido de continuidad y cohesión en Marvel, donde, para disfrute del lector, todo es posible. De Attilan al espacio exterior, el viaje de los Vengadores no estuvo exento de problemas, teniendo en cuenta el enfrentamiento de tan solo cinco miembros (Thor, Iron Man, Capitán America, Visión y un Goliat con poco suero de crecimiento) a toda la flota invasora skrull. El dúo Thomas/Adams estaba dando lo mejor de sí, pero pronto llegaron los problemas entre ellos, problemas que iban a marcar el final de la aventura y añadir el punto de polémica justo para elevar todavía más el carácter de mito de esta saga. Neal Adams tenía pensado que el último número transcurriera en el futuro y recordar desde sus páginas el pasado, dando mayor importancia a los Vengadores.
A pesar del reparo inicial de Roy Thomas, fueron las fechas de entrega las que condicionaron la resolución. Ante la ausencia de las páginas de Adams tuvieron que volver al plan original y llamar a John Buscema para que con su indiscutible calidad pusiera punto y final a la epopeya cósmica más importante de la historia de Marvel, con un homenaje (puro Thomas), a la Edad de Oro de Timely. El plan inicial de Thomas era que el protagonista absoluto de la saga acabara siendo Rick Jones, el joven que 97 números antes había reunido por primera vez a los Vengadores. Con la ayuda/manipulación de la Inteligencia Suprema kree, Rick tiene acceso a la Fuerza Destino, poder cósmico latente de la raza terrestre. Con una imponente demostración de poder, Rick Jones invoca a los héroes de los cómics de su juventud (Capitán América, La Antorcha Humana, La Visión, Cráneo Ardiente, Patriota, Namor o Aleta) y luego detiene en seco a todos los Kree y Skrull, poniendo fin a la guerra. No solo eso, sino que también envía el mensaje de que la terrestre es una raza con un potencial evolutivo sin límite muy a tener en cuenta, en contra de los ya estancados evolutivamente krees y skrulls. El esfuerzo deja a Rick Jones al borde de la muerte, por lo que Mar-Vell debe fundirse una vez más con su socio para salvarle la vida. Tras desvelarse al senador Craddock como el cuarto skrull perdido (FF 2), solo quedaba un cabo suelto por atar, una subtrama que se resolvió en los siguientes números.
La Guerra Kree-Skrull marcó un antes y un después en Los Vengadores pero también en el Universo Marvel en general y en la manera que editores, guionistas y lectores percibirían a Los Vengadores a partir de entonces. Los Héroes Más Poderosos de La Tierra (ahora ya con Thor, Capitán América e Iron Man en sus filas, y para quedarse) estaban destinados a participar en los grandes acontecimientos de la editorial y hacer honor a su nombre. Muestra de ello son todas las grandes sagas cósmicas vividas desde entonces: Thanos y las trilogías del Infinito, Korvac, Madonna Celestial, Kang, Tormenta Galáctica o Siempre Vengadores, estas dos últimas descendientes directas de la Guerra Kree-Skrull.
Cediendo el testigo
En los últimos siete números de Roy Thomas se le puede apreciar en horas bajas, sobrecargado por el trabajo de editor en jefe de Marvel (como ya le pasara a Stan Lee en su momento antes de cederle a él el relevo). Aunque su verdadera contribución ya estaba hecha, todavía quedaban algunas historias que contar. La siguiente saga (AV 98-100, IV-VI 72) llevó a la colección hasta su número 100, en el que todos los Vengadores de la historia de la serie (Hulk incluido) se reunieron para acudir al Olimpo al rescate de Hércules y detener a Ares, dios de la guerra y líder de los autoproclamados Halcones de la Guerra. El punto de partida, una vez más, parte de la manipulación del pueblo y de la histeria colectiva, esta vez en contra de los asiáticos. Esta saga sirve a su vez para cerrar algunos de los cabos sueltos de los últimos números, como el destino de Clint Barton al final de la Guerra Kree-Skrull. Recobrando el arco, las flechas y el nombre de Ojo de Halcón, Clint ha conseguido regresar a la Tierra, aterrizando al lado de un circo ambulante por Europa, del que, casualmente forma parte un amnésico Hércules.
