Black Panther: Wakanda Forever tenía muchos frentes abiertos. Tuvo que servir como cierre de la Fase 4 del UCM, una de las más complicadas y peculiares. Además, debía ser la entrada por la puerta grande un personaje mítico como es Namor. Tenía que dar algo que fuera climático, que se sintiese especial. Pero también estar a la altura de la primera película, que ha terminado siendo todo un hito para tanto para la compañía, como el cine con componente afro.
Y, por si fuera poco, este filme tuvo que ser rodada en circunstancias verdaderamente desfavorables. La pandemia se cebó con esta producción puesto que su protagonista se negaba a inocularse la vacuna (según informaron varios medios), empeorando toda la situación y, en último término, fue un problema para el resto del equipo.
Pero si realmente hay una motivación para esta película es la de rendir homenaje a Chadwick Boseman. Su trágica muerte fue algo que pilló con el pie cambiado a todo el mundo. Así, de sopetón, la industria perdió uno de sus talentos más notables. Fue alguien tan carismático que engrandecía todas y cada una de las escenas en las que estaba. Alguien que, además, lo dio todo y se implicó lo indecible en este papel. Probablemente más de lo que el rol hubiese merecido.
Pocos son los actores que han llegado a hacer lo que ha hecho este por el rey T’Challa. Por si fuera poco, en un acto de generosidad, llevó su enfermedad en secreto para no aguar la experiencia a nadie. Y un filme de escala monumental como este es lo mínimo que se merece.
Aunque él no esté físicamente presente en la película, su presencia no deja de estarlo. En buena medida, la película (al igual que Wandavision) va del duelo y de aceptar la pérdida. Son temas universales y emocionales que conectan más fácilmente con el espectador que las venganzas y luchas de poder que retrataron el primer filme.
La justificación de la desaparición de T’Challa no podría ser más acertada y respetuosa. A la vez es sorprendente como han decidido coger el toro por los cuernos con este asunto. Lo más sencillo hubiese sido pasar de soslayo, pero aquí Marvel Studios demuestra algo de humanidad y honestidad. Este es un filme que parece tener algo que muchos otros productos no: alma. Algo tan sencillo como eso es en lo que fallan tantas y tantas producciones de este estilo.
Sin opacar, el gran antagonista de este filme, Namor. Más allá de las influencias de los nativos mesoamericanos (que, aunque se aleje de la fuente de los cómics, lo cierto es que le da mucha personalidad estética y un trasfondo, una capa de complejidad más), han conseguido captar la esencia de lo que hizo del rey de Atlantis todo un icono. Aquaman que introdujo las posibilidades de lo subacuático al público generalista, pero este Namor darle una entidad propia y diferenciada.
A ello contribuye Tenoch Huerta, que da la talla en la vertiente más egocéntrica, antiheroica e, incluso, seductora del personaje. Se le da un aire mitológico que lo convierte en un adversario terrible y en cuanto desata su furia, la película da su do de pecho (inevitable recordar los roces que han tenido Wakanda y Namor recientemente y a uno se le eriza la piel…). El intérprete, además, lleva con dignidad a un personaje que va con un bañador marcapaquetes verde y unas alitas en los tobillos. Se dice pronto.
Es un personaje gris que, si se sabe manejar de la forma adecuada, puede dar mucho juego en el UCM, como siempre ha hecho en los cómics. Este Namor es un acierto que fue cuestionado, pero que funciona a las mil maravillas y deja con ganas de pasar más tiempo con la serpiente alada de Talocán.
La introducción de Riri Williams, por el contario, no pasa de lo anecdótico. Dominique Thorne hace lo que puede, pero no deja de ser un personaje para hacer relleno. No molesta, es convincente, pero no termina de encajar de forma orgánica en la trama y de calar hondo en el espectador. Habrá que esperar a su serie para comprobar si brilla con luz propia.
Algo normal si se comparten escenas con una Angela Bassett pletórica, una Lupita Nyong’o que se come la pantalla con su mera presencia y unas Danai Gurai y Letitia Wright que, además de tener mucho carisma juntas, ofrecen otro papel memorable. Este filme ha sido más exigente y se deja ver claramente que los sentimientos estaban a flor de piel. Todas ellas lo dan todo y hacen que este producto sea solvente, a pesar de no poder contar con el gran protagonista.
El filme de Ryan Coogler es continuista con lo ofrecido en el primer filme, con lo bueno y lo malo. Aumenta la escala y los temas a tratar, el tono (seguramente sea la película más grave de Marvel Studios, con perdón de Infinity War) y los personajes son distintos, pero tiene exactamente el mismo estilo y estética de la primera. No es un filme revolucionario, pero es funcional y este realizador es habilidoso. Más teniendo en cuenta que ha conseguido ensamblar una maquinaria tan compleja como es este filme. El verdadero héroe es él por haber sido capaz de levantar este proyecto con todo en contra.
La música de Ludwig Göransson sigue siendo una espectacular mezcla de influencias. Consigue transmitir ese choque entre dos civilizaciones y culturas a la vez que contribuyen a hacer creíble ambas culturas. Es uno de los mejores compositores en activo, y de los más prolíficos y versátiles. Y aquí vuelve a demostrar que tiene una cantidad incontable de ideas sugerentes. El peso emocional de esta película es suyo y está a la altura. Y eso incluye también el saber cuándo es más efectivo un silencio o un sonido ambiente.
Ahora bien, la película falla para quien espere algo que deje una sensación climática como fueron los filmes de Los Vengadores. Pero también es verdad que esta fase ha sido puramente introductoria. Ha servido para abrir varios melones que todavía queda por ver hacia donde conducen o cuáles serán los siguientes pasos a seguir. Hay distintas tramas, distintas esquinas nuevas del UCM, pero falta una única trama que, realmente, sirva de hilo conductor de todo.
Sea como fuere, Black Panther: Wakanda Forever es una de las películas más maduras de Marvel Studios. Un pequeño milagro que emociona cuanto más busca tener verdad. Y no son pocos los momentos que aspiran a ello. Toda una sorpresa que va, esta vez sí, va a la contra de lo que uno espera del cine de superhéroes en favor de la construcción de unos personajes que sufren, lloran, tienen miedo, cometen errores, están rotos y, finalmente, consiguen sobreponerse a todo. ¿No consiste en eso la vida al final?
Así que, todos juntos, crucemos los brazos y gritemos un sonoro Wakanda Forever! para que Chadwick sepa que todo su trabajo mereció la pena.