Claremont después de Claremont: la vida tras la Patrulla-X

Imagina

Imagina haber tomados unos personajes totalmente desconocidos creados por un editor, Len Wein, que no sabía bien qué hacer con ellos y que te los cedió porque, total, no había nada que perder y convertirlos en una de las referencias de tu editorial y de la industria. Imagina que has escrito el cómic más vendido en la Historia del comic book norteamericano, con casi ocho millones de ejemplares y dos números después te tienes que ir porque el dibujante y el editor y la Editorial piensan que tal éxito es suyo, y que ya llevas 16 años en la serie y hace falta un cambio.

En 1991 Chris Claremont tenía 41 años y tras ser uno de los nombres fundamentales de la industria estaba en el paro. Era el momento de buscar nuevos pastos creativos y de demostrar al mundo que había un Claremont más allá de los mutantes.

¿Lo había?

Claremont construyó su Patrulla-X a partir de una serie de temas que, en muchos casos, se transformaron en tics. Entre otros:

  • Melodrama
  • Dinámicas de grupo
  • Sobreescritura
  • Personajes femeninos fuertes
  • Historias encadenadas
  • Cabos sueltos
  • Futuros chungos
  • Evolución de personajes
  • Posesión y sumisión
  • Sadomaso

La pregunta es ¿se cumplirá aquello de “Puedes sacar a Claremont de los mutantes pero no puedes sacar los mutantes de Claremont?” Vamos a verlo.

Los noventa

Oliéndose por dónde se movía la industria Claremont le propuso a finales del 91 a Whilce Portaccio una serie de creación propia llamada Huntsman para que la ilustrara, pero Portaccio estaba ya haciendo las maletas junto a Liefeld, Lee, Valentino, Larsen, Silvestri y McFarlane para crear Image. De hecho, se llegó a publicar que Claremont era uno de los fundadores pero, finalmente, o no lo vio claro o las informaciones eran exageradas. En todo caso se vio incapaz de encontrar un dibujante que le agradara para su proyecto y recaló en DC para realizar en 1992 una novela gráfica sobre Star Trek titulada Deuda de Honor ilustrada por un joven Adam Hughes.

En Deuda de honor hay melodrama, sobreescritura, un par de personajes femeninos fuertes (y alguno ridículo) e incluso evolución de los personajes, en tanto en cuanto la Flota Estelar se alía con klingons y romulanos para derrotar a un enemigo común y muchas referencias a historias antiguas y algún cabo suelto de las mismas. Lo que hay, es curioso, es poca dinámica de grupo, ya que todo el peso de la historia recae en Kirk y los personajes nuevos que ha creado, siendo la presencia de la tripulación bastante diluida. Su siguiente trabajo también le llevó al espacio, pero al de los Aliens, en la maxiserie de doce números publicado por Dark Horse La más mortal de las especies dibujada por Jackson Guice y Eduardo Barreto. La misma editorial la publicitó como “Thelma y Louise con actitud y pistolones”, así que ya tenemos nuestras mujeres fuertes que se alían con Aliens y Predators contra un enemigo común y que tienen tiempo hasta para fetichismos varios y algún guiño a los fans de toda la vida.

Como ya veremos Claremont suele ser de aquellos que saben dejar los rencores atrás, si es que los había, y cuando Jim Lee le ofreció en 1994 escribir varios números de su exitosísima Wild C.A.T.S, se marcó cuatro números en los que introduce a aquel Huntsman de hacía un par de años y, siendo como era una versión de la Patrulla X, en esos cuatro números tenemos toda la parafernalia claremontiana, desde el protagonismo femenino, hasta las posesiones y versiones oscuras de los personajes. Y sí, su poquito de sadomaso. Eso sí, del Huntsman ese nunca más se supo.

En 1995 Claremont se decide a dar el paso lógico, que es fichar por DC, para los que crea Sovereign Seven, con la particularidad de ser una serie cuyos personajes serían de su propiedad, aunque interactuaran con el resto del Universo DC. La serie está dibujada por Dwayne Turner y a partir del nº 17 por Ron Lim, y presenta a siete príncipes o princesas alienígenas que confluyen en la Tierra y forman un grupo. Claremont no se mata con los poderes: hay una teleportadora, una telépata, una guerrera, uno con campos de fuerza, un velocista, un telequinético y un infiltrador. El liderazgo es femenino, hay tres chicos, tres chicas y un personaje de género indefinido, y su primera aventura es contra el mismísimo Darkseid. Cuando uno de los chicos muere es reemplazado por Power Girl, que no tendría mejor sitio en el que estar en aquel momento.