A modo de curiosidad, esta trilogía tiene dos guiños al primer número de Los Vengadores: por un lado, se puede ver a Rick Jones convocando a Los Vengadores, y por otro, el enemigo de la saga es un malvado dios y hermano a su vez de un Vengador (sustituyendo a Loki por Ares). Pero principalmente, estos números sirven para constatar, por si a alguien le quedaba alguna duda, la atracción mutua entre la Bruja Escarlata y La Visión. Rechazando a Ojo de Halcón la primera y animado por el fiel Jarvis el segundo, empieza a quedar clara a ojos de sus compañeros de aventuras la creciente atracción entre mutante y androide, un fenómeno que se confirma cuando él pierde la razón y sentido de la lógica en el momento en el que Wanda resulta herida. Una idea sutilmente desarrollada en principio, ha perdurado en el tiempo de forma que hoy en día resulta imposible conocer la historia de un Vengador sin la del otro. Ayudado en los argumentos por Harlan Ellison y un jovencísimo Chris Claremont, Thomas cerró su etapa con Uatu el Vigilante, El Segador (insinuando que Wonder Man no estaba muerto sino en coma, abriendo la puerta a su regreso) y el retorno de los Centinelas Mark II como protagonistas de estas aventuras a medio gas. Aún así, el guionista tenía preparado un último regalo para la serie, con una decisión que a la postre ha resultado determinante, y es que por primera vez (AV 104, X 72) separó los caminos de la Bruja Escarlata y Mercurio. Este último abandona los Vengadores (destinado a encontrarse y casarse con la inhumana Crystal), eliminando cualquier barrera para la Bruja Escarlata y permitiendo su evolución en solitario durante los setenta, hasta que esta llegara a convertirse en manos de Englehart y Shooter en la mejor chica Marvel, años antes de que Jean Grey, Sue Storm o Janet Van Dyne desarrollaran una personalidad digna en manos de Claremont, Byrne o Stern respectivamente.
El fin de una era
En definitiva, Roy Thomas revitalizó y consolidó una languideciente colección y se mantuvo al frente de la serie de los Héroes Más Poderosos de la Tierra durante setenta números, una excelente cifra (a la que además habría que sumar los cuarenta números, casi la mitad, en los que dirigió a los Vengadores de la Costa Oeste) que lo convierte en el guionista que más tiempo ha estado al frente de Los Vengadores, sólo superado recientemente por la suma conjunta de los números de Brian Michael Bendis. Quizá la etapa de Roy Thomas y John Buscema no sea nunca considerada como una de las grandes obras maestras del noveno arte, pero es innegable la influencia de que estos setenta números han tenido en la historia del grupo en general, y en particular en las posteriores etapas de Kurt Busiek, Roger Stern, Bob Harras y la etapa final de Los Vengadores de Brian Michael Bendis, amén de la producción de Ed Brubaker, a quién supo transmitir con esta colección (y la posterior Los Invasores) su amor por los personajes de la Edad de Oro. De entre todo su legado nos queda la mayor némesis de los Vengadores (Ultrón), el Vengador por excelencia (La Visión), y la mayor saga que se ha escrito de Los Vengadores en toda su historia: La Guerra Kree-Skrull. Un excelente tratamiento de personajes, capaz de convertirles tanto en super-humanos como en humanos, de tridimensionalizarlos más allá de sus repetitivos clichés iniciales, de ampliar y jugar con el formato de la serie y de tomar distancia por primera vez de los encasillados y limitados números autoconclusivos. Demostró que personajes como Goliat, Ojo de Halcón y La Visión pueden mantener la serie por sí solos y que una mejor vida, igual de brillante, es posible sin la presencia de la trinidad Vengadora, algo impensable e impracticable hoy en día. Historias internacionales, cada vez más maduras, dentro de una enciclopédica continuidad de la que Thomas se sirve en un principio para tomar héroes y villanos de otras colecciones y así, poco a poco, consolidar y consagrar la serie como la columna vertebral del Universo Marvel. Todo ello aderezado con el dibujo del maestro John Buscema y de escuderos de la talla de Neal Adams o Sal Buscema. Se trata, sin ningún género de duda, de la edad de oro de Los Vengadores.
[1] De hecho, la anécdota es mayor, teniendo en cuenta que ese mismo mes en la serie de la JLA (guionizada por el amigo de Thomas: Denny O`Neil), los héroes se enfrentaban a un grupo casualmente muy similar a los Vengadores, en el primer crossover no-oficial JLA/Vengadores de la historia.
[2] Según el propio Thomas, Craddock está inspirado en el senador Joseph McCarthy, cuya caza de brujas anti-comunista en los años cincuenta le hizo tristemente famoso.