Guionista de barrio #02 – ¿Qué puedo hacer para vender un proyecto de cómic?

Guionista de Barrio es la columna de opinión semanal de Fernando Llor (@FernandoLlor). Llor, que cuenta con el poder de la omnipresencia, es autor de obras como El espíritu del escorpión, Teluria 108, Ojos Grises o más recientemente Subnormal, entre otras muchas, así como miembro en activo de la Asociación Profesional de Guionistas de Cómic (ARGH!) y vocal de la Sectorial del Comic

En 2021 empieza mi quinto año como profe en la escuela profesional de cómic e ilustración O Garaxe Hermético en Pontevedra. Buena parte del tiempo que pasamos allí dentro lo dedicamos, a lo largo de los tres años de duración de los estudios, a tratar de transmitir qué se puede hacer para vender un proyecto de cómic a una editorial. ¿Lo conseguimos? Bueno… digamos que es un tema mucho más complejo de lo que puede parecer en un primer momento.

Ahora lo habitual sería montar una especie de decálogo del tipo: “los 10 consejos fundamentales que te da el bueno de Fernando para ser una súperestrella del rock” pero eso ya se ha hecho varias veces y todas mejores de lo que yo puedo contar.

Evidentemente hay una serie de factores que no deberías pasar nunca por alto y hay algunos procedimientos que tendrías que intentar cumplir, sin embargo hoy me gustaría enfocar el tema desde una perspectiva un tanto diferente.

Así que, vamos al lío.

Nadie sabe lo que vende

Esta es una de esas cosas que parecen obvias y no lo son tanto y creo además que es de las pocas reglas más o menos fiables que se pueden seguir. Vender un proyecto implica a varias personas en el proceso, normalmente gente que lo hace y gente que lo tiene que imprimir, promocionar y poner a la venta. Ese “nadie sabe lo que vende” se refiere a que nadie tiene la certeza absoluta (salvo casos muy concretos en los que hay muchísimas probabilidades de que el nivel de ventas va a ser alto) de que una obra va a ser fácilmente colocable en una editorial y que, una vez convertida en libro, va a vender miles y miles de ejemplares.

Cuando se habla de que las editoriales apuestan por tal o cual obra, nos referimos al coste que asumen para producir un cómic y que luego puede resultar un auténtico fiasco a nivel de retorno de la inversión. Por eso, a la hora de llevar nuestro proyecto a un editor, deberíamos intentar averiguar cosas como: ¿qué es lo que vende esta editorial? O incluso ¿qué es lo que prefiere vender esta editorial? Y es que existen casos en los que se suponían grandes éxitos de ventas que luego no han llegado a serlo incluso metiendo en la ecuación a influencers, a estrellas de la canción o multicampeones del mundo.

Nada asegura las ventas, por eso es tan importante aquello de “encajar en la línea editorial” porque eso siempre va a aumentar las probabilidades. Pero ¿qué es exactamente eso de la línea editorial?

Pues… anda que no es difícil de explicar algo así. La línea es la propuesta de catálogo que tiene en marcha una editorial en el momento presente y en los últimos y en los próximos meses (incluso años). Ese catálogo muchas veces se puede dividir además en colecciones en las que compartimentar mejor la oferta. Y además de todo eso, también está lo que se sale de la línea o se sale de las colecciones, porque no olvidemos que los editores son personas y que pueden tener impulsos, corazonadas, instinto o arrebatos que les lleven a apostar por algo que saben que va a ser un melocotonazo a pesar de que no encaje del todo bien en lo que vienen haciendo hasta ahora.

Contando con todos esos factores, una buena manera de tratar de colocar un proyecto es saber si nuestro proyecto encaja en la línea editorial de alguien. Imaginemos que tenemos un proyecto sobre unos monjes budistas que en realidad son un grupo secreto de ninjas que secuestran bebés de la alta burguesía catalana para traficar con sus órganos. Una buena pregunta para arrancar es: ¿esto yo a quién demonios se lo vendo? Y para responder no me quedará más remedio que hacer algo fundamental en todo esto de vender cosas: saber quién vende qué.

Si nadie está dispuesto a apostar por mi proyecto de monjes ninjas puede deberse a factores estéticos, humanos y demás, pero seguro que hay uno que se ha impuesto a todos los demás y viene siendo que nadie ha exclamado: ¡eh, esto se vende solo!

