Cloverfield, la saga que trajo de vuelta el cine de monstruos gigantes

Hoy en día el found fotage está en capa caída. Pero en su momento tuvo un momento en el que eran muy numerosas las películas que nos llegaban basadas en esa técnica. Algunas de ellas tuvieron un resultado estético y financiero lamentable. Otras tenían mayor tino y un concepto más interesante. Pero ninguna franquicia ha logrado sobrevivir esa tendencia. Ninguna salvo Cloverfield, una de las películas que logró sorprender al público tres veces.

El despertar

El momento cultural e industrial era el propicio para hacer lo que hizo Cloverfield, discretamente. Sin embargo, eso no quiere decir que no bebiera unas fuentes más que evidentes. Hollywood, prácticamente, desde su fundación ha sentido interés por hacer películas de monstruos. Pero no solo ahí. Pero probablemente, la película fundacional de este subgénero de, llamémoslo, desastres monstruosos está en King Kong de 1933. Y este subgénero tampoco es que haya evolucionado desde esta película fundacional ya que todos los elementos reconocibles e icónicos ya estaban en la película del mono gigante. Tanto es así que Cloverfield lo reconoce a través de una sutil referencia.

Pero el gran paso adelante lo dieron los japoneses con Godzilla, de 1954. En ella juntaron óptimamente la espectacularidad estética de la destrucción masiva con un trasfondo social que conectaba con los más profundos temores de la cultura nipona del momento: la energía nuclear. Cabe recordar que esta película se produjo tan solo nueve años después de las masacres de Hiroshima y Nagasaki. Más recientemente, ese modelo combinatorio sirvió de modelo de The Host, en la que el siempre comprometido socialmente, Bong-Joon Ho realizó una película en la que el monstruo era una metáfora que le servía para hacer una crítica. Es otra de las películas que usaron como punto de partida.

Hoy en películas de obligado visionado, The Host.

Hollywood, sin embargo, en la actualidad había abandonado este subgénero. Algunos descalabros hicieron que las últimas superproducciones del estilo quedasen en los noventa y principios de los dos mil. Lo más cercano, tal vez, pueda detectarse en el King Kong de Peter Jackson, más cercano a la aventura que al género.

Por otro lado, el found fotage estaba comenzando a ser explotado por el cine de grandes públicos. Tanto por su fácil y económica producción como por las capas de realidad que daba a las películas en una sociedad cada vez más adicta a la imagen y que estaba comenzando a entender internet.  Aunque ya había una larga tradición juegos y fusiones metaficcionales en falsos documentales, y obviando a las snuff movies, el concepto de una ficción grabada como si no lo fuese con handycams (en los comienzos del cine digital abarató progresivamente los costes hasta una democratización de los medios sin precedentes) a las que el espectador accede como si se la hubiese encontrado y revisa, cual vouyeur, todo lo que se ha registrado.

Hoy en películas de prescindible visionado, The Blair Witch Project.

Está reconocido canónicamente que el origen de esta clase de proyectos está en The Blair Witch Project, de 1999, que por momentos el público creyó que era un documento real en lugar de ficcionado. Ese es el motivo por el que corriese como la pólvora y tuviera unas pingües ganancias. Las productoras vieron en ese éxito nuevas maneras de producir y promocionar las películas y con poco tiempo de margen, en la segunda mitad de la primera década del siglo, comenzaron a integrarlo en su maquinaria. En España, destacó el éxito internacional de Rec. Con poco margen, irrumpió la saga Paranormal Activtiy.

Sin embargo, el found fotage se había focalizado en hacer películas de terror puro. Era cuestión de tiempo que alguien buscase una oportunidad de lograr hacer progresar a ese recurso. Ese alguien sería uno de los productores con una visión más atinada de Hollywood: J.J. Abrams.

El rugido

Cuando llegó Cloverfield, por muy tópico que pueda sonar, el público no estaba preparado. No solo trataría de remover las cosas en cuanto a forma, si no en cuanto a fondo. Hizo unas cuantas cosas que nadie nunca las había hecho tan bien y puso en el punto de mira de las majors a todos sus implicados.

