Los géneros con los que se es más permisivo argumentalmente son la comedia y el terror. No en vano, el éxito es muy complicado con esas claves. Por sus características, se permite valorarlos más fácilmente: si te hace reír o te perturba, es que funcionan. Ese es el fin principal, con lo que la construcción hasta llegar a ese punto, es irrelevante siempre y cuando cumpla con ese objetivo de despertar esas sensaciones. De algún modo, eso hermana a ambos géneros. Con lo que es tentador combinarlos.
Rumble no es la primera obra en intentar hacer eso. Pero sí que es uno de esos cómics en los que los responsables logran hacerlo con ingenio y un bagaje. Este cómic es de los ejemplos recientes que mejor han sabido mezclar ambos géneros sin que uno predomine sobre el otro.
John Arcudi no es nuevo escribiendo historias de terror ni de monstruos. De hecho, si hay que categorizar y etiquetarlo en alguna parte, sería esa. Pero siempre ha estado ligado a franquicias ajenas, por mucho que en AIDP dejase mucho de sí. Con lo que esta serie va a quedar como un punto de inflexión de su carrera al ser la primera propuesta de creación propia totalmente desarrollada por él y con régimen de libertad.
Y sale indemne de la experiencia. El concepto está claramente ligado a lo que cabría esperar de este escritor: un espantapájaros con el alma de un guerrero cazamonstruos tipo Conan aparece en nuestro mundo y en la vida de los co-protagonistas de la historia. Unos humanos normal y corriente de la gran ciudad. En un principio, estos son el punto de vista del lector para introducirle en este mundo en el que los demonios habitan en los bajos fondos sin que la gente sea consciente de ello.
Arcudi tiene preparado un viaje que engancha desde un primer momento y no te suelta hasta el final. Probablemente, al ser un high concept, no haya tenido larga duración. Afortunadamente, es una obra que se ha beneficiado de ello y que ha mantenido en todo momento un ritmo sin cuartel muy absorbente.
Tal vez hubiese hecho falta un final más marcado y contundente para redondear la obra (aunque igual se ha producido así por un posible retorno en el futuro). Pero lo cierto es que se ha construido un crescendo constante. El nivel de los enemigos ha ido de demonios de tres al cuarto a los cuatro jinetes del apocalipsis para culminar con un enfrentamiento con la nada. La decisión de finalizar ha terminado siendo inevitable porque después eso, pocos enemigos quedan. Todos los enfrentamientos han mantenido siempre un gran nivel de satisfacción y se ha transmitido con eficacia ese punto de grandilocuencia y de desesperación hasta conseguir una victoria sufrida.
Lo que sí que ha estado más controlado es el desarrollo de personajes. Todos y cada uno de ellos aprenden, y se transforman en cosas muy distintas de lo que eran al inicio de la aventura, como en cualquier narrativa que se precie. Es particularmente interesante el arco de Rathraq (el mencionado guerrero) en el que pasa de ser antihéroe a ocupar el puesto de su antagonista, a pasar por una peculiar redención a través de las alianzas con lo que antes consideraba enemigos. Además, resulta el guionista sabe mantener tu curiosidad hacia él a través de ir revelando pequeñas pinceladas acerca de la vida pasada de este personaje. Todo ello sin olvidarse del resto del carismático plantel que no solo complementan la historia principal, si no que tienen sus subtramas que enriquecen el resultado final.
El tono es otra seña de identidad. A pesar de ser muy bombástica, siempre mete unas dosis de humor negro y de ironía que logran aligerar la intensidad dramática. Es uno de los grandes aciertos de la serie, junto a la sensación de que no tiene ninguna intención pretenciosa: desde el principio ha querido ser un entretenimiento de calidad y es lo que ha sido siempre y hay que celebrarlo por lo que es.
Estos últimos números echan los restos y se ha buscado dar lo más explosivo de una serie que no carece de bombas. No ha sido estática en este momento y el que se haya querido partir de una road movie para contar este último arco es una nueva manera de subrayar la variedad y el cambio que definen todos y cada uno de los números. Para conducir con el paso de las páginas a un estatus quo que consigue establecer, por primera vez, la tranquilidad del trabajo bien hecho.
El dibujo de David Rubín es tan barroco como viene siendo habitual. Cada página está repleta de elementos a los que prestar atención, pero jamás llega a saturar. El dibujante irrumpió en la serie tras la salida de James Harren y le insufló una nueva vida. Se nota un salto entre los dos arcos, al ser dos dibujantes bastante diferentes. Lo que aportó Rubín es una energía y una dinámica enfervorecida. Sus páginas se sitúan en algunas de las mejores y más cuidadas de las realizadas por este autor.
Tal y como demostró en Ether, también destaca por ser un gran diseñador de criaturas. Y aquí está en su salsa. Sus diseños son muy creativos, pero evocan a tantos y tantos monstruos que ya están vistos. Como viene siendo habitual, sus escenas de acción son tan apabullantes como siempre. Todo ello ha tenido los colores de Dave Stewart, con lo que la calidad en ese apartado estaba más que asegurada. Siempre ha logrado encajar y engrandecer los dibujos de los que han participado aquí. Con tonos generalmente lúgubres y oscuros, pero muy vivos. Y entiende cuando tiene que ser luminoso y contribuir a esa ligereza. Cuando parece que ha usado todos los colores para los monstruos, siempre ha sido capaz de dar matices y de darles sus propia personalidad. Otro trabajo que demuestra por qué es uno de los más respetados de la industria.
Esta serie cierra con un par de números con dibujantes invitados de la altura de Alex Horley, Matej Stic, Gerardo Zaffino o Gonzalo Ruggieri. En el último número se produce un divertido cruce con Headlopper ilustrado por el propio Andrew MacLean y el retorno de Harren. Son unos ilustradores que diversifican las posibilidades estilísticas que tiene este título.
Todos y cada uno de los tomos de Rumble por parte de Astiberri vienen cargados de extras tales como una serie de bocetos de los dibujantes de la serie e ilustraciones de otros artistas muy diversos, además de todas las portadas.
Rumble te hará reír con su negro humo a la vez que te asombrará por el imaginativo desfile de monstruos. Un chute de adrenalina y de agitación. Jamás te traiciona, siempre va a más y, si eres amante del género, has invocado al monstruo adecuado. Más vale confiar que un espantapájaros con un espadón haga algo.
Título: Black Hammer/Liga de la Justicia: ¡El Martillo de la Justicia! |
Guión: John Arcudi |
Dibujo: James Harren, David Rubín, Alex Horley, Matej Stic, Gerardo Zaffino, Gonzalo Ruggieri y Andrew MacLean. |
Color: Dave Stewart |
Edición Nacional: Astiberri |
Edición original: Image Comics |
Formato: Seis tomos cartoné de 144, 160 y de 192 páginas a color |
Precio: 16 € el primer tomo, 17 € del segundo al cuarto tomo y 18 € el quinto y el sexto |