Bienvenidos/as a la Sukeban Tribe. La banda de moteras más peligrosas de todo Nueva York. Aquí os espera sangre, dolor y una falsa sensación de libertad. No es para todo el mundo. Y mejor será que hagas que los demás miren a otro lado si te ven.
El nuevo thriller firmado por Víctor Santos y Sylvain Runberg irrumpe en el mercado como si fuese un golpe dado por alguien montado en una moto. Es algo efímero, pero que deja un moratón que tardará en curarse.
Sukeban Turbo parte de la premisa de ser un reflejo, por una parte, de las desventuras y la crisis grupal de una organización criminal formada por unas adolescentes (e inspiradas en los movimientos de implacables bandas femeninas japonesas de los setenta), mientras que se analiza el alcance de los largos tentáculos de las mafias y del tráfico de droga. También es importante el reflejo del ambiente dentro de la industria musical y de las conexiones entre estos mundos.
Aunque sea una obra editada originalmente en Estados Unidos, tanto el guionista como el dibujante son europeos. Esto que, a priori, podría parecer un dato sin mayor interés, supone una sensibilidad especial para el cómic. Hay algo de mezcla de referentes y de una manera diferente de contar respecto a los thrillers norteamericanos. Parecen que aquí se han priorizado unas cuestiones diferentes y eso le da una frescura a la obra.
La principal diferencia está en la decisión de ser una historia muy centrada en la caracterización y en la descripción de un mundo estilizado. Hay algo de vouyeur en esa aproximación a un mundo al que no se pertenece. Despierta una fascinación muy peculiar que se explota a la perfección en esta propuesta.
Eso provoca que Sukeban Turbo pueda tener escenas en las que se le ven los hilos de la ficción, que no terminan de conectar con la realidad. Sin embargo, los autores parecen más interesados en crear sus propias reglas que en hacer un retrato realista. Ese desequilibrio viene dado a que en determinadas escenas se nota cierta falta de naturalismo.
Eso no quiere decir que no estén presentes algunos temas de fondo habituales en este tipo de historias: el determinismo social juega un papel importante. Si solo se conoce los ambientes de violencia, ¿es una elección personal la vida de delincuente o, simplemente, es la única opción lógica? Eso causa un gran sufrimiento implícito en la protagonista, que, como en toda historia de mafias que se precie, también tiene que hacer frente al mantenimiento de su estatus. Por no hablar, de las presiones que tiene por parte de los que están encima de ella.
Al haber tanto conflicto en tan solo cuatro números, es algo que engancha desde el primer momento (ya en el arranque hay una clara explicitación de que te quieren epatar). El ritmo es muy picado. No dejan de pasar cosas y las tramas se desarrollan a una velocidad pasmosa. No dan un respiro y logran mantener tu atención hasta el final. No es algo fácil de lograr manteniendo una coherencia narrativa.
Las referencias de Sukeban Turbo son veladas, pero se dejan entrever. Se nota la inspiración oriental en la huella del dibujo, más allá de la que está en el título. Es patente cierto lirismo que recuerda más al cine de yakuza que a las Malas Calles que retrató Scorsese. Pero también lo hace desde una ambientación inequívocamente contemporánea, que se nota particularmente en las conductas y motivaciones de los personajes.
Al final deja una sensación de entretenimiento con algo de fondo que se salda de una manera muy satisfactoria. No lanza reflexiones muy meditadas y no sorprende con nuevas maneras de contar unas determinadas tramas, pero sí que tiene puntos de originalidad gracias a la elección de un punto de vista que no es el habitual. Pero cumple notablemente con los objetivos y las reacciones que, seguramente, buscasen transmitir los creadores.
El trazo limpio de Víctor Santos contrasta con el mundo en el que se mueve esta propuesta. Eso le da una personalidad a este artista muy especial. Es alguien que ha demostrado tener una habilidad para las escenas de acción frenéticas, cargándolas de una representación bastante icónica. Este dibujante es capaz de tener un ritmo muy marcado y de mantener una intensidad dramática en todas y cada una de las páginas.
Su arte otorga mucha credibilidad a su vez al universo de sordidez e inmundicia que el lector se encuentra aquí, pero también es capaz de dotarle de cierto embellecimiento, sin caer en la glorificación de la violencia. Un cómic suyo recuerda a las mejores y más desenfrenadas películas de neón de Nicolas Winding Refn.
Norma Editorial publica este cómic en un tomo muy manejable y accesible.
Sukeban Turbo es el chute de adrenalina que hace falta para acabar este funesto año. Evasión de primer nivel. Despierta instintos de libertad, como todas las mejores criminales. Pero hace que te preguntes los costes y las circunstancias de estas. Un cómic que se mueve en cierta ambigüedad que engrandece el proyecto.
Título: Sukeban Turbo |
Guion: Sylvain Rumberg |
Dibujo y color: Víctor Santos |
Edición Nacional: Norma Editorial |
Edición Original: IDW |
Formato: Rústica, 144 páginas a color |
Precio: 22,50€ |