Navidad, Año Nuevo… fechas señaladas para todos, pero especialmente en el calendario Whovian gracias a los episodios especiales que nos viene regalando el bueno del Doctor, desde su regreso a la parrilla televisiva de la BBC en 2005. Esto sirve como una excusa perfecta para que en Sala de Peligro dirijamos nuestra mirada a las últimas aventuras del Señor del Tiempo… no en la pantalla, sino en el papel de pulpa de los tebeos. Y es que Doctor Who ha tenido, a lo largo de su extensísima historia, una fuerte presencia en los estantes anglosajones con cantidad de publicaciones en las que acompañarle por mundos y galaxias de cuatricromía, de viñeta a viñeta.
Fandogamia es la editorial que, en España, nos abre las puertas de la TARDIS con un catálogo cada vez más rebosante de épicas luchas, momentos tronchantes, resquebrajamientos de corazones, exterminios y demás movidas temporales. Desde la trilogía protagonizada por el Décimo Doctor, aquel maravillosamente encarnado por David Tennant, a tomos únicos como el que recopila la miniserie Cuatro Doctores, o Las Muchas Vidas del Doctor, el súper suculento volumen de homenaje a cada encarnación del Doctor, todas estas aventuras no sólo llevan el universo de Doctor Who más allá de su TV natal, sino que sirven como excelente puerta de entrada para todo aquel que se acerque con curiosidad a una franquicia que, de tan longeva… puede, quizás, causar impresión.
Esto resulta muy obvio, y muy curioso, en la obra que nos ocupa: 11º Doctor Who: Te Servimos, la última adición a la colección Whovian en la línea Infinite de Fandogamia, publicado por estos lares a finales del pasado mes de octubre (y con fecha de publicación original de… ¡2015!). Aún siendo el segundo volumen de la trilogía centrada en el Undécimo Doctor, con rostro de Matt Smith, la historia que nos presenta es una oportunidad tan buena como cualquier otra para subirse al tren del Doctor. Obviamente en continuidad con lo narrado en el anterior volumen, 11º Doctor Who: Vida tras la muerte, que podríamos ubicar cómodamente entre las temporadas 5 y 6 televisivas, tras despedirse nuestro buen Doctor de sus hasta entonces companions, Amy y Rory, para dejarles gozar de una más que merecida luna de miel.
En ese volumen previo de sus aventuras comiqueras veíamos cómo se cruzaban los caminos del Doctor y Alice Obiefune, una asistente de biblioteca cuya vida atravesaba un período literalmente gris, después de haber perdido a su madre, empleo e, inminentemente, su propio hogar. Esta reticente nueva companion acompañaba al Señor del Tiempo en aventuras por el espacio, hasta un lugar antaño inhóspito y de inmensa riqueza natural de pronto explotada por la malvada maquinaria de la corporación TESERVIMOSsa (que ya asomaba su fea cara), y por el tiempo, cuando el simpático del Doctor trataba de aliviar su dolor ofreciéndole visitar un momento formativo en la vida de su madre: el primer concierto del aclamado y polifacético músico John Jones, en 1962. Este camaleónico artista, por cierto, se unía como polizón en la TARDIS a un elenco que completa el entrañable ARC (o Centro de Razonamiento Autónomo), huído de las garras de TESERVIMOSsa para intentar averiguar la verdad tras su origen con la ayuda de sus nuevos compañeros.
Este es el trasfondo de las aventuras narradas en Te Servimos, pero como comentábamos, estas se sostienen por sí mismas incluso si no contaran con la ayuda de ese agradecido “Anteriormente…” que nos da la bienvenida antes de empezar. Es bastante similar a lo que sucede en el frente televisivo original de la franquicia: una serie de más de medio siglo de vida, con un legado que, como decíamos, puede hacer temblar incluso al potencial fan más arrojado, pero que se las apaña para que la mayoría de sus episodios (con contadas excepciones de más peso en la continuidad) sean fácilmente disfrutables para los recién llegados. Es asombroso, es un alivio, y es algo que se ha logrado llevar también a las actuales series de cómics.
Te Servimos comienza fuerte con uno de los experimentos más geniales y mejor realizados, en el breve espacio de un número, de esos quebraderos de cabeza espaciotemporales que tanto gustan a Doctor y Whovians por igual, un movimiento muy original (lo cual, dada la serie de la que hablamos, no es decir poco) en la que el guionista manipula el tiempo con la pericia de su propio protagonista, narrándonos una historia que nos hará sospechar del orden de sus páginas. A continuación, el Doctor y sus compis de viaje acaban involucrados en una batalla eterna entre dos grandes imperios galácticos, en la que Alice y Jones serán insospechados héroes de guerra, y por último, veremos el inevitable enfrentamiento entre el grupo y la desalmada compañía TESERVIMOSsa. ¿Hemos dicho ya que cada una de estas aventuras dejan el regusto de un episodio más de Doctor Who? Totalmente.
