Palabra de Editor 03 – Un oasis en el e-desierto.

Palabra de Editor es la columna de opinión de Pedro F. Medina (@Studio_Kat), Editor Jefe, responsable de licencias y redes sociales de Fandogamia (@Fandogamia) y periodista con una faceta nada oculta de showman en los eventos de cómic y manga.

Ahora que ha arrancado Tintubre y tenemos las redes repletas de gozosas ilustraciones me viene a la cabeza que también durante el confinamiento editores, autoeditores, artistas de todos los estilos y estratos abrieron los cajones y compartieron obras de forma gratuita. Tenemos un post de Tebeosfera que lo atestigua recopilando multitud de enlaces, ¡y alguno de ellos todavía funciona! Hay que reconocer que los webcomiqueros llevaban subiendo sus viñetas for free desde mucho tiempo atrás (digamos… ¿desde que Internet existe? O muy cerquita de eso) pero los ojos se nos fueron hacia las cosas que costaban parné y ahora estaban disponibles a cambio de nada. Esas eran noticia.

A fecha 5 de octubre, con una (una por ahora) cuarentena superada (aunque en según qué ciudades parece que no del todo) pero una pandemia rampante que no dejamos atrás, yo me pregunto: ¿por qué ya no estamos compartiendo tebeos? ¿Por qué en ese momento sí y ahora no? ¿Perdemos lectores con esa estrategia? Traducción: ¿dejamos de ganar dinero si compartimos los tebeos online? Y dejamos ahí las preguntas. No quiero que nadie apriete el culo muy fuerte al plantearnos si el pirateo ayuda a vender cómics o nos roba clientes. Otro día ya si eso.

El modelo de monetización de los webcómics viene marcado principalmente por la producción de merchandising derivado y por la obvia recopilación de sus páginas en papel: en ambos casos la cosa puede salir muy rentable. El formato no solo permite que el público conozca un trabajo que de otra forma quizá no leería nunca (¿pagar sin saber de qué va algo? ¡Pero si prácticamente ya no vamos ni a un bar sin mirar Tripadvisor o al menos cotillear su Instagram!) sino que hace factible calcular, a grandes rasgos, cual sería una primera tirada aceptable en función de la repercusión online. Minimizar riesgos, maximizar beneficios. Spoiler: podemos subir contenidos gratis a Internet sin abandonar nuestro amado capitalismo.

Que hablen los datos: el primer cómic de humor que encontramos este mes en la lista de Best-Seller del New York Times es Stranger Planet, recopilatorio del Instagrameable webcómic del casi-mismo nombre Strange Planet. Trudy Cooper y Doug Bayne, equipo creativo detrás del webcómic erótico-fantástico OGLAF, recaudaron unos 230000€ durante su campaña de crowdfunding hace nada para financiar su tercer volumen, que se dice pronto. Por no mencionar las ventas de Sarah Scribbles o fenómenos como Homestuck, que ocurren cuando se alinean los planetas y eclosionan las supernovas.

Ya os escucho diciendo que solo hablo de tebeos superfamosos. Aquí en España tenemos muchos casos de webcómics exitosamente transplantados al papel, El murciélago sale a por birras de Álvaro Ortiz, ¡UNIVERSO! de Monteys, El Vosque de Laurielle y Morán, podría estar así un buen rato con tebeos de ayer y de hoy y de lo que está por llegar. Y si me dejáis barrer para casa… el primer cómic propio de Fandogamia (no licencia) que tuvimos que reimprimir fue el PERRINOWMICON de Michael Perrinow… y todo su material original venía de Twitter. Nuestro cómic español más vendido en 2019 fue EL ÚLTIMO CÓMIC DE LA HISTORIA… una recopilación de las historietas de Manuel Álvarez publicadas previamente en nuestra plataforma Fanternet. Y ahora mismo estamos cerrando una campaña de reservas de la Edición Definitiva de Raruto (parodia publicada como webcómic desde 2005, ¡que ya tenía una edición previa en papel!) y llevamos 37000€ en pedidos pagados en firme.

¿Por qué funciona? ¿Por qué pagar de nuevo por algo que ya has visto? Si lees tebeos de forma regular en realidad ya lo sabes. El lector de cómic es, ante todo, coleccionista. Quiere tener en sus manos un pedazo, una sustancia tangible de esos mundos de ficción que tanto le gustan, emocionan o hacen reír. Los soportes y las maneras de acceder al material cambian, se amplían, vulneran algunas reglas que parecían escritas sobre piedra, pero el anhelo de los lectores sigue siendo exactamente el mismo. Los editores que lean cómics también deberían ser conscientes de ello.

Así que compartamos tebeos. Atrevámonos a que la gente lea, a recibir un feedback, a romper con nuestro papel de editores-de-toda-la-vida para que los cómics ganen visibilidad (¡y, sobre todo, los autores y autoras!). Probablemente no sea buena idea dar gratis un PDF por el que luego pretendas cobrar algo un mes más tarde, pero ahí ya juegan otros asuntos como el márketing, los formatos de archivo y la usabilidad de las plataformas. Leer en Instagram mola un rato, pero eso, un rato. Si la edición en papel de un webcómic vende mal no es culpa de los lectores-rata. Aquí viene la horrible verdad: NO HABRÍA VENDIDO MEJOR SI NO SE HUBIERA PUBLICADO ANTES EN INTERNET.

Yo no digo que el modelo de negocio editorial tradicional se esté resquebrajando, pero son aliens.