De nuevo nos encontramos con todos los tics y tocs de Claremont, incluyendo las posesiones y los uniformes de sabor sadomaso. A lo que no le dio tiempo fue a dejar muchos cabos sueltos porque la serie solo duró 36 números con un par de Anuales y tuvo un éxito menos que moderado. Tocaba volver a Marvel.

¿Y qué le ofrecía la Marvel de 1998 a Chris Claremont? Pues Los 4 Fantásticos que realizó con Salvador Larroca y de los que, justo al inicio de Heroes Return, se había ido Alan Davis tras solo tres números. Los que recordamos la miniserie que Claremont escribió una década antes que unía a La Patrulla X y a Los 4 Fantásticos pensábamos que el guionista había clavado a los personajes y que sería interesante verle escribiendo a la Primera Familia de Marvel. Y no estuvo del todo mal. Su primera idea fue no hacer pivotar las aventuras de los personajes sobre los villanos de siempre con lo que crea alguno sin mucha gracia ni recorrido, como el tal Crisol. Pronto empieza a tirar del mundo mutante: la Tecno-Red, Genosha, los Capitanes Britania… Pero el momentazo de la serie es la aparición de una Valeria Von Doom, supuesta hija de la Chica Invisible y el Doctor Muerte que, por supuesto, venía de un futuro alternativo. Como Larroca es serio y formal no hay mucho atisbo sadomaso, pero sí alguna portada con mucha sumisión en ella y, sobre todo, muchísimo melodrama con una Sue Storm que lo mismo le hace ojitos a Namor,  que se casa con el Doctor Muerte, que resulta no ser el Doctor Muerte sino… Dejemos ese cabo suelto en este artículo, aunque Claremont, por una vez, sí lo cerró. Tampoco podían faltar los guiños a los fans de toda la vida.

Los dosmiles

Todo lo demás que hace en Marvel desde ese momento, el año 2000, hasta la actualidad tiene que ver con los mutantes: etapas en las series de la Patrulla-X, Extreme X-Men de nuevo con Larroca, el Nuevo Excaibur, Exiles, Patrulla X: El fin (con el enésimo futuro alternativo) o X-Men Forever cuya premisa es mostrar la dirección en la que se hubiese movido la Patrulla-X si el guionista no hubiese dejado la serie en el nº 3 de X-Men. Tampoco nos hubiésemos perdido mucho, la verdad.

Pero hay una excepción a esta profusión mutante. Una saga de la JLA. Con John Byrne.

Dan Raspler, editor de la JLA en 2004, es primo político de la mujer de Claremont y usando esa relación familiar y mucha mano izquierda consiguió que los dos artífices del éxito original de la Patrulla-X coescribieran seis números de la serie, con dibujos de Byrne y tintas de Jerry Ordway. La reunión de estas vacas sagradas dio lugar a una extraña historia en la que la JLA se enfrentaba a un grupo de vampiros llamado el Décimo Círculo liderados por un tal Crucifer. En realidad, todo era una excusa para que Byrne presentara su lamentable versión de la Patrulla Condenada que pasaría a tener serie propia a continuación. Eso y dibujar la mayoría de viñetas en picado probablemente para evitarse dibujar muchos fondos, que dibujar suelos es más fácil. Salvo alguna víctima vampirizada y Superman poseído y sometido a la voluntad del jefe vampiro poco vemos aquí de Claremont, excepto la habitual verborrea.

También editada por Raspler nos encontramos con otra olvidable rareza, una miniserie de JLA subtitulada Scary Monsters de la que si piensas que en el penúltimo número Wonder Woman será poseída por una entidad mitológica acertarás de pleno, y para que haya melodrama le buscan novia al Detective Marciano en una relación condenada al fracaso. A estas alturas del 2004 el exceso de textos de Claremont y la reiteración de argumentos ya resultan antiguos, pesados y contraproducentes.

Así que sí, parece que los últimos 30 años de Claremont como escritor han sido marcados a fuego por los 16 anteriores, los que le convirtieron en una estrella del cómic. Por desgracia lo que una vez fue novedoso se convierte en carne de meme por su reiteración y obsolescencia. Eso sí, que a Claremont (y a nosotros) nos quiten lo bailado en esos 16 años míticos.