Matadero Cinco, el cómic de Ryan North y Albert Monteys que adapta la obra maestra de Kurt Vonnegut

Uno de los tópicos que más se suelen escuchar es que todas las historias tratan sobre la identidad. Es muy difícil no obsesionarse con la idea de quiénes somos y qué queremos ser. ¿Se acordará alguien de ti cuando dobles la servilleta? ¿Qué impacto se tiene mientras se esté aquí? Es algo inherente a todos y cada uno de los seres humanos. Lo que hizo Kurt Vonnegut en 1969, año de la publicación de Matadero Cinco o la Cruzada de los Niños, es poner en relieve que eso es puramente irrelevante, que somos productos del determinismo y que el tiempo está lejos de ser lineal.

Pero, en ese envoltorio de ciencia ficción, se encuentra uno con una de las novelas pioneras y referentes del antibelicismo. Una pieza que consta en cualquier recopilación de “las mejores novelas de la segunda mitad del siglo XX” que se precie. ¿Sigue teniendo algo que decir más de cincuenta años más tarde?

Ryan North es el guionista que ha decidido adaptar este trabajo, para lo cual requiere cierto grado de valentía. Es principalmente conocido y valorado por su labor en series cómicas de la línea de Chica Ardilla, una serie de culto por méritos propios. Por ese motivo, nadie se esperaba que fuera a lanzarse con un proyecto de estas características.

Portada de Matadero Cinco, a cargo de Astiberri.

En primer lugar, se nota que esta obra nace de la pasión, de la admiración y de un conocimiento muy profundo de los mecanismos de la novela. Esto es así porque logra hacer una ingeniería inversa hasta llegar al núcleo para construir de nuevo de una forma diferente. Todo ello manteniendo una fidelidad, pero, también, sabiendo distanciarse lo necesario como para tener una voz propia.

Lo que aquí se cuenta es la vida completa de Billy Pilgrim, una persona real con el que Vonnegut coincidió en la Segunda Guerra Mundial. Se sirve de esa persona para contar su historia. Lo usa como un álter ego en un ambiente de ficción, lo cual hace que tenga un gran componente metatextual. Esas complicaciones estructurales, lejos de simplificarse, esta adaptación las abraza y les saca todo el provecho posible.

Eso que, a priori, podría suponer un problema a la hora de que el lector pueda seguir la historia, queda tan bien cimentado desde el comienzo que no es excluyente para ningún lector. Habla bien de las capacidades del guionista el haber sido capaz de hacer fácil algo tremendamente difícil.

Por otra parte, es una narración que tiene un componente muy intelectual y conceptual que ahonda en las grandes cuestiones filosóficas. Pero que, si funciona verdaderamente, es gracias a que es capaz de causar un gran impacto emocional en el lector. Es una novela gráfica con la que es muy fácil empatizar, a pesar de lo extremo del planteamiento y de que poco o nada se tenga que ver con el entorno que se retrata.

Este es un cómic muy aguerrido que busca removerte. No usa los recursos habituales con lo que se tiende a hacer. Es muy elíptico y deja mucho aire al lector para que sea él quien complete la obra. Una lectura que se mueve a un ritmo ágil, pero que tiene una estructura más contemplativa, a pesar de la multitud de peripecias que tiene. Se toman muchos riesgos siendo muchas cosas a la vez, alcanzando la excelencia en todas ellas.  

Todo ello radica en la plasticidad y lo visual de que es este cómic. Todo el juego con el lenguaje, se traduce en metáforas y recursos que poco tienen que ver con la literatura y que hacen de esta lectura algo muy vivo y creativo.

Lo que está claro es que la obra no sería la misma sin las magistrales aportaciones de Albert Monteys. Este artista demuestra que la imaginación es el límite. Parece que tiene una fuente inagotable de herramientas para contar cosas complejas de la manera más sencilla y sorprendente posible. Que es un ilustrador soberbio, no cabe duda. Pero esta nueva incursión en el mercado americano vuelve a exhibir su talento.

Una de las primeas páginas dobles de esta novela gráfica.

Además, el estilo del catalán logra congeniar perfectamente con el tono irónico que Vonnegut le dio a su novela. Del mismo modo que la novela sería demasiado truculenta si estuviese planteada como puro drama, el dibujo hace llevadero todo lo angustioso que se narra. Pero eso no quiere decir que no sepa trasladar los momentos más dramáticos. Alcanza una ambivalencia muy intrincada que es verdaderamente sutil. Su arte, de forma evidente, es lo que le permite al lector conectar con esta obra. Y es muy difícil no hacerlo.

La deliciosa edición de Astiberri incluye la biografía de los autores.

Matadero Cinco o la Cruzada de los Niños va más allá del antibelicismo para lanzar una novela gráfica desgarradora que, al igual que la obra literaria que adapta, hace que te replantees tu vida entera. Sus ideas de la relatividad del tiempo y esa visión completa de tu existencia duelen. Una adaptación que va más allá de la actualización de la novela (algo que no le hace falta porque su vigencia sigue intacta). Y cualquiera que la lea no solo se dará cuenta de que no ha perdido ni un ápice de fuerza, sino que tiene una nueva manera de llegar a un público con traumas que no podrían ser más diferentes que los de los veteranos de la Segunda Guerra Mundial. Si eso no es una misión cumplida…

Título: Matadero Cinco
Guion: Ryan North
Dibujo y color: Albert Monteys
Edición Nacional: Astiberri
Edición Original: Archaia
Formato: Cartoné, 192 páginas a color
Precio: 18 €