En muchas de las reseñas que estamos publicando últimamente hacemos comentarios acerca de cómo se ha retrasado su salida al mercado por la pandemia. Es un momento que nos ha tocado vivir, y que las editoriales están sorteando como pueden. Es por eso que, tras años de trabajo, cuando se acercaba la fecha de publicación de Sarajevo Pain de Fidel Martínez la editorial decidió retrasar su salida por la situación que estábamos viviendo. Ahora que por fin la situación editorial se ha reajustado, podemos disfrutar de la mano de Norma de esta novela gráfica dura, pero necesaria.
Quizás os suene el nombre de este historietista, ya que Fidel Martínez es el autor de otras novelas gráficas como La fuga de la muerte (Ediciones de Ponent, 2016) o Cuerda de presas (2005, reeditado en 2017 por Astiberri). Basadas en hechos reales, en ambos casos relacionados con conflictos bélicos del siglo XX, el autor vuelve a crear un cómic para compartir con el lector no sólo datos sobre conflictos, sino la destrucción que estos dejan en la sociedad que los sufre. Como uno de sus personajes en Sarajevo Pain comenta, “la historia debe ser algo más que un puñado de fechas y enfrentamientos”. Y eso es lo que Martínez consigue en esta obra.
Sarajevo Pain es una representación del sitio de Sarajevo, ocurrido durante la guerra de Bosnia entre 1992 y 1995. Este conflicto, que venía precedido de otros tantos, se engloba dentro de las llamadas Guerras Yugoslavas. El largo asedio a Sarajevo y Srebrenica fueron los episodios más sangrientos de toda la Guerra. Y tenemos que tener en cuenta, que no fue hasta 2004 cuando la masacre en Srebrenica se consideró un genocidio. Por lo que, todavía a día de hoy, es necesario seguir investigando y reclamando todo lo que hizo mal la comunidad internacional respecto a estos conflictos. Y ése en uno de los puntos de partida de la obra de Fidel Martínez.
Sarajevo Pain, cuyo título hace referencia al dolor y sufrimiento de la ciudad, nos muestra la historia de cuatro civiles encerrados en el sitio y un francotirador apostado en un edificio a las afueras. Todos ellos existen en un mismo tiempo y espacio, pero sin embargo, todos tienen una experiencia distinta de la guerra.
A través de dos narradores distintos, el francotirador y una de las mujeres protagonistas, el lector conocerá cómo ha llegado Sarajevo a la situación en la que se encuentra. No sólo representando hechos concretos, sino comparándolos con otros conflictos bélicos que se repiten hasta la horrible saciedad. Mientras el francotirador se reafirma en sus creencias, y en por qué actúa como lo hace, el fantasma de la mujer asesinada compara la situación de su ciudad con conflictos del pasado. La muerte de este personaje queda en todo momento marcado desde el inicio. Ella funciona como conciencia histórica y señala en todo momento los errores del pasado, cómo el odio generado en sociedades multiculturales termina creando monstruos. Y cómo en Bosnia terminó sufriéndose limpiezas étnicas como hizo Hitler en la Segunda Guerra Mundial. O cómo el sitio de Sarajevo, recordemos que se trata de un conflicto de 1992, se asemejaba terriblemente a los sitios de los guetos en Polonia, o la ciudad de Madrid durante la Guerra Civil. Como si no hubiéramos aprendido nada.
Junto a estos dos narradores, uno directo y otro indirecto, encontramos la historia de tres personajes más: Zelja, una mujer que espera el regreso de su pareja y que no sólo sufre el sitio sino también el sobrevivir cada día más sola. Amir, un niño cuya inocencia ha muerto por culpa de la guerra, pero que utiliza cómics de Corto Maltés, El príncipe valiente, Flash Fordon y Little Nemo para entender lo que ocurre a su alrededor. Y un pintor, cuyo trabajo es hacer entender al lector que no existe la belleza en la guerra. Pese a que muchos artistas más que consagrados la hayan representado en todas sus variaciones. Las historias de todos estos personajes se entrelazan poco a poco, y aunque no todos se relacionan directamente unos con otros, forman parte de un personaje más grande que ellos: Sarajevo.
Fidel Martínez pone el foco, además, sobre un tema muy importante de aquel conflicto bélico. La inacción de los organismos internacionales como la ONU. Aunque sus tropas estaban presentes en el terreno, aunque estaban acompañados en todo momento por infinidad de periodistas extranjeros de todas las cadenas de televisión del mundo, su equidistancia hizo que muriera muchísima gente. El no tomar partido en su momento, hizo que los conflictos escalaran poco a poco hasta llegar a un punto imposible de parar. Sarajevo Pain no muestra sólo el dolor de ese sitio, sino de todo lo que podría haberse evitado y no se hizo. Las políticas de no intervención llevadas a cabo por la ONU sólo exacerbaron la terrible situación vivida por los civiles. Quienes, como siempre, y como puede observarse en esta obra, sufrieron realmente el conflicto.
Otra de las terribles consecuencias de un conflicto como el de Sarajevo, es la pérdida de inocencia de los niños. Representado en este caso por Amir. Todos los personajes que intentan sobrevivir en la ciudad terminan acostumbrándose a la situación que están viviendo. Y aunque viven en un shock constante, terminan creando una realidad lo más cercana a la normalidad para así poder seguir existiendo. ¿Cómo se pudo tolerar esto casi a finales del siglo XX? Para que estas historias no caigan en el olvido, obras como Sarajevo Pain siguen siendo importantísimas. Pero, ¿cómo se representa este horror ante el lector?
El apartado gráfico de Fidel Martínez en esta obra está marcado por la intensidad de su único tono. El negro. Y es que el dibujo de Martínez es realista, pero en lugar de crear profundidades con blancos y negros, y degradados en grises como cabría esperar en una obra en blanco y negro como ésta, lo que hace es sacar del folio en blanco las zonas oscuras. Como si sólo rellenara la parte negra de cada existencia, de cada personaje, la sombra que los representa. Los fondos son completamente detallados cuando está representando un sitio más importante para la narrativa que los propios personajes. Por ejemplo, cuando se representa Sarajevo antes de la guerra. Para situar la acción. Tras esto, los fondos pasan a ser algo secundario para situar a los personajes, pero no restarles importancia.
Norma Editorial ha editado esta novela gráfica en su colección de cómic europeo, donde esperamos que sigan apostando por obras de este calibre.
Sarajevo Pain no es una obra ligera, ni tampoco fácil de leer. La complejidad y dureza de lo que cuenta hacen que haya que leerla con calma. Martínez consigue condensar muchísima información en muy poco espacio y, sin embargo, ninguna parte es más densa que otra. Nivela a la perfección la información, con la historia y su desarrollo. Esta novela gráfica es además un toque de atención a los lectores, ya que algunos de los hechos que se narran en este cómic han vuelto a ocurrir en conflictos bélicos posteriores. Martínez no sólo nos muestra un pasado cercano, y olvidado por la mayoría, sino que nos obliga a ser conscientes de cómo la pasividad y la equidistancia nos puede hacer caer en los mismos errores del pasado. Una obra con un magnífico guion y apartado gráfico, que desde Sala de Peligro esperamos que leáis y comentéis con nosotros.
Título: Sarajevo Pain |
Guion, dibujo y color: Fidel Martínez |
Edición Original: Norma editorial |
Formato: Cartoné, 132 páginas |
Precio: 22,00€ |