Si algo fue la primera Cloverfield fue la primera en llegar. La primera película que supo exprimir hasta agotar las posibilidades del found fotage. Fue la primera que tuvo la idea de llevarlo a otros géneros más allá del terror puro. Pero, por encima de ello, fue de las primeras películas y, tal vez, la más efectiva a la hora de emplear internet en las campañas publicitarias.

Sin que se supiera nada del proyecto, los cines proyectaron estas imágenes que causaron gran impacto en los espectadores por su poder evocador y por el misterio alrededor de ellas:

Cuando los interesados intentaban obtener información del filme en la web, solo encontraban páginas conspiranoicas que trataban estos sucesos como algo real. Eso no tranquilizo a nadie y se formaron comunidades para intentar descubrir de qué se trataba (cabe recordar que Abrams trabajó en Perdidos de primera mano y las redes de fans intentando resolver las pistas que dejaba el guion fue algo que no se había producido a esa escala) y así se generó un fenómeno viral apabullante. Finalmente se tradujo en una taquilla global de más de ochenta millones de dólares, casi quintuplicando su presupuesto. La estrategia funcionó.  

Lección de cine: cualquier cosa con Lizzy Caplan es mejor que cualquier cosa sin Lizzy Caplan.

La carrera de Matt Reeves, el director de Cloverfield,no ha dejado de ir a más gracias a su trilogía de El Planeta de los Simios, siendo ahora, su película de Batman el proyecto que con mayores expectativas se aguarda. Lo mismo sucede con Drew Goddard, el guionista, que ha producido y escrito algunas series y películas que han tenido cierta popularidad. En definitiva, ambos se han establecido como dos de los narradores más solicitados del panorama actual.

Hubo que esperar casi diez años, hasta 2016 para tener noticias de una posible continuación. Era algo que absolutamente nadie esperaba. Y, sorpresivamente, se lanzó este tráiler el 10 de enero de 2016:

Y de repente esto pasó a convertirse en una franquicia. Calle Cloverfield 10 iba a estrenarse tan solo dos meses después de que el mundo supiera de su existencia. Era una jugada arriesgada. Más teniendo en cuenta que el director, Dan Trachtenberg, era alguien que solo había dirigido un corto fan del videojuego Portal:

A pesar de todos esos factores, la película fue recibida con agrado por parte de crítica y público, destacando la capacidad de narrar con pocos recursos y de manejar la tensión en su justo metraje. No en vano, el guion fue pulido con el mismísimo Damien Chazelle y se nota ciertos rasgos de este autor que, en el mismo año, de iba a impulsar a lo más alto con La La Land.

Como transmitir tensión dramática con la composición, el color, la iluminación y el acting en un solo fotograma.

Pero, respecto a la franquicia Cloverfield, trajo consigo una movida de ficha que abría las posibilidades a expandirse. En esta película, el monstruo se explícita únicamente al final. Los monstruos somos los humanos. Es un cambio muy drástico respecto a la primera película que supondría lo que ha terminado suponiendo:

  • Poder rodar estas películas con ínfimo presupuesto al no haber necesidad ya
  • Amplitud de mirar y de géneros. Cloverfield ya no es solo una cosa.
  • Poder rodar películas secretamente de esa saga, sin que se tenga que anunciar que pertenecen a ella. Eso trae consigo multitud de formas innovadoras de comercializar y de vender estas películas.
  • Poder tomar guiones que ya andaban previamente rodando Hollywood, o películas ya rodadas y añadirles en algún momento u otro al monstruo de Cloverfield para insertarlas en la franquicia.

Y eso es exactamente lo que sucedió con The Cloverfield Paradox. Era una película producida por el “padrino” J.J. Abrams que, bajo el título, no sabía cómo darle salida. Se desconocía cualquier aspecto de este proyecto, que parecía haber tenido bastantes problemas de producción.

The Cloverfield Paradox finalmente vio la luz en la superbowl del año de 2018 cuando, a través de un tráiler, se anunció que estaría disponible en unas horas en el catálogo de Netflix.  

Al espectador se le queda la misma cara que a Chris O’Dowd tras ver esta pieza.

