Guionista de Barrio es la columna de opinión semanal de Fernando Llor (@FernandoLlor). Llor, que cuenta con el poder de la omnipresencia, es autor de obras como El espíritu del escorpión, Teluria 108, Ojos Grises o más recientemente Subnormal, entre otras muchas, así como miembro en activo de la Asociación Profesional de Guionistas de Cómic (ARGH!).
Espera, espera, ¿esto no era Guionista de Barrio y aquí se hablaba más de consejos para vender? ¿Es que ya nos hemos vuelto todas completamente locas? Calma, apasionado lector, déjame explicarme. Hace apenas unos días, el compañero y amigo Sergi Jiménez lanzaba otro interesantísimo vídeo más a través de su canal Escribe mejor.
En ese vídeo hablaba con la ilustradora y editora Sara Porras acerca del mejor modo de hacer llegar un dossier a una editorial con recomendaciones muy buenas, prácticas y sensatas.
Rápidamente a mi cabeza peluda llegó una idea tras ver el vídeo: ¿por qué las recomendaciones siempre van en un único sentido? ¿Por qué no soltar también una buena lista de consejos para evitar algunas cosillas un pelín molestas que ocurren a veces y llegan desde el otro lado de la ecuación? Pues venga, qué diantres, hagámoslo, todo sea por el bien común (¡el bien común!).
Nota muy aclaratoria antes de empezar destinada a que nadie sienta pupa en el alma: no sientas pupa en el alma, no te enfades, si crees que esto va contigo, pues no, qué va, no va contigo, es solo una lista de consejillos que puedes llevar a cabo o no y pensados para que todo fluya y estemos de chill entre todos y todas.
En fin, parafraseando al Lichis en el último disco de La cabra mecánica, ahí va mi nota de suicidio comercial.
Comprar o no comprar, he ahí la cuestión
Cuando los autores y autoras terminamos de montar un proyecto y lo convertimos en un precioso pdf empezamos el terrible baile de intentar encontrarle una casa editorial que se haga cargo de acompañarnos durante todo el proceso, nos exprima para sacar lo mejor de nosotros mismos y, finalmente, lo convierta en un libro que se pueda poner a la venta de todas las formas que la ley permite para ello.
Durante todo ese periodo siempre se nos advierte (y con razón) de las mismas cosas: no hagas envíos masivos, investiga sobre la línea editorial de las editoriales y trata de localizar al editor más adecuado para tu obra, no utilices una plantilla para los mails, no insistas ni te pongas brasas si no te responden cuando tú quieres que te respondan y varias cosas más.
Sin embargo, teniendo todo eso ya aprendido, creo que a veces nos olvidamos de que la otra parte también podría mejorar ciertos aspectos y a ello voy con una mini lista:
Si no quieres recibir plantillas no respondas con plantillas
Y es que la empatía debe funcionar siempre en ambos sentidos. Es cierto que muchas veces a las autoras y autores nos cuesta mucho ponernos en el lugar de las editoriales, exigimos mucha más atención de la necesaria y queremos que, ya que nos rechazan, al menos nos den algunas pistas sobre qué ha fallado en nuestro dossier. Todo eso es muy difícil y más en los tiempos que corren.
Ahora bien, tan solo revisando el correo resulta que me he encontrado con hasta una veintena de respuestas rechazándome propuestas que son claramente una plantilla (de hecho hay hasta cinco exactamente iguales recibidas a lo largo de tres años). Eso sin entrar en las frases hechas y tan manidas como «no encaja en nuestra línea editorial».
¿Qué provoca eso? Un absurdo tan grande, pero tan grande, que ahora mismo hay cientos de autores incluyendo la muletilla «creo que encaja muy bien en vuestra línea editorial» en los correos que acompañan las propuestas como si fuese una especie de antídoto o un contrahechizo que evitará la frase hecha más recurrente en el mundo de los rechazos editoriales.
Entiendo que se nos pida una buena redacción, que nos curremos al máximo las propuestas y que la carta de presentación vaya personalizada y con un trabajo previo que requiere horas.
Bien, recogemos el guante, solo faltaría. Pero por favor, no nos respondan con más plantillas y dejen de recurrir a frases que de tanto usarlas ya parecen el «pues se ha quedado buena tarde» del mundo comiquero.
Evitar la condescendencia siempre es un acierto
Es cierto que en la gran mayoría de los casos somos nosotras las que acudimos a la editorial para ver si muestran interés por nuestras cosas y eso ya coloca ciertas posiciones y jerarquías en el juego.
Sin embargo, eso no capacita automáticamente a nadie para actuar como si la vida fuese un gran misterio, nosotros no sepamos nada de la realidad y tengan que venir a explicarnos lo que hay.
Es innecesario que si vas a realizar una oferta económica que todos sabemos que es escasa lo apuntales con cosas del estilo de «es lo que hay», o «es que no hay lectores» o el mágico y siempre grandioso «es lo que está ofreciendo todo el mundo» porque… a ver… sin ánimo de ofender ni mucho menos, podemos llegar a comprender algunas y otras son directamente mentira. Pero lo fundamental es que en muchas ocasiones es innecesario. No hay por qué adornar las cifras con palabras. Y esto nos lleva directamente al siguiente punto.
Las negociaciones son para negociar
Es que su propio nombre lo indica, es de cajón, una obviedad de esas de las gordas. Si tu posición es inamovible pues… apaga y vámonos.
Si de verdad te interesa una obra, pero la única posición que estás dispuesta a asumir es la de las lentejas, pues… yo que sé, mejor cambiarle entonces el nombre a la negociación.
Si en muchísimos casos partimos de adelantos escasos y, en vez de rodearlos de libertades para buscar en el extranjero formas que incrementen esas pequeñas cifras, se rodean de impedimentos y encima se culminan con «esto es innegociable» entonces ¿qué es exactamente lo que sí se puede negociar?
Hasta aquí llega la lista. Pero antes de cerrar sí que me gustaría dejar muy claro que estos «errores» que se cometen no son para nada la tónica general y, al igual que las autoras y autores cada vez cometemos menos gracias a las recomendaciones que siempre nos lanzan, seguro que desde el otro lado ocurre exactamente igual.
Haya paz y amor y pensemos en el bien común (¡el bien común! (si no meto esta referencia otra vez me muero)).
Para la semana que viene ya tengo en marcha un texto sobre el fantabuloso y cada vez más extendido (siempre que no hay pandemia) mundo de los encuentros profesionales en los salones del cómic de tooooodo el mundo.
Pero eso ya será en el Guionista de Barrio del futuro, hasta entonces bebed mucha agua, vigilaos la tensión y sed buena gente.