Lo que significó Las Tortugas Ninja para este medio solo puede compararse con un terremoto como fue la creación de Image. Que una franquicia de superhéroes muy distinta a lo que se publicaba por parte de las dos grandes editoriales terminase siendo el bombazo que ha terminado siendo, es una buena noticia para los creadores. No tienen por qué depender de los designios de dos majors. Se puede seguir tu propio camino sin morir en el intento.
En un principio, todas las tortugas portaban el mismo color y eso va a juego con sus personalidades. Fue en el bombazo de la serie de animación que se emitió entre 1987 y 1996 en Estados Unidos cuando comenzaron a lucir los icónicos colores y se extremaron todavía más las diferencias y características de todos y cada uno de los personajes. Pero eso no quiere decir que las tortugas que viven y respiran en estas páginas no sean carismáticas. Por el contrario, muchos de los toques de humor absurdo siguen aquí, aunque en una clave mucho más adulta sucia y violenta.
Los lectores que nunca hayan probado los cómics de Las Tortugas Ninja, descubrirán un material que, seguramente, choque bastante con su concepción de ellas. Son cómics crudos que tienen que ver más con la violencia estilizada de películas como The Warriors o el excesivo cine de la Cannon que con las series de dibujos naïf. Era un cómic que, cuando se publicó, se buscaba un target muy diferente.
La acción reina por encima de cualquier cosa. Son cómics llenos de peripecias que no dejan ir in crescendo. Tienen una visceralidad y una intensidad que no era propia en el momento que se publicó, pero que influiría en muchos de los cómics que vendrían más adelante. Tanto por su espíritu desinhibido en el que se transgreden sus propias normas constantemente como por su tratamiento a las escenas de acción.
Kevin Eastman y Peter Laird dieron un golpe en la mesa que nadie se esperaba en 1984 con esta propuesta. Se demostró que hay un mercado para productos muy personales pero atractivos con los intereses del público. Que las creaciones autogestionadas son perfectamente viables y que no es necesario pasar por las dos grandes. No es de extrañar esta propuesta diera pie a realizar una de los mayores defensas y activismo para lograr que los derechos de autor perteneciesen a los creadores.
En estos primeros números si se respira algo es libertad creativa. Eastman y Laird parecen decir que está de vuelta de todo y no se corta a la hora de lanzar conceptos. En la línea de los mejores cómics, parece que todo tiene cabida y, en cierto modo, se las apaña para que, a pesar de que varía mucho de tonos y géneros, se sienta como que se está leyendo un único libro.
El problema de esto es que también juega en su contra a la hora de lograr que el lector se sienta emocionalmente implicado. Son cómics en los que pasan multitud de cosas y que va a un ritmo endiablado: parece que comenzará siendo una violenta historia de grounded sci fi urbana mezclada con el cine de artes marciales, para terminar siendo una locura de epopeya espacial un tanto reloca. Tiene problemas de lanzar algo consistente y va dando bandazos durante estos primeros números y una supervisión para centrar mejor las cosas, le hubiese sentado bien.
A pesar de lo dicho, Eastman y Laird parecieron tener claro desde un primer momento qué es lo que se quería contar. Muchos de los elementos narrativos, de los personajes, del tono y de aquello que cabe esperar de las Tortugas Ninja estaban ya en estos primeros números. Se aprecia que ha tenido una visión más o menos consistente desde el principio. Eso es digno de admirar: el hecho de que este título no se haya amoldado y que se haya mantenido una constancia. En este origen te dejan claro que o entras o no, pero que ni los autores ni los personajes harán nada por gustarte.
El dibujo es muy particular Es sucio, tosco y duro, pero también muy barroco y de línea gruesa. Pero aun así se las maneja para que todo sea perfectamente distinguible. Sabe imaginar y dotar de vida todos los mundos que plantea. Diferencia perfectamente todas sus características, al igual que lo hace con los personajes. Es deudor de artistas tan dispares como Frazetta o Corben. A su vez es muy imaginativo y creativo, además de idear a personajes verdaderamente icónicos.
También tiene la cualidad de ser alguien capaz de representar la violencia de una manera muy eléctrica. Sus escenas de acción funcionan a las mil maravillas. Son turbias y oscuras, pero sin llegar nunca a lo desagradable. También son muy eléctricas y apasionadas. Desde luego, se nota que este trabajo se hizo desde las ganas de generar un material gráfico y cañero que rompiese respecto a lo que se podía hacer o no con las historias de superhéroes.
ECC Ediciones recupera esta primera etapa de los quelonios en seis cuidadísimos tomos. El primero de ellos trae consigo una serie de extras tales como comentarios de los autores en todos y cada uno de los números y bocetos y portadas al final del todo. En esta cuidada edición (y en detalles como cierta campaña promocional) se nota que han cogido esta IP con ganas.
Tras unos cuantos años de silencio, ya iba siendo hora que se publicase el material original de un clásico moderno como es Las Tortugas Ninja. O cómo la creatividad y las ganas de romper las reglas pueden llevarte más lejos de lo que jamás habrías pensado.
COWABUNGA!
Título: Las Tortugas Ninja: La Serie Original |
Guión: Kevin Eastman/Peter Laird |
Dibujo: Kevin Eastman/Peter Laird |
Edición Nacional: ECC Ediciones |
Edición original: IDW |
Formato: Tomo cartoné de 328 páginas en blanco y negro |
Precio: 34 € |