La película, por sí misma, terminó siendo la más anodina de las tres. Se nota que es una película distinta a la que se le añadió la marca. Y es una película fallida en todo pero que tenía mimbres de haber sido una película decente. Quiso mezclar el horror cósmico con Cloverfield pero no termina de funcionar el artificio y todo resulta demasiado absurdo como para tener un mínimo de interés. Pero no lo suficiente como para llegar a ser una comedia no involuntaria. Parece una de esas obras que ven la luz en su primera versión de guion cuando, con mayor tiempo de cocción, habría resultado más decente.

Al contrario que en los casos anteriores, la carrera de Julius Onah no ha ido a más gracias a la saga Cloverfield. Tampoco se ha sepultado, ya que ha conseguido financiar y estrenar el año pasado Luce, una película independiente, de mucha menor escala sobre los problemas de la adopción. No ha tenido ni la mitad de repercusión, pero tiene mejor consideración. Lo cual tampoco es difícil.  

A la sombra del monstruo

Hace algunos años pensar es hacer un cine de desastres monstruosos de gran presupuesto era impensable. Tal y como se ha dicho antes, desde la Godzilla de Roland Emmerich y la saga de Jurassic Park (que también funciona en sus propios términos) no se había producido nada del estilo. Pasó la moda hasta que Cloverfield “despertó a la bestia” y los estudios comenzaron a ver que este tipo de películas podrían funcionar para un gran y nuevo público.

Godzilla

El cine de Gareth Evans, para el público adecuado, partió con la independiente Monsters, de 2010. En ella, vemos a una pareja tratando de sobrevivir después de un desastre provocado por un monstruo gigante. Está contada de forma minimalista e intimista en la que el monstruo se deja en segundo plano. Puede recordar a la saga que se aquí se está tratando, pero con un estilo diferente.

Pareja de tortolitos ensayando bailes para la boda.

No es de extrañar que se buscase hacer un tratamiento oficial al retorno de Godzilla al territorio del blockbuster. Pero si algo demostró esa película es que algunas ideas son efímeras y solo funcionan en unas circunstancias concretas. La película, aun siendo rentable, no conectó con el público. Y se decidió por dar a la franquicia un acercamiento a lo ya conocido, con mejores resultados.

Pacific Rim

«¿Es aquí el casting de Indiana Jones? «

La película dirigida por Guillermo del Toro apostó por la diversión sin pretensiones y con una marca de estilo tan artificiosa y espectacular como nos tiene acostumbrados. Es una película llena de grasa, café para los muy cafeteros.  Se logró lanzar otro filme revitalizador del cine de kaijus en occidente pero que no se podría ver un panorama en el que fuera posible si no hubiese habido algún éxito comercial previo. Contó con una secuela realizada por Steven DeKnight, Pacific Rim Uprising, que hizo que se echara de menos a Del Toro.

Colossal

Ved esta película. No es una broma.

Señalar que un creador tan libre Nacho Vigalondo tomó inspiración de Cloverfield para hacer su película es un tanto arriesgado, por no decir, erróneo. Como lo señalar que Colossal pudo haber partido de unas motivaciones similares. De hecho, esta saga está lejos de querer ahondar en los monstruos del alcoholismo y en la masculinidad tóxica. Pero lo que está claro es que, de no haber tenido tanto éxito las películas de Abrams a la hora de allanar el camino del cine de monstruos y desastres, la película de Vigalondo jamás habría visto la luz.

Un lugar Tranquilo

No te lo perdonaré jamás, Josh Krasinski. JAMÁS.

Es una película que no nace a raíz de esto, pero que bien podría encajar perfectamente en su mundo. Tiene unas reglas similares y un posicionamiento y puntos de vista que recuerdan de un modo muy palpable. La película fue una de las grandes sorpresas comerciales de 2018 hasta el punto de haberse producido una secuela postpuesta hasta otoño por cierta pandemia. 

La saga Cloverfield, por su parte, no se ha vuelto a manifestar. Lo haga o no, cambió la manera de hacer un tipo de cine. Y ha sido una de las primeras y únicas franquicias nacidas en el presente siglo. Un signo más de la audacia a la hora de levantar proyectos rompedores de J.J. Abrams.