Ascender 3. El Mago Digital, Jeff Lemire y Dustin Nguyen consolidan la serie como una mezcla brillante de géneros

Cuando salió a la venta Ascender a todo el mundo le sorprendió la valentía a la hora de llevar a cabo un requiebro tan extremo en la historia. Se pasó de una serie de ciencia ficción pura y dura (Descender) a una de fantasía (Ascender), sin ninguna necesidad de justificar ese cambio. Tan solo se buscó que esta segunda fase del argumento tuviera su propia identidad independiente y que funcionase de forma autónoma, diferenciándose lo máximo posible del precedente.

Se nota que este proyecto es uno en los que el reputado autor Jeff Lemire se siente más implicado. Son ya unos cuantos años los que lleva desarrollando esta epopeya y se percibe cuando una obra se ha producido desde un mimo y un cuidado. Se transmite esa búsqueda de contar algo sincero y resonante de la mejor forma posible. Y, seguramente, por eso será conocido el canadiense: por el corazón y la pasión que insufla en su trabajo.

En Ascender 3. El Mago Digital se ha llegado al punto en el que todas las piezas se han asentado en el lugar en el que le corresponden y es ahora cuando toca otorgar de sentido a la propuesta. El lector que, hasta el momento, puede haber experimentado agravio por el cambio tan radical que supuso Ascender, a partir de aquí debería comenzar a sonreír ante las conexiones que se establecen con la serie precedente.

De algún modo, el tratamiento narrativo se asemeja a productos como la tercera temporada de Twin Peaks (la cual Lemire ha mencionado más de una vez como referente), donde David Lynch jugó constantemente a romper las expectativas del espectador. Aun no llevándolo a un exceso tan antipático, Ascender ha tratado otros temas distintos en una ambientación prácticamente contraria y ha presentado a personajes en circunstancias inesperadas con cambios estéticos y personales de todo tipo. Pero es en este tomo cuando se ha querido darle coherencia al todo y se ha hecho de una forma tan sorprendente como coherente con todo lo planteado con anterioridad.

El ritmo se ha acelerado y el tono parece tener una mayor ambición. Estructuralmente se narran dos arcos protagonizado por dos grupos de personajes distintos (Andy por un lado y Mila (y compañía) por otro). Estos personajes siguen teniendo una evolución y tiene una humanidad que hace que sea fácil empatizar con ellos. Además, son muy cercanos puesto que ya se ha pasado el tiempo suficiente y se han compartido muchas vivencias como para encariñarse con ellos.

Remando en el mismo sentido, las peripecias no se dejan de producir y los dos arcos funcionan en sus propios términos, en la medida en que se presentan algunas profundizaciones del mundo en el que se ambienta la historia. No hay un instante de aburrimiento para el lector, por mucho que se pueda parar la acción de forma momentánea.

Pero lo verdaderamente interesante son las conexiones que se establecen con Descender y que abren el argumento a unas nuevas posibilidades insospechadas hasta antes de abrir este tomo. El creador de Essex County sabe provocar expectación sin que la historia se perciba como efectista bajo ningún concepto. Es uno de los escritores que hacen fácil lo difícil y en ello radica un gran talento desplegándose. No hay más que observar la manera en la que se desenvuelve la historia.

También consigue tener tiempo para reflexionar en las motivaciones y en la situación en la que se encuentran las fuerzas opositoras o, incluso, para introducir nuevos personajes y crear una nueva parcelita dentro del mundo en el que se ambienta la serie. Este, sin ninguna duda, es el arco más complejo hasta el momento. Eso es así por la cantidad de tramas que se manejan, pero que son presentadas de una forma muy sencilla y satisfactoria para el lector.

De algún modo, lo aquí planteado evoca a precedentes de aventuras espaciales a lo Star Wars, pero buscando ser inclasificable e, incluso, imprescindible. Ascender se consigue consolidar como una mezcla de recursos propios de distintos géneros que no deberían funcionar pero que, contra todo pronóstico, lo hacen. Es una emulsión perfectamente equilibrada en la que todo encaja y que, seguramente, hará las delicias a los amantes de ambos géneros. O, por lo menos, estos descubrirán una historia que, sin ninguna duda, les pillará desprevenidos.

El trabajo de Dustin Nguyen sigue teniendo una calidad incontestable. Tras sorprender con un acercamiento estético disruptivo y novedoso con el cambio de serie, a medida que determinados personajes vuelven y el tono se ha asentado del todo, el artista introduce sutiles cambios que se acercan paulatinamente la estética vista en Descender. Las características principales son un trazo entre lo sucio y lo cartoon, una búsqueda de cierto expresionismo y con un tratamiento pictórico del color. Con ello, logra Nguyen es uno de esos dibujantes con una voz muy particular y fácilmente distinguible.

El arte no encaja en la tradición ni de la fantasía ni de la ciencia ficción, lo cual le otorga cierto estilo que hace que sea algo muy especial. Además, los diseños de los personajes resultan verdaderamente vistosos y frescos. Se trata de un acercamiento peculiar y arriesgado que es capaz de transportar al lector a una experiencia visual portentosa.

El tomo de Astiberri sigue la línea de los anteriores de esta serie. Incluye las portadas y una breve biografía de los autores.

En este tomo de Ascender hay una serie ya consolidada y cómoda. No solo avanza la trama, si no que se llega a unas cotas de hibridación la mar de interesantes. Cada vez más.  Es una lectura coherente que poco a poco va tomando cuerpo, que se disfruta enormemente y que promete que el clímax dará mucho de qué hablar. Lemire y Nguyen superándose número a número.

¡Ah! Y el cliffhanger vale oro.

Título: Ascender 3. El Mago Digital.
Guión: Jeff Lemire
Dibujo y color: Dustin Nguyen
Edición Nacional: Astiberri
Edición original: Image Comics
Formato:   Tomo cartoné de 96 páginas a color
Precio: 15 €