En cualquier caso, incluso si ninguna editorial decide apostar por tu proyecto de budistas secuestrabebés, recuerda: nadie sabe lo que vende. Existen posibilidades de que puedas recurrir a la autoedición (hoy en día más y mejores que nunca y ya hablaremos otro día sobre ello) y tú mismo puedas convertirlo en un hitazo.

La venta fría

El concepto de “venta fría” es algo que se utiliza en el mundo de los comerciales independientemente del sector al que se dediquen (pueden ser vendedores de seguros, de telefonía móvil, comerciales de ONG’S, vendedores de enciclopedias…)y que se refiere a tratar de vender algo a alguien sin ningún tipo de contacto previo. Algo así como “hola, ¿qué tal? Cómpreme usted esta fabulosa colección de palomas disecadas”.

A la hora de vender proyectos de cómic resulta muy útil tratar de aportar algo de calor a las ventas y eso es algo complicado. Uno de los grandes errores que se repiten miles de veces cuando se está empezando (admito que yo rompí el contador de cuántas veces se puede tropezar con la misma piedra) es intentar siempre la venta fría y encima enfadarse cuando no se consigue.

Entre los mantras que se repiten por parte de gente que está dando sus primeros pasos e intenta desesperadamente colocar un proyecto está en el TOP 3 ese de: “las editoriales no responden”. Pero… claro, quizás aquí deberíamos intentar practicar un poco la empatía. Imaginemos por un momento que somos un editor con un montón de cosas en la cabeza y una cantidad enorme de curro. Abro el correo, voy a dedicar media mañana a revisar las propuestas que me han ido llegando. Tras leer cuatro o cinco me encuentro con una que me dice: “Hola, te envío este proyecto, espero que te guste, adiós” Pues… a ver… si no te conocen, si no saben nada de ti y encima tu presentación tiene esa contundencia narrativa, es realmente sencillo que la respuesta obtenida sea igual de amable que tu correo.

Siento repetirme, pero es importante recordar que los editores son personas y eso les convierte automáticamente en seres sociales, así que un mínimo de esfuerzo comunicativo siempre viene bien. Ojo, no hace falta que en el primer correo le preguntes qué tal le va todo con su familia o si echa de menos a su abuelita, pero se puede probar con hablar algo de ti y, sobre todo, hablar sobre el proyecto con eso que se llama “carta de intención”.

Estás llamando a la casa de alguien a vender algo sin que nadie te lo haya pedido, al menos trata de explicar por qué lo que vendes es interesante y podría ser un gran éxito con la ayuda de ese editor.

Mi mayor recomendación en este sentido, a pesar de lo terriblemente complicado que es ahora mismo, es que trates siempre de mantener encuentros personales con los editores. Puede que te digan que tu proyecto está más verde que un kiwi, pero al menos habrás roto la barrera de la primera interacción y eso siempre calienta un poco más el ambiente. 

La pasión ayuda

 ¿Me refiero a que prepares historias sobre amores y fornicio? Pues no (aunque también si es lo que te apasiona). A lo que voy es a que si algo consigue estimular el agudo olfato de los editores y a decir aquello de “interesante, cuéntame más”, es la sensación de haber encontrado a autores y autoras apasionados por un proyecto. ¿Y cómo puedo conseguir eso?

Pues… a lo mejor alguien me acusa (y puede que hasta con razón) de recurrir al campo de las emociones cuando aquí hemos venido a hablar de negocios, pero es que esa pasión o se tiene o no se tiene (o en ocasiones se finge muy bien que se tiene). Si se tiene suma puntos cuando se sabe transmitir. Si no se tiene, pero se compensa con muchas otras cosas, pues bien.

Si no se tiene y encima no se compensa con nada más, pues, a ver, el resultado será terrible.

Resumiendo

Si no sabes muy bien quién podría apostar por tu proyecto o dónde deberías ofrecerlo, es buena idea que estudies quién hace qué. Una vez que lo averigües recuerda no ir directamente a la venta fría puerta por puerta o, si lo vas a hacer piensa un momento: ¿cuántas veces has comprado algo a alguien que se presenta en tu casa sin avisar?