Pero, mejor, no nos centraremos demasiado en las aventuras en sí, por evitar posibles spoilers y sobre todo porque, como la propia TARDIS, lo más sorprendente de ellas es que los temas tratados son mucho más grandes una vez dejamos atrás sus fachadas. Ese duelo que daba título al anterior volumen, Vida tras la muerte, las expectativas y esperanzas de un porvenir brillante, los deseos que ocultan un peligro, desvelado una vez cumplidos, el crecimiento personal de cada individuo, facilitado por el apoyo de perfectos extraños… siempre bajo ese encantador filtro aventurero, simpático, optimista y esperanzador, nos encontramos con una ecléctica mezcla de fantasía, ciencia ficción, y subtextos sorprendentemente profundos e intrincados, casi siempre en relación al nexo que une al Doctor y los diferentes companions que va cosechando. La evolución de Jones hasta ir tomando más la forma de cierto Delgado Duque Blanco es muy disfrutable, así como el desarrollo de ARC, pero es Alice, su relación y química con el alienígena de dos corazones (a quién ya acompañó en la miniserie Cuatro Doctores, y con el que tanto ha vivido en el poquito tiempo que lleva acompañándole) la que recibe más atención por parte de los guionistas.
Esto se traduce en un par de aspectos brillantes. Por una parte, desafía nuestro punto de vista, como fans a los que les encantaría saltar a la aventura de la mano del Doctor. Al fin y al cabo, los companions somos un poco nosotros en estas historias, él es demasiado magnético como para darle la espalda, y sus aventuras… demasiado imposibles como para resistirse. Alice, sin embargo, no se unió a él engatusada por todo ello, y ni siquiera se planteó huir con él de la vida en ruinas que le esperaba al volver a casa. El Doctor la encontró precisamente por su dolor, su tristeza, y por ese mismo motivo volvió a ella, incapaz de dejarla atrás. En este segundo volumen Alice recibe la oportunidad de seguir a bordo de la TARDIS, donde desarrolla una cercanía real con el Doctor y, poco a poco, una verdadera razón para querer seguir en su compañía.
Por otra parte, el equipo creativo logra presentarnos la voz de Alice como una pieza más de este universo, a pesar de que no tengamos para ella una referencia televisiva. No sólo con ella, sino con el resto del elenco, sin olvidar al propio Doctor, cuya caracterización refleja completamente el alma con el que le encarna el actor Matt Smith. Todo el cómic clava ese tono familiar, tanto en lo ameno y entrañable como en lo dramático, ese espíritu intrépido e indomable de una franquicia que se sabe clásica.
El equipo creativo es liderado por los guionistas Rob Williams (que, además de títulos como Suicide Squad, Unfollow, Kingsman: The Red Diamond o Juez Dredd, también se ha encargado de adaptar al papel franquicias llegadas de la gran pantalla como Star Wars e Indiana Jones) y Al Ewing (con títulazos marvelitas en su haber como Poderosos Vengadores, Loki: Agente de Asgard, Jane Foster: Valquiria, S.W.O.R.D., El Inmortal Hulk, o Guardianes de la Galaxia), jugando ambos –por separado– a cambiar constantemente de pareja de baile con los artistas: comienza Rob Williams con Simon Fraser, al siguiente número entra Warren Pleece, continua Pleece pero con Al Ewing tomando el relevo al guión, a Ewing se le une Boo Cook, y terminan quienes empezaron, Williams y Fraser. No agitados, ¡pero desde luego sí revueltos!
Y, a pesar de contar con tantas manos en la elaboración del plato, el resultado es bastante uniforme y con un rasgo común, tanto en los guionistas como en los artistas: todos ellos consiguen captar los dejes y peculiaridades del Doctor de Matt Smith de una manera que no siempre se logra en los cómics que adaptan franquicias provenientes de otros medios. Ewing muestra tal dominio del Undécimo Doctor que decide ponerlo a prueba llevando al extremo opuesto, esporádicamente, su actitud y estilismo… y tanto Fraser como Pleece y Boo Cook ilustran, cada uno con su particular estilo, el maravilloso y excéntrico mundo que navega el Doctor, así como a él mismo, totalmente reconocibles para los más Whovians. La traducción de Liza Pluijter, presente en cada entrega de la línea Who en España, cierra la propuesta haciendo honor a los textos originales.
11º Doctor Who: Te Servimos es una aventura más del Señor del Tiempo, una cita fija para todo fan de la eterna saga brit, para quien quiera picotear y no se haya atrevido hasta ahora… y para cualquier lector que disfrute del género sci-fi más puro.
¡Gerónimo!
Título: 11º DOCTOR WHO 02 (de 03): TE SERVIMOS |
Guión: Al Ewing, Rob Williams |
Dibujo: Simon Frasier, Warren Pleece, Boo Cook |
Edición Nacional: Fandogamia |
Edición Original: Titan Comics |
Formato: Formato paperback, 128 páginas a color |
Precio: 12 € |