Horologiom, la imaginativa distopía de Fabrice Lebeault

El libre albedrío es uno de los temas recurrentes de la ciencia ficción. En la mayor parte de este tipo de historias se lanzan ideas disruptivas que al exponerlas en clave realista, tendrían menos recorrido. Eso siempre y cuando no se censurasen. Y es de una ironía sutil la prohibición de la libertad, en todas sus formas.

La política dictamina el día a día. Guste o no, estos son los que ponen las barreras, generalmente de acuerdo a determinados intereses electorales. Las libertades, por tanto, en cualquier sociedad son cortadas para que esta pueda prosperar, a falta de una capacidad de que las personas asuman las responsabilidades individuales. Se está en un punto medio en el que es muy fácil caer en un lado u otro. Y para prevenirlo o estudiar lo desastroso que eso sería está la ficción.

Fabrice Lebeault, principal responsable de Horologiom, es un artista francés con algo de recorrido que terminó dedicándose a la ilustración, pero cuya primera opción fue la de estudiar derecho. Estas inquietudes alrededor de la idea de la justicia y sus límites se dejan entrever en estos álbumes.

Portada del tomo de Ponent Mon.

Esta obra se enmarca en la tradición de relatos de ciencia ficción como la trilogía distópica, pero manteniendo un espíritu aventurero como el que se pudo ver en Brasil. Ahora bien, en un contexto un tanto diferente al que generaron sus precedentes: sí, es muy deudora. También parece beber de esa idea del fin del mundo provocado por el efecto 2000. No en vano, la premisa es como la aparición de un intruso puede suponer el fin de una era.

Con las mencionadas obras se mantiene un aire crítico hacia la burocracia y de la imposición de una ideología concreta, eliminando la posibilidad del pensamiento disidente. Aquí está llevado al extremo en personajes que literalmente son unos autómatas que van a cuerda y el protagonista representa esa rebelión: el naturalismo, lo carnal, lo animal y lo natural. Evidentemente, la serie guarda una serie de giros que mostrarán que las cosas nunca son tan simples.

Este autor también carga su tinta contra la hipocresía de las sociedades occidentales. Todo ello lanzándose a hacer reflexiones interesantes entre las pugnas entre la religión y los poderes estatales. Trata una cantidad de temas lanzando tesis que no son categóricas y se maneja todo con mucha mesura. Eso hace que, como obra, gane enteros.

La historia no es lo más importante en esta obra, pero sí que tiene una estructura bien marcada. El cómic crea distintos misterios que se van resolviendo a medida que avanza. El principio puede causar un poco de confusión al lector, como que se ve perdido en medio de asuntos de los que no sabe nada. Pero eso contribuye a que se empatice con el protagonista, con quien no comparte punto de vista todo el rato.

Aunque se nota que es una recopilación de álbumes y están claramente diferenciados, hay una trama horizontal que hace que todo sea un uno. La lectura se puede hacer algo densa y, tal vez, dependa demasiado de los diálogos. Aun así, tiene escenas memorables y, en buena medida, todo el arco es una gran persecución, con lo que también hay escenas muy visuales y con movimiento. Tiene un ritmo muy pausado así, requiere que se lea de forma reposada para que la imaginativa propuesta te embriague.

El arte de Fabrice Lebeault está a un gran nivel. Por momentos recuerda al mejor Hergé, pero logra tener un estilo propio. Tiene una línea clara y limpia que hace que este mundo entre desde un primer momento. Un dibujo que parece muy sencillo, pero que tiene un nivel de detalle muy minucioso.

Cada vez que se enfrenta a una página nunca escoge la opción más obvia para contar las cosas. Oscilante entre un columnado de tres o cuatro columnas, es muy difícil encontrar dos páginas iguales. De la misma manera, cabe destacar la poderosa y constante decisión de hacer que todas las viñetas respondan siempre un estilo muy clásico y cuadriculado que, de algún modo, termina siendo muy opresivo, como lo es esta propuesta de un universo propio regido por cabezas cuadradas.

Muestra del cuidado arte de Lebeault.

Esta obra abarca cinco volúmenes publicados entre 1994 y 2000, con lo que también se aprecia la evolución estilística de este artista. A medida que pasan los volúmenes, puede que las páginas pierdan fuerza, pero tienen un depurado más que evidente. Una obra muy gustosa que invita al lector a la fascinación constante con el componente gráfico, los diseños de los personajes y la arquitectura de esta ciudad llamada a perdurar en su recuerdo.

El dibujo se ve fortalecido de forma innegable por el color aportado por Florence Breton. Al pertenecer a un mundo pensado desde cero, se nota que ha habido una gran libertad y que no tiene que responder a lo naturalista. Los colores parecen regirse por lo emocional y son muy coherentes en todo momento con lo que hay desde el principio. Son colores muy vivos, aunque en unas tonalidades oscuras. Le dan un aspecto muy orgánico al dibujo y a un universo construido de la nada. Un trabajo que, sin duda, aporta mucho a la personalidad tan marcada de esta pieza.

El tomo de Ponent Mon no contiene ningún extra, pero sí que permite acceder a la práctica integridad de la obra Fabrice Lebeault de una manera accesible. Hay un error de traducción en la palabra scénario, que significa guion en francés. Aquí lo han traducido como escenario. Es un detalle que hubiese redondeado la edición, pero que en absoluto obstruye o molesta.

Horologiom es una obra envolvente que trata con inteligencia temas de calado. Una distopía imaginativa en la línea de las mejores obras de ciencia ficción europea. Una obra que no deja de crecer y que ofrece soluciones que siempre sorprenden. Una muestra de lo que son capaces de hacer los mejores cómics franceses.

Título: Horologiom Integral 1
Guion y dibujo: Fabrice Lebeault
Color: Florence Breton
Edición Nacional: Ponent Mon
Edición Original: Editions Delcourt
Formato: Rústica, 244 páginas a color
Precio: 44,00€